LA VIDA DE CRISTAL DE LOS UCRANIANOS EN MEDIO DE LA INVASIÓN

“La guerra de Rusia contra Ucrania lleva ocho años”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
UCRANIA-GUERRA
Emilio Morenatti/AP

Ahora negocios, cafés e instalaciones recreativas como cines y teatros reanudan el trabajo en Kiev, la capital… pero todo se cierra durante los ataques aéreos.

Es un éxodo que rememora los peores tiempos de las grandes guerras en Europa: desde el pasado 24 de febrero millones de ucranianos se ven forzados a huir de los bombardeos que provoca la invasión de las tropas rusas.

La ACNUR cifra en casi seis millones los refugiados ucranianos en diversas partes de Europa y otros seis millones de desplazados internos. Nadie logra escapar de este drama.

Olena Kurenkova llevaba un vestido amarillo el día que participó en la cobertura internacional del encuentro entre los mandatarios de Estados Unidos, Joe Biden, y Rusia, Vladimir Putin, el 16 de junio de 2021 en Ginebra.

Mientras la periodista ucraniana narraba para el portal de noticias Hromadske.ua el paso de los convoyes de ambos líderes por Parc la Grange, frente al Lago de Ginebra, también Vértigo capturaba la crónica in situ y recogía testimonios (edición 1057) de una cita que transpiraba frialdad entre ambas delegaciones. Cero sintonía.

En aquel encuentro EU y Rusia lograron un acuerdo de mínimos y nadie intuyó siquiera que ocho meses después Putin ordenaría a su ejército invadir Ucrania, con las enormes consecuencias geopolíticas que la presencia militar eslava ha supuesto en el traspatio europeo y en el resto del mundo. EU y sus aliados se posicionaron con sanciones, armas, ayuda económica y militar para Ucrania y acogida de refugiados; pero muchos otros países de África, América Latina y Asia mantienen una actitud lejana de participar en las sanciones contra Rusia.

Cuando Anthony Blinken, secretario norteamericano de Estado, intentaba en enero pasado desde la ONU parar la invasión a Ucrania, Kurenkova no creía entonces, como millones de sus compatriotas, en una ofensiva bélica a gran escala como finalmente aconteció. Nunca previeron la consumación de las amenazas.

En la actualidad, seis meses después, Kurenkova permanece en Ucrania y junto con su familia se niega a abandonar el país, a pesar de sufrir todo tipo de avatares.

A principios del conflicto el Kremlin pretendió tomar Kiev en una operación rápida de 48 horas, pero la feroz resistencia del ejército ucraniano, de la gente misma y del mandatario Volodímir Zelenski, quien decidió permanecer en su sitio comandando la defensiva, hicieron que la caída de la capital no fuese posible a pesar de los constantes bombardeos.

En esos primeros días la periodista dejó Kiev junto con sus padres y su hermano de 31 años para refugiarse en su casa materna en Irpin, creyendo que en esa ciudad (a ocho kilómetros de la capital) estarían a salvo de los bombardeos. Nada más erróneo: en los primeros días de marzo quedó arrasada por los rusos.

La casa materna fue finalmente destruida por los incesantes bombardeos; su hermano resultó lesionado mientras intentaba mover su vehículo y fue trasladado a un hospital kievita desbordado por cientos de heridos, de muertos, más todos los ingresados por distintas patologías y, por supuesto, enfermos por coronavirus, porque la pandemia sigue su cauce.

Su familia debió tomar la decisión más fuerte: separarse. Su padre y su abuelo permanecerían en Irpin viviendo entre los escombros a la espera de la evolución de su hermano, mientras ella, su madre y su abuela viajaron hacia el centro del país, a Cherkasy, para refugiarse en casa de una amiga de la familia. Allí la familia debería reencontrarse una vez su hermano saliera del nosocomio.

Una guerra larga

Desde junio pasado ella y su familia han vuelto a Kiev. Los misiles de los primeros días de la invasión cesaron en la capital, que sigue manteniendo esporádicos bombardeos, porque las tropas rusas se concentran en el este y el sur del territorio ucraniano. A la fecha 20% del territorio de Ucrania permanece controlado por los rusos.

Ni en los peores momentos Kurenkova deja de informar o de compartir videos narrando el atroz asedio, la muerte, la destrucción, la impunidad, la impotencia; pero igualmente la esperanza y el orgullo por sentirse ucraniana y ver cómo su ejército defiende con fiereza y determinación la soberanía de una nación joven, que con 31 años de existencia tiene todo el derecho de autodeterminación.

La periodista, nacida en 1999 e incorporada actualmente a Suspilne (emisora pública), confiesa a Vértigo sentir mucho miedo de volver a los peores días de febrero con la población en shock por el avance de las tropas rusas. “Nos sentimos conmocionados”, reitera.

—¿Cómo estás en lo personal?

—Emocionalmente el último mes finalmente se ha vuelto un poco más fácil para mí, ahora estoy tranquila. Puedo trabajar en Kiev, concentrarme en mi trabajo y, al mismo tiempo, ayudar a mis familiares a reconstruir la casa dañada por los proyectiles rusos. Me da fuerza darme cuenta de que definitivamente ganaremos, pero ahora es un juego largo, por lo que debemos calmar nuestras emociones y trabajar para nuestra victoria: cada uno en su lugar y apoyando a las Fuerzas Armadas de Ucrania.

—Olena, afuera se habla de una guerra larga. ¿Qué dicen en Ucrania?

—La guerra de Rusia contra Ucrania lleva ocho años: creo que es importante recordarlo. Y estos años han demostrado muy claramente que es casi imposible concluirla a través de negociaciones con Rusia, porque cualquier acuerdo con el agresor es muy efímero, simplemente no se cumple por parte de Rusia. Me atrae la opinión de muchos expertos ucranianos en el sentido de que la guerra continuará de una forma u otra hasta que caiga el régimen de Putin.

La vida se abre camino

En la capital la gente ha vuelto a las calles. A pesar de que siguen cayendo bombas esporádicamente y del constante ulular de las sirenas los kievitas ya se han acostumbrado. La guerra, como toda catástrofe, muestra la capacidad de resiliencia de los seres humanos; lo preocupante es que el ser humano termina acostumbrándose, adaptándose a la nueva deformada realidad, como si fuese parte de la supervivencia humana: adaptarse o morir.

Kurenkova comparte los pronósticos internos discutidos entre los estrategas: “Algunos dicen que la fase activa durará al menos hasta fin de año o incluso durante años. Una guerra que se prolongará durante años es uno de los peores escenarios que podamos imaginar. Jugar a largo plazo es muy difícil, aunque hasta cierto punto significa para el ejército ucraniano la oportunidad de actuar de manera competente y eventualmente agotar gradualmente al enemigo que, lamentablemente, todavía nos supera en número. Ucrania podrá ganar cuando inflija tales pérdidas al ejército ruso, que este no pueda recuperarse rápidamente. Ahora vemos señales de una contraofensiva en algunas áreas del frente, contraataques en las instalaciones militares rusas en Crimea, pero no es suficiente”.

Si algo han mostrado los ucranianos es una entereza admirable. Se trata de un país de 44.13 millones de habitantes; si bien casi 14% de su población ha buscado refugio en países colindantes, la mayoría permanece estoica organizando la defensa y la resistencia para vencer al enemigo.

La vida se abre camino en medio de la destrucción y del temor. En palabras de Kurenkova, en Kiev a veces “parece que la vida es absolutamente normal y habitual” y cada uno de sus habitantes es consciente de que es una nueva realidad que nunca será similar al escenario de antes del 24 de febrero, día de la invasión.

“En su mayoría los residentes que se fueron al comienzo de la guerra a gran escala regresaron a Kiev. Ahora negocios, cafés, instalaciones recreativas como cines y teatros reanudan el trabajo en la capital. Pero todo se cierra durante los ataques aéreos, que aún suceden varias veces al día, y hay que dirigirse al refugio. Eso sí, es necesario obedecer el toque de queda, que dura desde las once de la noche hasta las cinco de la mañana; durante ese tiempo no se puede salir a la calle, hay que quedarse en casa o en un albergue”, explica.

La gente intenta hacer su vida mientras el ejército libra combates a unos cuantos cientos de kilómetros de la capital, concentrados en la lucha en ciudades y centenares de poblados al sur y el este del país. Con noticias muy preocupantes de Zaporiyia y su central nuclear en medio de la disputa por su control, con los rusos obsesionados por desconectarla de la red ucraniana y jugando con ella a una ruleta mortal para tener bajo tensión a los europeos.

—¿Viven en una sicosis permanente?

—Ya nos hemos acostumbrado a esta nueva realidad: la ansiedad constante se convierte poco a poco en una movilización máxima. Al mismo tiempo, acostumbrarse en este caso desde el punto de vista de la racionalidad no es muy bueno: a menudo ignoramos las señales de advertencia de las sirenas y no bajamos al refugio.

—Olena, recuerdo que te pregunté en enero acerca de la posibilidad de una invasión y señalaste que sería surrealista. Ahora Putin fortalece a su ejército y reclutará 130 mil soldados más en enero. ¿Estará en sus intenciones intentar otra vez la caída de Kiev?

—No creo que haya un nuevo intento de apoderarse de Kiev: tengo la sensación de que en la primavera los soldados rusos recibieron un rechazo bastante decisivo en los accesos. Pero las autoridades de la ciudad y del país advierten: mientras continúe la guerra es muy probable que se produzcan ataques con misiles en la capital.

Kurenkova se pregunta qué otras ideas “locas” podrían estar en la cabeza de Putin: “Solo él lo sabe; bueno, tal vez también las personas cercanas a él. Todavía escuchamos periódicamente sobre la amenaza de un ataque nuclear antes de algunas fechas simbólicas que, como sabemos, el dictador ruso ama mucho. Recuerdo que la amenaza nuclear y química se discutió activamente en la víspera del 9 de mayo y pasó nuevamente en el Día de la Bandera Nacional y en el Día de la Independencia”.

Luego está la urgencia por Zaporiyia: la ciudad tiene la central nuclear más grande de Europa y tercera del mundo tomada por los rusos, quienes introdujeron a la planta artillería y violan varias normas internacionales de seguridad en plantas nucleares. Tomaron la planta como bastión para atacar desde ahí a las tropas ucranianas, impedidas de responder por razones de seguridad. Una detonación podría provocar en la planta una enorme fuga radioactiva mucho más dañina que Chernobil o Fukushima.

“No debemos olvidar cómo Rusia manipula de manera demostrativa la situación en la central nuclear de Zaporiyia capturada por los ocupantes. No en vano el secretario general de la ONU apeló estos días a Rusia con la exigencia de evitar un desastre nuclear”, indica.

Héroe inesperado

Volodímir Zelenski tuvo la oportunidad de huir con su esposa, Olena Zelenska, y sus dos hijos de nueve y 18 años. El propio Joe Biden ofreció refugio y protección al mandatario ucraniano en Washington, pero él la rechazó el mismo día que inició la invasión.

A la fecha sigue siendo el objetivo número uno del Grupo Wagner y se teme por una traición contra Zelenski en su círculo más íntimo. Para el Kremlin asesinar al mandatario ucraniano permitiría tomar bajo control más rápidamente Ucrania para proceder a sus planes de instalar a políticos y gobernantes afines a Putin.

Hace unas semanas Zelenski ordenó el cese de Ivan Bakanov, jefe del Servicio de Seguridad, y del fiscal general, a quienes acusó de querer traicionarlo y violentar la seguridad del Estado.

Afuera, al presidente de 44 años se le respeta por su capacidad de liderazgo y por no salir huyendo ante las tropas rusas, ni dejarse amedrentar por las amenazas de un país nuclear. Zelenski ha mostrado tanta valentía y temeridad, que irrita a Putin.

Pero, ¿cómo ven a Zelenski los ucranianos? Kurenkova responde la pregunta: “Actualmente existe un alto nivel de confianza en él”.

La periodista recurre a la más reciente encuesta (del 27 al 29 de junio) realizada por el grupo sociológico Rating en nombre del Centro de Investigaciones Analíticas (CISR) del Instituto Republicano Internacional (IRI), que indica que 59% de los encuestados “apoya firmemente las acciones del presidente” y otro 32% “más bien apoya”.

“Sí, es menos de lo que era en abril: entonces sus acciones fueron totalmente respaldadas por 74% de los encuestados. Pero sigue siendo un buen indicador. Según los resultados más de 90% de los ucranianos cree en la victoria de Ucrania, precisamente en la victoria en el campo de batalla y no en la mesa de negociación”, destaca Kurenkova.

—¿Qué puede afectar la calificación de Zelenski?

—Veo una discusión muy activa por parte de los ucranianos en las redes sociales sobre un artículo de The Washington Post del otoño pasado acerca de la inteligencia estadunidense advirtiendo a las autoridades ucranianas sobre el peligro de guerra, pero nuestro liderazgo no tomó las precauciones adecuadas. No me gustaría dar una evaluación de las acciones del presidente Zelenski y nuestras autoridades, teniendo en cuenta el hecho de que muchos detalles de todo esto muy probablemente los conoceremos después de la victoria y el final de la guerra.

La publicación referida apareció el 4 de diciembre de 2021 y alertaba de los planes de Putin de atacar a Ucrania tras una filtración de los servicios de inteligencia a The Washington Post. Nadie lo creyó posible…

Muere Mijaíl Gorbachov

A los 91 años murió uno de los personajes históricos más trascendentales de los últimos tiempos: Mijaíl Gorbachov, exlíder soviético que puso fin a la Guerra Fría de manera pacífica.

Gorbachov asumió el poder en 1985, abrió la entonces URSS al mundo e introdujo una serie de reformas internas como la glásnost (apertura, transparencia y liberalización del sistema político) y la perestroika (reestructuración económica de la Unión Soviética), entre otros cambios.

Toda esta vorágine de transformaciones permitió el 9 de noviembre de 1989 la caída del Muro de Berlín y la posterior reunificación de Alemania; el desmantelamiento del bloque soviético en el este de Europa; y una consecuente desintegración de la URSS.

En 1991 varias partes del territorio soviético declararon su independencia: Azerbaiyán, Letonia, Ucrania y Moldavia. Les seguirían Kirguizistán y Uzbekistán. Fue el inicio del fin de la URSS, fue fundada en 1922 tras la Revolución Rusa.

Gorbachov fue el padre de todos estos profundos y trascendentales cambios, que le merecieron el Nobel de la Paz en 1990. Desde hace años vivía retirado de la escena pública, enfermo, aquejado de los riñones.

En el plano internacional Gorbachov llegó a acuerdos de control de armas con EU y se negó a intervenir cuando las naciones del este de Europa se rebelaron contra sus gobernantes comunistas.

Por su legado es visto en Occidente como un arquitecto de la reforma que creó las condiciones para el final de la Guerra Fría en 1991, una época de profundas tensiones entre la Unión Soviética y las naciones occidentales, incluidas EU y Gran Bretaña.

De acuerdo con la agencia de noticias Tass Gorbachov será enterrado en el cementerio Novodevichy de Moscú junto a su esposa Raisa, quien murió de leucemia en 1999.