LA CRISIS QUE ABRIÓ LA CAJA DE PANDORA

Claudia Luna Palencia
Internacional
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Los bancos habrían invertido parte del dinero de sus clientes en determinadas inversiones a largo plazo que se verán seriamente afectadas por el brusco cambio en la política monetaria.

El Banco Central Europeo (BCE) descarta una crisis bancaria como la de 2008. No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que los riesgos actuales podrían derivar en una calamidad financiera mayor, aunque el Banco Mundial (BM) tiene una visión más aguda y advierte el desvanecimiento de las fuerzas económicas impulsoras del progreso y la prosperidad.

Desde hace poco más de un mes tres instituciones bancarias en Estados Unidos comenzaron con una serie de problemas que derivaron en tres quiebras: primero, la del Silvergate que operaba en San Diego, especializado en Fintech y criptoactivos; segundo, el Silicon Valley Bank, en Santa Clara, experto en financiamiento de riesgo para startups; y tercero, el Signature Bank, en Nueva York, otro líder en criptoactivos dentro de un boyante ecosistema de empresas con proyectos innovadores. Ninguno de ellos era un banco sistémico, de esos demasiado grandes para dejarlos caer.

Los que sí son sistémicos son bancos europeos que se han visto atrapados en una nube negra de volatilidad y ataques de nervios por inversores y depositantes temerosos de verse afectados por una nueva crisis de contagio financiera como la desatada en 2008, a raíz del colapso de las Subprime en la Unión Americana.

Así, el banco helvético Credit Suisse cayó en una burbuja de especulación en el parqué bursátil afectado por la negativa de su accionista principal, el Banco Nacional Saudí, a inyectarle más capital, lo que para la sensibilidad bursátil significó una mala señal.

Al Credit Suisse le aqueja una serie de problemas en su capitalización y el año pasado presentó pérdidas por siete mil 400 millones de euros. Para evitar que siguiera perdiendo parte de su capitalización bursátil luego de las ventas de los accionistas, el Banco Central Suizo y el regulador suizo FINMA acordaron inyectarle 50 mil millones de francos y finalmente terminó vendido a otro de los sistémicos, el helvético UBS, por tres mil millones de francos.

Ante el temor de una extensión, los supervisores bancarios revisan a los bancos que puedan tener emisiones en bonos de riesgo y las condiciones en las que fueron emitidos.

Otro de los colosos fuertemente castigados en el mercado bursátil es el alemán Deutsche Bank, cuyos seguros contra impagos (CDS) subieron a pesar de que el año pasado reportó ganancias por cinco mil millones de euros.

Hasta el canciller germano, Olaf Scholz, salió a declarar que el Deutsche Bank es un banco sólido y saneado que no tiene por qué verse arrastrado por problemas financieros externos.

Esfuerzos regulatorios

En realidad, pasa en Europa lo mismo que acontece en cualquier otra parte del mundo cuando algún o algunos bancos empiezan a colapsar en determinado país: en general se duda de la salud del sistema bancario y financiero. Y, por lógica, el nerviosismo hace temer una exposición al riesgo con su consecuente vulnerabilidad.

“Los esfuerzos para fortalecer la regulación bancaria en los últimos años nos ponen a todos en posición de decir que la supervisión bancaria europea y el sistema financiero son robustos y estables y que tenemos una capitalización resistente de los bancos europeos”, reiteró el canciller germano para frenar la caída del Deutsche Bank en bolsa.

También en la pasada reunión del Consejo Europeo en Bruselas los líderes de los 27 países miembros reafirmaron que dentro de la Unión Europea (UE) la supervisión y regulación del sector bancario es mucho más estricta respecto de la aplicada en EU; y que ello fue precisamente resultado de la crisis Subprime desatada en 2008.

¿Por qué el temor entonces? Porque a lo largo de estos años de tasas bajas y casi cero en la UE los bancos habrían invertido parte del dinero de sus clientes en determinadas inversiones a largo plazo que se verán seriamente afectadas por el brusco cambio en la política monetaria, que pasa de una política laxa de tasas bajísimas para estimular la demanda más que el ahorro, a otra ortodoxa y restrictiva con la finalidad de controlar la inflación disminuyendo la demanda y estimulando más bien el ahorro y la inversión porque las tasas son elevadas.

Los bancos están sujetos a un nivel de estrés derivado de este repentino viraje, en el que nadie sabe a ciencia cierta cuántas son las instituciones de crédito afectadas.

Nadie quiere otra crisis financiera que solo obraría en contra del PIB mundial. Hasta el momento las estimaciones de crecimiento son: la OCDE aventura un PIB global de 2.6%; para el FMI será de 2.9%; el BM es más drástico y avizora un crecimiento de solo 1.7 por ciento.

Precisamente este organismo que todavía dirige David Malpass (hasta el 30 de junio próximo) mantiene una visión más aguda acerca de la situación actual que se atraviesa a nivel global, dada la cantidad de variables combinadas y obrando en contra de las fuerzas económicas que contribuyen a la generación de la riqueza y de la prosperidad.

Las disrupciones las provocan diferentes variables, comenzando por el impacto de una pandemia que recién cumplió tres años; el desequilibro que se arrastra desde entonces en las cadenas de valor y de producción; la inestabilidad en los commodities; el contexto geoeconómico con sanciones entre China y EU impuestas mutuamente desde la época del gobierno de Donald Trump; en geopolítica, la invasión de las tropas rusas en Ucrania con sus consecuentes sanciones a Rusia y a Bielorrusia; los problemas para que tanto Ucrania como Rusia vendan sus cereales, productos primarios y energéticos… Y ahora la posibilidad de una crisis financiera.

Mayor vigilancia bancaria

Kristalina Georgieva pide precaución. Hace unos días la directora gerente del FMI se sumó a la polémica en torno de si podría desatarse otra crisis bancaria con efecto de contagio financiero en varias regiones.

“Una crisis bancaria en EU y Europa empeora las perspectivas de la economía mundial y aumenta los riesgos de una calamidad financiera aún mayor. Es necesaria una mayor vigilancia para no poner en riesgo la tarea de reducir la inflación”, reiteró.

Las crisis bancarias sistémicas y las recesiones tienen efectos duraderos en el crecimiento y el desarrollo, advierte a su vez un análisis contundente elaborado por el grupo de expertos del BM en vísperas de su reunión de Primavera con el FMI en Washington, del 10 al 16 de abril, en la que ya se anticipa un reajuste a la baja en las perspectivas del PIB mundial por ambos organismos.

El documento Perspectivas de crecimiento a largo plazo a la baja: tendencias, expectativas y políticas aborda el impacto a largo plazo de la pandemia y de la invasión a Ucrania, que terminarán poniéndole un “límite” a la velocidad de crecimiento del PIB mundial.

“El informe documenta una tendencia preocupante: casi todas las fuerzas económicas que impulsaron el progreso y la prosperidad en las últimas tres décadas se están desvaneciendo. Como resultado, entre 2022 y 2030 se espera que el crecimiento potencial promedio del PIB mundial disminuya en aproximadamente un tercio de la tasa que prevaleció en la primera década de este siglo, a 2.2% anual”, señala.

Los países en desarrollo que habían soportado con diversos amortiguadores el golpe de la crisis Subprime y que tuvieron de media un crecimiento de 6% anual entre 2000 y 2010 tendrán crecimientos promedios de 4% el resto de la década. En general, estas proyecciones se cumplirán siempre y cuando no estalle una crisis financiera mundial con una consecuente recesión.

Para la especialista Indermit Gill, vicepresidenta superior de Economía del BM, el panorama venidero podría ser peor que el actual porque “una década perdida podría estar en ciernes para la economía mundial”.

La disminución continua del crecimiento potencial, indica, “tiene serias implicaciones para la capacidad del mundo para enfrentar la creciente variedad de desafíos únicos de nuestros tiempos: pobreza obstinada, ingresos divergentes y cambio climático. Pero esta disminución es reversible. El límite de velocidad de la economía global se puede elevar a través de políticas que incentiven el trabajo, aumenten la productividad y aceleren la inversión”.

El riesgo de cargarse los sueños de toda una generación es real. El análisis muestra que el crecimiento potencial del PIB puede aumentar hasta en 0.7 puntos porcentuales, hasta una tasa promedio anual de 2.9%, si los países adoptan políticas sostenibles y orientadas al crecimiento. Eso convertiría una desaceleración esperada en una aceleración del crecimiento potencial del PIB mundial.

“Le debemos a las generaciones futuras formular políticas que puedan generar un crecimiento sólido, sostenible e inclusivo”, dijo Ayhan Kose, autor principal del informe y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial. “Se debe hacer un impulso político audaz y colectivo ahora para rejuvenecer el crecimiento. A nivel nacional, cada economía en desarrollo tendrá que repetir su mejor historial de diez años en una serie de políticas. A nivel internacional, la respuesta política requiere una cooperación global más fuerte y un impulso revitalizado para movilizar capital privado”.

Recetas

El informe ofrece un amplio menú de opciones de política alcanzables, abriendo nuevos caminos en varias áreas. Presenta la primera base de datos pública integral del mundo de múltiples medidas de crecimiento potencial del PIB, que abarca 173 economías desde 1981 hasta 2021. También es el primero en evaluar cómo una serie de perturbaciones económicas a corto plazo —como las recesiones y las crisis bancarias sistémicas— reducen el crecimiento potencial a mediano plazo.

“Las recesiones tienden a reducir el crecimiento potencial”, dijo Franziska Ohnsorge, autora principal del informe y gerente del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial. “Las crisis bancarias sistémicas causan un daño inmediato mayor que las recesiones, pero su impacto tiende a disminuir con el tiempo”.

El informe destaca medidas de política específicas a nivel nacional que pueden marcar una diferencia importante en la promoción de las perspectivas de crecimiento a largo plazo:

Alinear los marcos monetario, fiscal y financiero Marcos de política macroeconómica y financiera sólidos pueden moderar los altibajos de los ciclos económicos. Las autoridades deben priorizar el control de la inflación, garantizar la estabilidad del sector financiero, reducir la deuda y restaurar la prudencia fiscal. Estas políticas pueden ayudar a los países a atraer inversiones al infundir confianza a los inversores en las instituciones nacionales y la formulación de políticas.

Aumentar la inversión En áreas como el transporte y la energía, la agricultura y la manufactura climáticamente inteligentes, y los sistemas de tierra y agua, las inversiones sólidas alineadas con los objetivos climáticos clave podrían mejorar el crecimiento potencial hasta en 0.3 puntos porcentuales por año, así como fortalecer la resiliencia a los desastres naturales en el futuro.

Reducir los costos comerciales Los costos comerciales, en su mayoría asociados con el envío, la logística y las regulaciones, duplican efectivamente el costo de los bienes comercializados internacionalmente en la actualidad. Los países con los costos de envío y logística más altos podrían reducir sus costos comerciales a la mitad adoptando la facilitación del comercio y otras prácticas de los países con los costos de envío y logística más bajos. Además, los costos comerciales pueden reducirse de manera respetuosa con el clima, eliminando el sesgo actual hacia los bienes intensivos en carbono inherente a las listas arancelarias de muchos países y eliminando las restricciones al acceso a bienes y servicios respetuosos con el medio ambiente.

Capitalizar los servicios El sector de los servicios podría convertirse en el nuevo motor del crecimiento económico. Las exportaciones de servicios profesionales prestados digitalmente relacionados con la tecnología de la información y las comunicaciones aumentaron a más de 50% de las exportaciones totales de servicios en 2021, frente a 40% en 2019. El cambio podría generar importantes ganancias de productividad si resulta en una mejor prestación de servicios.

Aumentar la participación en la fuerza laboral Alrededor de la mitad de la desaceleración esperada en el crecimiento potencial del PIB hasta 2030 será atribuible a los cambios demográficos, incluida la disminución de la población en edad de trabajar y la disminución de la participación en la fuerza laboral a medida que las sociedades envejecen. Aumentar las tasas generales de participación en la fuerza laboral en el mejor aumento de diez años registrado podría aumentar las tasas de crecimiento potencial global hasta en 0.2 puntos porcentuales al año para 2030. En algunas regiones, como Asia meridional, Oriente Medio y Norte de África, aumentar las tasas de participación femenina en la fuerza laboral al promedio de todas las economías de mercados emergentes y en desarrollo podría acelerar el crecimiento potencial del PIB hasta en 1.2 puntos porcentuales al año entre 2022 y 2030.

En el informe también se subraya la necesidad de fortalecer la cooperación mundial. La integración económica internacional ha ayudado a impulsar la prosperidad mundial durante más de dos décadas desde 1990, pero ha flaqueado. Restaurarlo es esencial para catalizar el comercio, acelerar la acción climática y movilizar las inversiones necesarias para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).