LA GUERRA EN UCRANIA Y SU IMPACTO SOBRE LAS ELECCIONES EN EU

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Hace unos días el presidente de Francia, Emmanuel Macron, produjo conmoción en los medios internacionales al declarar en una entrevista que “quizás en algún momento —no lo quiero, no tomaré la iniciativa— será necesario realizar operaciones sobre el terreno, sean las que sean, para contrarrestar a las fuerzas rusas”.

La sorpresa aumentó en la medida en que dichas declaraciones fueron posteriores a una reunión con el canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro de Polonia, Donald Tusk.

Aun así, no está claro si los países de la Unión Europea (UE) disponen de la capacidad para coordinar una operación militar conjunta contra Rusia.

Todo lo anterior abona a la idea tantas veces sugerida de que la UE requiere una política de defensa común. En caso de ganar Donald Trump la presidencia de Estados Unidos los europeos quedarán a merced de las agresiones rusas sin la garantía que tuvieron en otro tiempo de que EU intervendría en defensa de sus aliados en Occidente. Trump no nada más ha sido un crítico feroz de la OTAN, sino que ha anunciado con toda claridad que él quiere sacar a EU de la alianza y busca desvincularse totalmente del conflicto en Ucrania.

Mi impresión es que Macron, consciente de las implicaciones de una posible victoria de Trump en las elecciones estadunidenses, quiere apoyar, así sea de manera indirecta, la candidatura de Joe Biden. Uno de los argumentos de campaña del trumpismo es que durante el gobierno de Trump EU no entró a ninguna guerra nueva. En contraparte, de acuerdo con los trumpistas, Biden metió a los estadunidenses en dos guerras adicionales: Ucrania y Oriente Medio (Gaza). Esto naturalmente tiene costos financieros y de vidas norteamericanas, de modo que los trumpistas invitan a los electores a mostrarle su repudio a la guerra votando por ellos.

Macron intenta quitarle temporalmente a EU la carga del liderazgo de Occidente en esta guerra para que no sea un motivo de ataques electorales a Biden.

Sistema

Desde luego, Biden no interviene en esos conflictos por el gusto de gastar dinero y vidas estadunidenses. De hecho, el involucramiento estadunidense aún no ha tenido costos en vidas, pues ha logrado evitar la necesidad de enviar tropas norteamericanas al terreno. Por ahora, cooperan enviando armas a Ucrania y con respaldo diplomático a Israel para defenderse de las agresiones terroristas. No obstante, incluso eso es difícil de explicar a los electores. Es muy fácil para la oposición republicana acusar al gobierno demócrata de Biden de gastar dinero de los contribuyentes en conflictos en países lejanos en lugar de gastarlo en servicios a los norteamericanos.

El hecho es que el interés estadunidense reside en la contención del neoimperialismo de Vladimir Putin. No nada más por su afán de expansión territorial sobre Europa, sino también por su intención de desestabilizar e incluso destruir el sistema internacional liberal creado por EU.

Rusia es, además, un aliado explícito de China, el rival más importante de los estadunidenses en el siglo XXI. Biden trabaja empeñosamente en la defensa de ese orden internacional que auspicia el libre comercio, los derechos humanos y el multilateralismo. El mismo orden internacional que le ha permitido a EU convertirse en la superpotencia dominante del planeta. De manera que, aun si los electores no alcanzan a verlo, es parte de su interés nacional a largo plazo evitar la victoria rusa en la guerra de Ucrania.

Sin embargo, las elecciones se caracterizan por la obsesión con las prioridades inmediatas. Ese es el drama de Biden en su política exterior y el impacto que tendrá la guerra sobre la elección presidencial estadunidense.