Así como van las cosas, Benjamín Netanyahu tiene más vidas que un gato: más vidas políticas, porque las más recientes elecciones en Israel (1 de noviembre) le devolvieron la enorme posibilidad de convertirse otra vez en primer ministro y todo dependerá de las fuerzas con que pacte para formar gobierno.
Las elecciones premiaron al Likud, el partido que lidera Netanyahu, con 32 de 120 escaños de la Knéset. Al menos necesita la mitad para investirse como premier, pero las fuerzas de derecha y de ultraderecha, que también avanzaron, seguramente lo apoyarán.
De forma especial lo celebra Sionismo Religioso, el grupo de ultraderecha que pasó de tener seis diputados a 14, beneficiando sobre todo a su líder Itamar Ben-Gvir, conocido por su discurso radical contra las minorías árabes y palestinas.
Si el Likud suma a todos los grupos de derecha y ultraderecha, como son el Partido Sefardí Shas (pasa de nueve a once escaños), Judaísmo Unido por la Torá (de siete a ocho) y Sionismo Religioso (será la tercera fuerza en la Knéset), Netanyahu podría tener a su favor 65 escaños. Sería una fuerza política suficiente para retornar al poder convertido a sus 73 años en el político con la piel más resistente; inclusive, contra los juicios por corrupción que intentaron inhabilitarlo.
Curtido en todas las lides, a Bibi (como se le conoce coloquialmente entre la gente de a pie) se le mira como un camaleón político que desde muy joven empezó a gobernar y además con una fama bien ganada como combatiente, porque llegó a participar en varios conflictos defendiendo los intereses judíos, como aconteció en su momento en la Guerra de los Seis días (1967) y en la de Yom Kipur (1973). De hecho, perdió a un hermano durante el evento terrorista de Entebbe.
A cuestas lleva un rosario de elecciones ganadas: 1996, 2009, 2013, 2015, 2020 y 2022. Netanyahu, quien presume abiertamente de ser amigo de Donald Trump, dejó el poder en Israel al perder las elecciones de 2021 salpicado por escándalos de corrupción.
La policía lo investigaba desde 2017 por presuntos delitos relacionados con sobornos, abuso de confianza, corrupción y fraude. Se ventilaron algunos casos en los que se involucró a Netanyahu recibiendo un soborno por 283 mil dólares por parte de un empresario a cambio de una serie de privilegios.
Asimismo, se le acusó de coludirse con Arnon Noni Mozes, editor en jefe del periódico Yediot Ahronoth, para que solo fuesen publicadas notas positivas acerca de su gobierno y su persona; y para mantener bajo control a una publicación rival.
La negativa a renunciar durante los años de investigación judicial y a pesar de estar imputado sumieron a Israel en una turbulencia política que llevó al poder al centrista Yair Lapid, del partido Yesh Atid, de tendencia laicista. Luego de poco más de un año de gobierno perdió las elecciones, quedando como segunda fuerza política en la Knéset.
¿Por qué a pesar de todo Netanyahu vuelve a ser el candidato más votado por los israelíes? La percepción del elector promedio es que la situación empeoró para la economía interna; hay temor sobre la seguridad de Israel ante el acoso iraní, que amenaza con conseguir la bomba nuclear; los roces y los conflictos entre palestinos e israelíes aumentan….
Netanyahu, autodeclarado inocente de todos los cargos (de hecho, negocia con la Fiscalía), es visto como el viejo capitán de barco más sabio para evitar el choque contra el gran iceberg. El tiempo lo dirá.
Actor preponderante
Al interior de Israel hay muchos problemas que deberían solucionarse cuanto antes, como la situación con los palestinos y la posición regional, confiesa Uzi Rabi, director del Centro Moshe Dayan de Estudios Africanos y de Oriente Medio de la Universidad de Tel Aviv.
Por supuesto, la inestabilidad política es un tema principal, porque en los últimos cinco años los electores israelíes han sido convocados a las urnas para elecciones generales hasta en cuatro ocasiones. Solo hay otros dos países con tal vorágine de inestabilidad y están en Europa: Italia y Reino Unido.
En el momento de realizar esta entrevista no habían pasado todavía las elecciones, faltaban unos días, pero los sondeos en Israel ya advertían que la extrema derecha quedaría muy bien posicionada.
—¿Qué opina de este auge de la extrema derecha? Aquí en Europa ganan un poder político importante…
—Creo que en Israel será inevitable la negociación entre varias fuerzas políticas para formar gobierno. En cuanto a Europa y la extrema derecha, llegados a este punto debemos hacernos todos una pregunta: en el resurgimiento de la derecha radical hay algo que se ha hecho mal en las democracias liberales para que estén en crisis. El ascenso de la extrema derecha es revelador. Hay que cavar hacia adentro y ver los procesos sociopolíticos en América, en Europa y en el mismo Oriente Medio. Este es el tiempo de la crisis de las democracias liberales.
Lo más prudente, insiste Rabi, es tener algo en el medio: “En Israel también debería ser así, estar en el medio creando un gran paraguas en el que todos estén debajo y no dejar a nadie afuera. Ahora vemos que aquí están los extremistas y eso revela un mal trabajo político detrás. Necesitamos fuerzas que trabajen por el futuro de todas las generaciones”.
Lo que resulte de estas elecciones, añade Rabi en exclusiva, tendrá especial relevancia por la delicada tesitura por la que transita Israel en medio de un ambiente internacional lleno de tensiones. En la región, indica el experto, la posición de Irán sigue marcando las tensiones y es un foco desestabilizador que además quiere conseguir la bomba nuclear.
“Por otro lado, celebro los Acuerdos de Abraham y cómo Israel normaliza sus relaciones con otros Estados en la región, como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y recientemente con Turquía. Me parece muy positivo porque significa que algunos Estados árabes deciden cambiar su camino hacia el futuro, dejando atrás nociones y mitos del siglo XX que culpaban a Israel por todo lo que pasaba en Oriente Medio”, señala el investigador.
Rabi, quien viajó hasta España para una serie de encuentros con diversas universidades, recuerda a Vértigo que se debe entender la sensibilidad de Oriente Medio para hacer un análisis lo más certero posible. Para Israel es necesario ir siempre con precaución. “En Europa tenemos aliados, pero el sendero sigue siendo peligroso. No es el ambiente del pasado, tampoco hay un desastre, tenemos pros y contras. Soy optimista por cómo se desarrollan las cosas en Oriente Medio. Ha ido cambiando la posición de Israel en la región. En el siglo XX Israel era un paria con Estados cuestionando la legitimidad israelí para existir y otros no reconociéndolo. En el XXI tenemos algo totalmente diferente y hay que ser prudentes para encarar los desafíos actuales”, esgrime.
—Vemos muy activo a Israel estableciendo lazos con varios países de Oriente Medio. ¿Por qué ahora?
—Una parte ha sido resultado de los Acuerdos de Abraham, auspiciados por Estados Unidos, que permitieron un tratado de paz entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel en 2020. Es importante porque se trata del tercer país árabe, después de Egipto en 1979 y Jordania en 1994, que firma la paz con Israel. Gracias a ello se normalizaron las relaciones y lo mismo sucedió con Bahréin, siendo el cuarto Estado árabe en reconocer a Israel.
Rabi cree que a raíz de estos acuerdos Oriente Medio recalcula sus propios intereses: “Actúan en el sentido de sus propios intereses nacionales y de los desafíos de la actual realidad del siglo XXI, que son muy claros con el cambio climático y las energías renovables; cuestiones que ahora son muy importantes para los Estados”.
Por fortuna, prosigue el especialista, Israel es un experto en la materia y eso es básicamente la motivación detrás. De hecho, en agosto pasado Turquía e Israel acordaron el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas tras cuatro años en la congeladora. “Claro, hay gas, hay energía y eso interesa”.
Oriente Medio mueve sus fichas en busca de una mejor posición regional ante los inminentes desafíos que llaman a la unidad, como cambio climático, sequía, hambrunas por falta de granos, inundaciones y otras calamidades de la naturaleza.
“Vemos que finalmente cambia la percepción de que Israel no es el enemigo y que puede ser un socio. Hay que recordar además que Estados Unidos no invierte más en la región; no lo han hecho Obama, Trump, ni Biden. Lo que nos queda es ayudarnos entre nosotros, cooperar e invertir entre nosotros mismos”, matiza.
Ucrania: ayuda en la sombra
Después está la invasión. ¿Cómo se mira a lo lejos desde Israel? Rabi dice que le ha sorprendido ver a una Rusia mucho más débil de lo que se imaginaba el mundo. “No es un imperio como lo ha presumido”.
Puntualiza: “Hay muchos problemas con sus milicias, su armamento, los asuntos internos; estamos sorprendidos de ver cómo Ucrania planta cara a los rusos, que son una potencia nuclear. Empieza a recuperar una parte del territorio ocupado por los rusos y vemos que está convirtiéndose en una guerra larga”.
—¿Qué futuro le ve a la guerra?
—Lo que tenemos es una crisis energética y a Europa debilitada por toda la dependencia respecto del gas ruso, por esas enormes importaciones de gas ruso que realizaba. Todos sabemos que Europa sufrirá. Segundo, hay una inseguridad alimentaria por la falta de grano ucraniano, no solo para el consumo europeo, sino también para Oriente Medio y otras partes del mundo. La guerra en una parte de Europa provoca una guerra económica con un gran impacto global.
—Y luego está el mundo en bandos…
—La guerra es un evento que en geopolítica ha puesto en evidencia dos claros bandos: Estados Unidos con Europa unidos contra Putin ayudando a Ucrania y Rusia respaldado por Irán y China desde distintas perspectivas. En geopolítica hay que tenerlo en cuenta para el cauce de esta guerra en los próximos meses; pero, insisto, en colateral se desarrolla una grave crisis humanitaria con muchas atrocidades. Hay un dictador, Putin, al que todo le ha salido mal: pensó que sería muy fácil apropiarse de Ucrania y consiguió todo lo contrario. Estoy convencido de que Rusia no saldrá victoriosa.
El destino y el fin de la guerra son dos grandes incógnitas. En este sentido Rabi remarca que Rusia creó un desastre que se vuelve en su contra. “Basta ver todas las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados; y las decisiones de Europa de cortar su dependencia energética respecto de Rusia”.
—Siete meses después de la invasión se llega a un punto de no retorno…
—Estamos en una calamidad; esta guerra lo es. No le veo tampoco el final, ni siquiera un escenario de certidumbre y de confianza para una paz negociada entre las partes. No sabemos, por la personalidad de Putin, qué tenga en mente. Para mí es un lunático. La Historia misma está llena de ejemplos y de casos de dictadores que dicen una cosa y justo hacen la contraria.
Luego están los reproches del mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, hacia Israel por no sumarse a las sanciones, por no prestarle su famosa Cúpula de Hierro. Rabi niega que su país no esté haciendo nada, porque “lo hace debajo del agua” desde sus propias posibilidades: “Debemos tomar en cuenta que Rusia controla el flanco este del Mediterráneo y eso mismo hace en puertos como la base naval de Tartús, en Siria, que utiliza la Armada rusa”.
Israel, agrega el asesor en temas internacionales, tiene que cooperar con Rusia y cuidar sus intereses en Siria en su lucha contra Irán; así es que no es un escenario nada sencillo.
Alerta por Irán
La situación interna en Irán empieza a intranquilizar a los analistas internacionales. La nación de los ayatolá lleva sumida en una vorágine de protestas estudiantiles, universitarias y de la sociedad civil, desde la sospecha de asesinato de Mahsa Amini, la joven de 22 años arrestada por la Policía de la moral por llevar mal el velo el 16 de septiembre y quien murió en sus manos.
Bajo el grito de Mujer, Vida y Libertad, miles de adolescentes y jóvenes se rebelan contra la estricta moral iraní, desafiando a uno de los regímenes más represores y violentos del mundo. En su momento, la Primavera Árabe fracasó en Teherán.
De acuerdo con el diario The Wall Street Journal, Riad compartió con la inteligencia estadunidense sendos informes que advierten de un ataque inminente de Irán contra objetivos de Arabia Saudita o bien contra algún otro rival en la región.
A raíz del informe, el Pentágono ha puesto en alerta a sus bases en Medio Oriente. Según el periódico norteamericano, Teherán estaría buscando una cortina de humo para desviar la atención hacia otro flanco con la finalidad de controlar la situación interna.