Entre acusaciones de fraude y la desconfianza del mundo entero frente al criticado proceso electoral del año pasado, Nicolás Maduro prestó juramento para su tercer mandato consecutivo como presidente de Venezuela.
Lo hizo sin haber siquiera mostrado las actas electorales que demuestran su victoria, pese a que casi toda la comunidad internacional se lo ha exigido, y en medio de fuertes medidas de seguridad.
Calificada como un “golpe de Estado” por la oposición, la ceremonia se realizó mientras varios países señalaban al gobierno de Maduro de “ilegítimo” y adoptaban sanciones contra personas cercanas al régimen.
Estados Unidos, por ejemplo, catalogó la toma de posesión como una farsa. “Maduro demuestra una vez más su total desprecio por las normas democráticas y lleva a cabo una toma de posesión ilegítima”, afirmó el secretario norteamericano de Estado, Antony Blinken, quien remarcó que el gobernante venezolano “perdió claramente las elecciones presidenciales de 2024 y no tiene derecho a reclamar la presidencia”.
Por ello, agregó, Estados Unidos “no reconoce a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y rechaza el anuncio fraudulento del Consejo Nacional Electoral (CNE) de que el líder chavista ganó los comicios del 28 de julio”.
Para la Casa Blanca, dijo Blinken, “el presidente electo Edmundo González Urrutia debe juramentar y debe comenzar la transición democrática. Estamos dispuestos a apoyar el retorno a la democracia en Venezuela”.
Estados Unidos también anunció nuevas sanciones contra ocho altos funcionarios venezolanos y aumentó de 15 a 25 millones de dólares la recompensa por cualquier información que conduzca a llevar a Maduro ante la justicia por los presuntos delitos de conspiración para el narcoterrorismo, conspiración para la importación de cocaína, y tenencia de armas y otros artefactos destructivos.
La Unión Europea (UE) también denunció en un comunicado de prensa que Maduro es un líder sin “ninguna legitimidad democrática” y anunció sanciones contra 15 personas “culpables de socavar la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos” en ese país.
En tanto, en un comunicado, la principal coalición opositora de Venezuela, Plataforma Unitaria, que exige la nominación de su candidato González Urrutia, aseveró que “se ha producido un golpe de Estado”.
La coalición evoca “la usurpación del poder por parte de Maduro, apoyada en la fuerza bruta y desconociendo la soberanía popular expresada con contundencia en las elecciones del 28 de julio de 2024”.
Protestas
La investidura de Maduro se produjo un día después de multitudinarias manifestaciones de protesta que realizó la oposición venezolana contra Maduro, a quien acusa de fraude electoral.
María Corina Machado, líder opositora de Venezuela, tras 133 días de clandestinidad reapareció el jueves 9 para participar en la protesta, a la que convocó para defender el reclamado triunfo electoral del antichavista González Urrutia en la víspera de la toma de posesión presidencial de Maduro.
Durante las protestas en cuatro puntos de Caracas, la capital venezolana, replicada en los 23 estados de ese país y numerosas ciudades del mundo, Machado reiteró que “esto se acabó”, en referencia al chavismo, en el poder desde 1999.
“Quisieron enfrentarnos y Venezuela se unió hoy y no tenemos miedo... ¡Óiganlo bien: esto se acabó!”, declaró Machado, de pie sobre el techo de un camión al unirse a miles de opositores que se manifestaban contra el régimen en respuesta a su llamado para presionar al gobierno de Maduro antes de su investidura presidencial.
“No tenemos miedo”, gritó la multitud en respuesta.
Después de su discurso, el camión que la movilizaba comenzó a abrirse paso con el propósito de abandonar rápidamente el lugar, pero la entusiasmada muchedumbre dificultó su retiro del municipio Chacao, un bastión de la oposición en el este de Caracas. Poco después, el equipo de Machado denunció su detención y más tarde su posterior liberación.
El hecho fue rápidamente condenado por González Urrutia desde República Dominicana, así como por buena parte de la comunidad internacional, que exigió la inmediata liberación de Machado.
Entre los llamados a la integridad de Machado sobresalió la del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien reclamó que María Corina y el presidente electo González Urrutia “deben seguir seguros y vivos”.
Mediante un mensaje en su red social, Truth Social, Trump dijo que “la activista venezolana por la democracia, María Corina Machado, y el presidente electo Edmundo González están expresando pacíficamente las voces y la voluntad del pueblo venezolano con cientos de miles de personas protestando contra el régimen”.
Por su lado, desde Santo Domingo, González Urrutia afirmó que “Venezuela vive la peor escalada de violencia represiva de su historia”. Asimismo, advirtió que “el régimen de Maduro representa una amenaza para la región”.
El opositor venezolano reiteró la disposición de la oposición “para acordar una transición pacífica”, pero afirmó que el régimen de Maduro “ha optado por desatar la peor escalada de violencia represiva en la historia de Venezuela, catalogada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como terrorismo de Estado”.
Añadió: “Vivimos días críticos en los que la lucha global por la libertad y la democracia tiene su epicentro en Venezuela y donde la única manera de respetar la soberanía de nuestro país es reconocer el mandato popular y soberano expresado el 28 de julio” en las urnas.
Fraude
Y es que la sospecha de que Maduro cometió un fraude electoral inició a los pocos minutos de que se anunciase su victoria, a la medianoche de aquel día.
Maduro fue declarado ganador por el CNE, un organismo colegiado de mayoría oficialista, que anunció sin presentar evidencias que el mandatario obtuvo 6.4 millones de votos, 51.2% de los sufragios, frente a los 5.3 millones de votos o 43.3% de la preferencia electoral que recibió González.
Sin embargo, la oposición recopiló y exhibió 83.5% de las actas de votación como prueba de la victoria de González por dos a uno frente a Maduro. Según estos datos, González fue el ganador de las elecciones con 7.4 millones de votos frente a 3.3 millones a favor de Maduro. Las cifras fueron avaladas internacionalmente por observadores electorales como el Centro Carter y las Naciones Unidas.
Ante el evidente fraude, decenas de miles de venezolanos disgustados salieron a las calles. Durante las protestas, los manifestantes derribaron estatuas de Hugo Chávez a golpe de martillo, pisotearon sus bustos y quemaron llantas entre otros actos de inconformidad.
En respuesta, la policía desató la represión más grande que ha vivido ese país en los últimos 60 años, con saldo de 28 muertos, casi 200 heridos y más de dos mil 400 detenidos en apenas 48 horas.
Ahora Maduro inicia su tercer mandato presidencial y la oposición denuncia un “golpe de Estado”.