LA GUERRA POR LOS SATÉLITES: NUEVA DISPUTA POR EL ESPACIO

“China y Rusia son los más interesados en ganar el espacio con sus satélites”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
SATÉLITES

La Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos prevé que anualmente se lanzarán en promedio mil 700 satélites de aquí a 2030 y al menos 75% estará financiado por gobiernos interesados en tenerlos por diversos motivos, desde militares y de geolocalización, hasta climáticos.

Eso significa un ritmo de crecimiento anual esperado de entre 15 y 20% desde 2022, año en que se marcó cierto boom por el interés en el lanzamiento de satélites en un mercado mundial que movió más de 77 billones de dólares, de acuerdo con el informe Challenges to Security in Space que elaboró dicha agencia.

La Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA) señala la existencia de cuatro mil 921 satélites orbitando la Tierra en la actualidad, pero no todos están activos. Algunas fuentes estiman que hay más de cinco mil satélites funcionando, como afirma la Unión de Científicos Conscientes, que estima en cinco mil 465 los satélites en órbita y que podrían llegar hasta ocho mil si se añade la chatarra espacial.

Los satélites varían en tamaño, forma y función. Se usan para diferentes propósitos como comunicaciones, navegación, observación, ciencia o defensa. Los satélites orbitan la Tierra a diferentes alturas, desde los 100 hasta los 35 mil kilómetros, dependiendo de su misión y velocidad.

Rusia y China

En particular, son China y Rusia los dos países más interesados en ganar el espacio con sus satélites. Solo entre 2019 y 2021, en operaciones combinadas entre ambos aumentaron 70% sus actividades de interrelación para mejorar la capacidad de comunicación mutua a través de sus satélites y tener tecnología más sensible hacia el control remoto y la navegación digital.

China y Rusia, en los años más recientes, han puesto sobre la mesa la necesidad no solo de explorar de forma conjunta la termosfera y la exosfera, que son la parte del espacio en que se ubican los satélites lanzados, sino también de colaborar, cooperar e interrelacionar para lograr misiones exitosas en la conquista de la Luna y de Marte.

Como parte de la estrategia de la Nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road) China y Rusia signaron sendos contratos de cooperación satelital y de mejora de las comunicaciones en las estaciones del sistema Beidou de China en Rusia y en las estaciones GLONASS de Rusia en China.

La intención de Beijing y de Moscú es lograr una cooperación más expedita y fructífera para sacar avante proyectos conjuntos e incorporar los mayores avances tecnológicos posibles para facilitar la navegación por satélite.

De este acuerdo, Yury Borisov, cabeza de Roscosmos, declaró a la prensa moscovita que ambos sistemas, el ruso GLONASS y el chino Beidou, al utilizarse simultáneamente aumentarán la precisión y confiabilidad de la navegación satelital.

“Por lo tanto, estamos interesados en un intercambio más amplio en el uso de ambos sistemas, así como en las nuevas tecnologías de navegación incorporadas”, declaró Borisov.

Los institutos chinos y rusos también cooperan en los servicios de apoyo, con el Centro de Investigación de Pruebas y Evaluación de la Oficina de Navegación por Satélite de China y el Centro Ruso de Información y Análisis para el Apoyo a las Coordenadas.

Precisamente fue Rusia el primero en llevar a cabo un lanzamiento exitoso con el Sputnik 1, el primer satélite puesto en órbita, que causó sensación en 1957 cuando llegó al espacio y orbitó la Tierra.

Se trató de un hito que marcó el principio de la carrera espacial en medio de la Guerra Fría, en que la disputa soviética y norteamericana llevaron sus diferencias ideológicas hacia la misma conquista de la Luna.

Los soviéticos presumieron de este logro, mientras que los norteamericanos veían desesperados cómo sus cohetes explotaban; sin embargo, en junio de 1969 una misión estadunidense logró aterrizar y caminar por primera vez en la Luna.

Ahora, más de 50 años después de esa gesta, las potencias han vuelto a mirar hacia el espacio redescubriendo su potencial a tal punto, que el dominio de la termosfera y la exosfera es la disputa más inmediata.

Ubicaciones

Ambas contienen miles de satélites puestos en órbita alrededor de la Tierra y sirven para muchos propósitos diferentes: desde estaciones espaciales complejas como la Estación Espacial Internacional hasta el Sistema de Posicionamiento Global.

¿Qué es un satélite artificial? Es una máquina o un dispositivo lanzado al espacio que gira alrededor de la Tierra y su funcionalidad esencial es recopilar información y proveerla.

Si bien la termosfera tiene altas temperaturas superiores a los dos mil 730 grados Fahrenheit, los satélites no sufren daños por calor debido a la baja presión experimentada.

La Estación Espacial Internacional (EEI) orbita alrededor de la Tierra en la órbita terrestre baja; los instrumentos utilizados con fines de investigación también se encuentran en este rango orbital para que puedan monitorear mejor los eventos en la Tierra.

En cuanto a la exosfera, esta región no tiene un límite superior distinto ya que las moléculas flotan libremente en la capa: “Las órbitas medias y altas de la Tierra se encuentran en la exosfera, así que los satélites en esta capa pueden permanecer en sus órbitas durante mucho tiempo; algunos pueden durar décadas sin necesidad de ajuste”.

También están los satélites de comunicaciones y meteorológicos, localizados en rangos orbitales más altos dado que requieren captar vistas más amplias y tener un acceso a grandes áreas de la Tierra.

En la misma exosfera están puestos en órbita decenas de satélites. No hay un punto definido con precisión donde termine la atmósfera de la Tierra y comience el espacio exterior. Las propias agencias espaciales señalan que también dentro de la ionosfera hay satélites.

Espacio más militarizado

En lo que va del siglo XXI se vive una nueva Guerra Fría con una serie de potencias involucradas y el escenario de los roces ya no es únicamente en el terreno de la geopolítica o de la geoeconomía: incluso ha llegado al espacio.

Kim Jong-un, el dictador norcoreano, realizó el 13 de septiembre una visita de Estado a su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la ciudad de Vladivostok.

Allí Jong-un ofreció a Putin su total apoyo en la guerra que libra con Ucrania tras invadir al país en febrero del año pasado y mostró su disposición a favor de proveer de armamento al Kremlin a cambio de lograr el apoyo de Rusia para que Corea del Norte acelere su expansión en el espacio a través de los satélites.

Ambos se trasladaron al cosmódromo Vostochny, ubicado en los bosques al este de Rusia, donde se fabrican los satélites rusos y otros artefactos que llegan al espacio.

Corea del Norte está dispuesta a dar armas a cambio de tener satélites de fabricación rusa. Durante la visita a las instalaciones Jong-un pudo ver parte del ensamblaje del nuevo propulsor espacial ruso, llamado Angara.

Allá arriba también se libra una guerra por conquistar el espacio y explorar el universo. La Agencia de Inteligencia de Defensa estadunidense afirma que el

espacio también se está militarizando.

De acuerdo con el informe Desafíos a la seguridad en el espacio de 2022 tanto China como Rusia desarrollan nuevos sistemas espaciales para mejorar su efectividad militar.

Este organismo menciona diversos ataques que han pretendido interferir en el buen funcionamiento de los satélites; intentos de intervención para controlarlos; y otros intentos abortados dirigidos a boicotear la navegación y comunicación de varios satélites.

“Hay armas de energía dirigida que pueden cegar los satélites de imágenes; también están los misiles de armas antisatélite, que pueden destruir satélites de órbita terrestre baja y crear desechos peligrosos, así como armas orbitales que pueden dañar o manipular satélites que están en desarrollo o se han desplegado”, advierte la Agencia de Inteligencia de Defensa.

La CIA, así como el Pentágono, denuncian que ciberatacantes chinos han estado apuntando durante mucho tiempo a los satélites estadunidenses con la finalidad de boicotearlos.

“La interrupción de los datos satelitales de la NOAA es un ejemplo. Los atacantes pretenden alterar e interrumpir la información que fluye en las estaciones de control terrestre; así como bloquear o falsificar los enlaces de comunicación satelital, entregar malware en los sistemas de control satelital y usar la Inteligencia Artificial (IA) para encontrar nuevos patrones de ataque sin dejar rastro”, según la agencia.

El mayor riesgo está en las Redes Satelitales Híbridas (HSN), que están convirtiéndose cada vez más en un objetivo para los ataques cibernéticos porque ofrecen desafíos únicos para los atacantes.

El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) explica que “el sector espacial está en transición hacia HSN, que es una agregación de terminales, antenas, satélites, cargas útiles u otros componentes de propiedad y operación independientes que comprenden un sistema satelital.

Los riesgos se multiplican, así como los desafíos, en la medida que van proliferando sin control alguno los satélites: en 2018 el World Economic Forum señaló que EU tenía en el espacio 830 satélites; para este año suman ya dos mil 804 satélites. Y China pasó de 280 satélites en dicho año a 467 en 2023; mientras Rusia pasó de 147 a 168.

La mayoría de los satélites tienen fines militares, mientras que el resto son civiles, científicos, gubernamentales, de mapeo de la tierra, de estudio del Universo, de geolocalización y de comunicaciones.

Con la invasión de las tropas rusas a Ucrania, una guerra librada por una potencia nuclear contra un país que no lo es, ha cobrado especial atención el uso de los satélites como mecanismos de defensa militar y de apoyo al espionaje tradicional.

Gracias a los satélites norteamericanos y británicos pudo corroborarse que Rusia preparaba una invasión tres meses antes de hacerla efectiva; las imágenes captadas por las potentes lentes y las coordenadas proporcionadas por los ordenadores evidenciaron un inusual desplazamiento de tropas, efectivos, carros de combate y otro equipo militar camino de Valuyki, a 27 kilómetros de la frontera rusa con Ucrania; así como a Belgorod; o inclusive largas columnas de soldados rusos por Narodia, Bielorrusia, en su camino hacia la toma de Kiev.

Han sido los satélites estadunidenses y británicos los que evitaron el factor sorpresa que tan letal es en una guerra y además siguen proveyendo de valiosa información militar a las tropas ucranianas para que sus ataques sean más certeros contra las posiciones rusas e incluso salvaguardando la vida del presidente Volodímir Zelenski, quien ha logrado hasta el momento salir indemne de ataques para asesinarlo.

Basura espacial

Los científicos señalan que los cielos abarrotados aumentan la probabilidad de choques entre satélites y otros cuerpos espaciales. De hecho, en 2009 dos satélites de comunicación pertenecientes uno a Rusia y otro a Estados Unidos colisionaron accidentalmente.

Desde hace tiempo científicos y fabricantes e inclusive magnates que quieren explorar proyectos de investigación o bien buscan detonar los llamados viajes fuera de la Tierra, están interesados en que se haga una gran regulación mundial sobre el uso del espacio, con sus obligaciones y responsabilidades.

Precisamente el Foro Económico Mundial logró que personas y empresas alrededor de la industria espacial signaran la Declaración de Desechos de la Industria Espacial con la intención de abordar los desechos espaciales.

El Foro también presentó la primera Clasificación de Sostenibilidad Espacial del mundo como parte de un consorcio en el que participan la Agencia Espacial Europea, MIT Media Lab, Bryce Tech y la Universidad de Texas.

El objetivo es reducir los desechos espaciales y garantizar que las misiones de exploración espacial se gestionen de forma segura y sostenible, dado que el entorno orbital es un recurso compartido a nivel mundial.

El Comité Interinstitucional de Coordinación de Desechos Espaciales (IADC, por sus siglas en inglés) ha logrado grandes avances en el establecimiento de directrices y propone que los países que han lanzado satélites y tengan basura espacial se hagan corresponsables.

De acuerdo con la NASA hay más de 25 mil piezas conocidas como basura espacial que viajan en el espacio y representan un enorme riesgo porque las colisiones pueden ser catastróficas.