MARIO VARGAS LLOSA UNA VIDA POR LA LIBERTAD

Hector González
Internacional
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Mario Vargas Llosa

El escritor peruano consideraba que “la historia de la humanidad es la lucha de la libertad contra la opresión” y afirmaba que “escribir es una forma de resistencia”, por lo que siempre, “donde hay libertad, hay literatura”.

¿Cómo contar la historia de uno de los mayores intelectuales latinoamericanos de todos los tiempos? Nacido en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936, Mario Vargas Llosa fue uno de los más reconocidos escritores de los siglos XX y XXI.

A lo largo de su vida ganó varios de los premios literarios más importantes del planeta, incluyendo el Nobel de Literatura (2010), el Cervantes (1994), el Príncipe de Asturias (1986), el de la Paz de los Libreros de Alemania (1997), el reconocimiento Una vida por la libertad que otorga Grupo Salinas (2011), la Orden Águila Azteca (2011) y no hace mucho ingresó a la Academia Francesa, convirtiéndose en el primer autor extranjero en ocupar ese lugar.

Protagonista del boom latinoamericano junto con autores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Elena Garro, Jorge Edwards y José Donoso, escribió algunas obras que ya están dentro del canon de la literatura de la región y universal, entre ellas La tía Julia y el escribidor, La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo, por mencionar apenas algunas de una de las bibliografías más amplias y robustas en castellano.

Para el editor y narrador Mauricio Montiel Figueiras, con el fallecimiento de Vargas Llosa, ocurrido el 14 de abril, concluye una época.

“Con su muerte se extingue por completo la era más gloriosa de la literatura latinoamericana moderna, con sus innumerables luces y sombras. La efervescencia creativa suscitada por el boom no va a conocer parangón: una conjunción de escritores de tal calado se produce una sola vez en la historia de un continente, como si fuera una misteriosa alineación planetaria que causa perplejidad a propios y extraños”, afirma Montiel.

En el mismo tenor se expresa Óscar de la Borbolla: “Sin duda fue el último monstruo del boom latinoamericano y uno de los más altos exponentes de la lengua española; pero además un hombre libre que hizo, como nadie, su soberana voluntad”.

La libertad como camino

“Soy una sola persona. Quien me acepta tiene que tomarlo a todo”, declaró en más de una ocasión Vargas Llosa. Su frase, lapidaria como muchas de sus reflexiones, lejos de zanjar polémicas las avivó.

En octubre de 2011, cuando visitó a México para recibir el premio Una vida por la Libertad otorgado por la Fundación Caminos de la Libertad, recordó que la libertad es una e indivisible: “El verdadero progreso y el camino hacia la civilización, hacia las sociedades prósperas y tolerantes donde se coexiste en la diversidad, es el camino que impulsa a todas las libertades”.

Aquel discurso no hizo más que resumir la impronta que cultivó a lo largo de su obra y de su vida.

Vargas Llosa fue uno de los primeros intelectuales en romper con la revolución cubana y el gobierno de Fidel Castro. En 1971, cuando la mayoría de sus compañeros de generación eran afines al castrismo, el autor de Los cachorrosalzó la voz cuando el poeta Heberto Padilla fue enviado a la cárcel por sus críticas a las autoridades de la isla. Aquel episodio supuso un cisma en la historia intelectual de la región.

Premio Nobel de Literatura 2010

En 1990 participó en el Encuentro Vuelta convocado por Octavio Paz, y visitó México. “Espero no se me considere un mal invitado”, dijo entonces. Poco después resumió al régimen priista como nadie lo había hecho hasta ese momento: “La dictadura perfecta”. El calificativo todavía es citado por políticos de todas las corrientes. Su dicho le valió la ruptura con Paz y durante años no fue bien visto por el otrora partido hegemónico.

El ser humano es, según Aristóteles, zoon politikón (animal social o animal político): Mario Vargas Llosa entendió esto desde joven y lo puso en práctica hasta sus últimos días. En 1990, el mismo año de su fractura con Paz, buscó la presidencia de Perú. Al final, los votos no le favorecieron y fue electo Alberto Fujimori.

De aquella experiencia se desprende su libro de memorias El pez en el agua, donde además de reconocer la compleja relación con su padre hace una crítica feroz de la sociedad de su país.

Quizás es en ese momento cuando el escritor comienza a tener posturas más férreas y a polemizar de manera más abierta con colegas como su paisano Julio Ramón Ribeyro.

Volvamos a la noche en que recibió el reconocimiento Una vida por la libertad. “En nuestros días ser un liberal es considerado como algo negativo, mientras que las izquierdas latinoamericanas son vistas como radicales; pero en los últimos años hemos visto cómo esta percepción ha comenzado a cambiar en nuestros países para retomar de nuevo su significado original. En algún momento, espero no muy lejano, podremos lograr coexistir en libertad, aceptando las diferencias del otro; reconocimientos como este ayudan a impulsar ese cambio”, dijo entonces el Nobel.

Liberal ejemplar

Elogios y reconocimiento

El binomio política–Vargas Llosa es complejo de entender, pero tras su muerte parece que empieza a tomar forma. Políticos de diversos países e ideologías no se guardaron sus palabras de reconocimiento. Aunque fuera al final, hicieron a un lado sus diferencias para elogiar al escritor.

El gobierno peruano decretó duelo nacional el día 14 de abril y anunció banderas a media asta en locales estatales con motivo del deceso.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, declaró en rueda de prensa que “más allá de las diferencias políticas, siempre hay que reconocer la grandeza de un escritor”.

Grupo Salinas Mario Vargas Llosa

El subsecretario de Estado norteamericano, Christopher Landau, se declaró “entristecido” por el fallecimiento y destacó que “sus temas e intereses eran atemporales y universales, como lo reconoció su Premio Nobel de Literatura”.

El presidente francés, Emmanuel Macron, lo describió como “un genio de las letras (…); perteneció a Francia, por la Academia, por su amor a nuestra literatura (...) Con su obra opuso la libertad al fanatismo, la ironía a los dogmas, un ideal tenaz frente a las tormentas del siglo”.

La líder opositora venezolana María Corina Machado resaltó su “legado incomparable en la defensa de la libertad en América Latina y en el mundo”, mientras que el presidente español Pedro Sánchez lo llamó un “maestro universal de la palabra. Mi agradecimiento como lector por una obra inmensa, por tantos libros clave para entender nuestro tiempo”.

Para el mandatario de Guatemala, Bernardo Arévalo, Vargas Llosa fue “el maestro de la palabra, gran cronista de Hispanoamérica y agudo intérprete de sus rutas y destinos”.

En un mundo tan dividido y polarizado, provocar comentarios de líderes tan disímiles no es poca cosa.

Explorador de la condición humana

“Nunca digas que amas a alguien si nunca has visto su ira, sus malos hábitos, sus creencias absurdas y sus contradicciones. Todos pueden amar una puesta de sol y la alegría; solo algunos son capaces de amar el caos y la decadencia”, es otra de las grandes frases que nos deja Mario Vargas Llosa y que de alguna manera resumen su forma de acercarse a la literatura.

Cuando publicó La tía Julia y el escribidor, en 1977, revivió un episodio que causó revuelo entre la sociedad limeña: su relación sentimental entre el propio autor y su tía. Recorrió los límites de lo permisivo para retratar la moral de una época.

Años después volvió a relatos de este tipo con Elogio de la madrastra, Los cuadernos de don Rigoberto o Travesuras de la niña mala, todas novelas para leerse de manera desprejuiciada.

Sin embargo, su punto más alto en términos literarios lo alcanzó con las obras que tomaron el pulso a una región convulsa. En Conversación en La Catedral hace una cruda radiografía del envilecimiento y la frustración de la sociedad peruana bajo la presión de un poder dictatorial. La guerra del fin del mundo nos cuenta sobre la revolución de los Canudos efectuada a finales del siglo XIX en Brasil y plantea uno de los grandes problemas latinoamericanos: la convivencia entre el progreso, el combate a la pobreza y el abuso de poder.

Dentro de esta línea cronológica la publicación de La fiesta del Chivo, donde describe y revisa la dictadura del panameño Rafael Leonidas Trujillo —apodado el Chivo, por cierto—, desmenuza la forma en que se ejerce el poder en la zona.

Todas sus obras, con el paso del tiempo, lejos de envejecer parecen tomar más relevancia, expresa su paisano Alfredo Bryce Echenique: “Nadie nos ha representado tanto como él en el mundo por su obra en general, su terquedad, su limpieza, su enormidad”.

Legado

La última ocasión en que Vértigo conversó con Mario Vargas Llosa fue en 2021, a propósito del estreno del documental Una vida en palabras, producido por el Centro Ricardo B. Salinas Pliego.

“Todo lo que he escrito de alguna manera refleja experiencias personales. La intención desde el principio fue mostrarme de una manera sincera”, nos comentó el protagonista.

Compañeros del boom

La ausencia de la figura paterna; su ruptura con la religión a partir de un intento de abuso por parte de un maestro lasallista; su formación como escritor; la cercanía y la distancia con la revolución cubana; la alusión a México como la dictadura perfecta; su campaña por la presidencia de Perú; y el premio Nobel de Literatura son escalas obligadas dentro de una historia que atraviesa distintos momentos de una época y una región convulsa.

“En el documental (Una vida en palabras) hablo de mi cambio de convicción. Diría que es un trabajo fundamentalmente literario, pero también político. En América Latina inevitablemente los escritores estamos vinculados con la vida política”, apuntó, no sin dejar de hablar de la realidad de una zona que vivió intentando entender. “El continente pasa por un mal momento. La mayoría de los regímenes son criticables; aun así, todos los problemas tienen solución siempre que se tome el ejemplo de los países que tienen mayor desarrollo y creen en la libertad”.

Para Vargas Llosa la democracia y la felicidad no producen gran literatura; de ahí viene su eterna inconformidad y su aguda mirada, una mirada que enseñó a observar, cuestionar, incluso yendo a contracorriente.

Quizá si sus libros se siguen y seguirán leyéndose es porque nos confrontan con nuestras imperfecciones y fatalidades, tanto individuales como colectivas.

Gracias por todo.

Diez libros imperdibles de Mario

Vargas Llosa

• La ciudad y los perros (1963).

• La casa verde (1966).

• Los cachorros (1967).

• Conversación en La Catedral (1969).

• García Márquez: Historia de un deicidio (1971).

• Pantaleón y las visitadoras (1973).

• La tía Julia y el escribidor (1977).

• La guerra del fin del mundo (1981).

• El pez en el agua (1993).

• La fiesta del Chivo (2000).

Vargas Llosa en sus propias palabras

“Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz”.

“La democracia y la felicidad no producen gran literatura”.

“El liberalismo representa la forma más radical de democracia”.

“Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”.

“Cuando la realidad se vuelve irresistible, la ficción es un refugio. Refugio de tristes, nostálgicos y soñadores”.

“El desafío mayor que tiene la cultura de la libertad, de la democracia en nuestro tiempo, viene de los nacionalismos”.

“Toda novela es un testimonio cifrado; constituye una representación del mundo, pero de un mundo al que el novelista ha añadido alguna cosa: su resentimiento, su nostalgia, su crítica”.

“La educación es la única revolución verdadera y duradera”.

“La historia de la humanidad es la historia de la lucha entre la libertad y la opresión”.

“El deseo y la libertad son los grandes temas de la literatura”.