“FRANCISCO, HERMANO, YA ERES MEXICANO”

Antonio Caporal
Internacional
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Papa Francisco Mexicano

El jefe del Estado Vaticano fue un ferviente devoto de la virgen de Guadalupe y siempre habló de que los mexicanos son privilegiados porque f

ue aquí donde ella se hizo presente.

El viernes 12 de febrero de 2016 el Papa Francisco llegó al hangar presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), donde fue recibido por el entonces presidente Enrique Peña Nieto: ahí comenzó una gira de seis días por nuestro país, durante la cual visitó cinco entidades y se encontró con decenas de miles de fieles de la segunda nación con el mayor número de católicos en el mundo.

Su recorrido inicial de tres cuartos de hora a bordo del Papamóvil fue su primer encuentro con las multitudes capitalinas, bastante curtidas en estos diplomáticos recibimientos callejeros del representante de Dios en la Tierra: con él, los mexicanos ya cuentan en su haber la visita de tres diferentes jefes del Estado Vaticano.

Una valla humana de casi 20 kilómetros de extensión —por ambos lados de las avenidas por donde circuló— lo ovacionó con un fervor que fundía lo religioso con lo festivo; las lágrimas de emoción desprendían la misma intensidad que los gritos desbordados; parejas, grupos de amigos, monjas, sacerdotes, comerciantes, oficinistas, estudiantes, familias enteras salieron para ovacionar al Santo Padre: “Francisco, hermano, ya eres mexicano”.

Desde el vehículo que lo transportó por casi una hora desde el Aeropuerto hasta la sede de la Nunciatura Apostólica, el Papa Francisco saludó a diestra y siniestra a los fervientes devotos que festejaban su paso agitando sus banderas.

Sus encuentros con jóvenes, trabajadores, grupos marginados, pueblos originarios, migrantes, hospitalizados, reclusos y religiosos mexicanos reflejaron su interés y preocupación por nuestros problemas; nos demostró que tenía a México muy presente en sus oraciones y, sobre todo, que es un devoto de la virgen de Guadalupe.

Durante su breve pero significativa estancia se ganó el corazón de los católicos mexicanos con sus emotivas palabras, pero también logró llamar la atención de toda una nación con sus reflexiones y un mensaje de paz, solidaridad, justicia social y esperanza.

Virgen Morena

La tarde del sábado 13 de febrero la Basílica de Guadalupe, en la capital del país, recibió al Papa Francisco, quien siguió los pasos de sus dos predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI: “No podía dejar de venir. ¿Podría el sucesor de Pedro, llamado del lejano sur latinoamericano, privarse de poder posar la propia mirada sobre la virgen morenita?”

Joya de la arquitectura religiosa contemporánea, el templo mariano, al pie del Cerro del Tepeyac donde la virgen de Guadalupe se le apareció a San Juan Diego, tiene un interior circular que permite a los visitantes ver el altar desde cualquier punto: “Sé que aquí se halla el corazón secreto de cada mexicano. Entro con pasos suaves como corresponde entrar en la casa y en el alma de este pueblo y estoy profundamente agradecido por abrirme la puerta.

“Sé que mirando los ojos de la virgen alcanzo la mirada de vuestra gente, que en ella ha aprendido a manifestarse. Sé que ninguna otra voz puede hablar así tan profundamente del corazón mexicano como me puede hablar la virgen. Ella custodia sus más altos deseos y sus más recónditas esperanzas. Ella recoge sus alegrías y sus lágrimas. Ella comprende sus numerosos idiomas y les responde con ternura de madre porque son sus propios hijos”.

Aunque era bien conocida su devoción por la virgen de Guadalupe, en ese momento y con tan poéticas palabras el Papa Francisco dejó en claro que su corazón era guadalupano.

Papa Guadalupano

Además de alabar a la virgen del Tepeyac, el líder de la Iglesia católica pidió a los mexicanos que “sean capaces de contribuir a la unidad de su pueblo; de favorecer la reconciliación de sus diferencias y la integración de sus diversidades; de promover la solución de sus problemas endógenos; de recordar la medida alta que México puede alcanzar si aprende a pertenecerse a sí mismo antes que a otros; de ayudar a encontrar soluciones compartidas y sostenibles para sus miserias; de motivar a la entera nación a no contentarse con menos de cuanto se espera del modo mexicano de habitar el mundo”.

Compasión y compromiso

Ecatepec, en el Estado de México, es el municipio más poblado del país, con más de millón y medio de personas. Ahí viven miles de trabajadores que día a día realizan fatigosos desplazamientos para ir a trabajar, ya sea a la Ciudad de México o a otros puntos de la geografía mexiquense; es, al mismo tiempo, una región que padece los más altos índices de criminalidad que, conjugados con los vergonzosos niveles de pobreza y la carencia de servicios públicos básicos, la hacen justo un lugar donde la palabra de Dios es más que necesaria; una región a la que “hay que mirar con compasión y compromiso”, afirmó el Papa.

El sol de medio día de febrero, en la Zona Metropolitana del Valle de México, es inmisericorde: enrojece la piel, sofoca, deshidrata, seca la boca, nubla la vista, hace arder el cuerpo y lleva a los extremos de la resistencia humana.

Papa Francisco

Pero ni siquiera el Astro Rey, los 33 grados Celsius o el polvo fueron impedimento para que 300 mil almas, 400 mil quizá —¿quién lo puede decir?—, se concentraran en un terreno de 45 hectáreas conocido como el Caracol para escuchar al hombre que representó la esperanza de los más desprotegidos.

En su mensaje, el Pontífice hizo una reflexión sobre la necesidad de rechazar las “tentaciones de la riqueza, la vanidad y el orgullo”; al mismo tiempo, exhortó a los miles de fieles congregados a trabajar por una “sociedad más justa y equitativa”.

¿Cuántos católicos en el mundo pueden presumir que presenciaron una misa del Papa? No muchos, claro, y bien lo sabían los devotos que, llegados desde diversos puntos, escucharon el mensaje del Pontífice.

En ese emblemático municipio urbano el Papa destacó “la importancia de combatir la corrupción, la injusticia social y el crimen”, al mismo tiempo que los llamó a ser más solidarios: “Un cristiano no puede dejar de mostrar su solidaridad para ayudar a aquellos a quienes aún les falta el pan de la cultura o la oportunidad de tener un trabajo digno, no puede ser indiferente mientras las nuevas generaciones no encuentren la manera de realizar sus legítimas aspiraciones”, dijo.

Amor a la tierra

Digno representante de la Compañía de Jesús, el Papa Francisco tenía un firme compromiso con las comunidades indígenas, a las que siempre reconoció sus valiosas aportaciones al mundo.

Justo por ello su visita a Chiapas el lunes 15 de febrero representó un momento muy especial. Tan pronto pisó suelo chiapaneco estallaron los gritos de emoción de decenas de niños indígenas tsotsiles, tzeltales, choles, tojolabales y lacandones que, ataviados con sus coloridos atuendos regionales, le daban la bienvenida desde las gradas.

Qué mejor lugar que Chiapas para ensalzar a las comunidades indígenas y hablar en defensa de la naturaleza.

En la misa celebrada en San Cristóbal de las Casas, Francisco comenzó a hablar en tsotsil: “Li smantal Kajvaltike toj lek (“La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma”).

A lo largo de la homilía el Papa habló sobre “el anhelo que existe en los corazones de tener una tierra en la que la injusticia pueda ser vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz”.

Y sobre el planeta que habitamos expresó: “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”.

Solidaridad

El Papa también visitó Michoacán, donde celebró una misa en la que pidió a religiosas, religiosos, seminaristas y familias que “no caigan en la tentación proveniente de ambientes de violencia, corrupción, narcotráfico, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad, y no se resignen ante dichos fenómenos”.

El miércoles 17 de febrero estuvo en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde sostuvo un encuentro con trabajadores y empresarios de la región a quienes dijo: “Cada sector tiene la obligación de velar por el bien del todo, todos estamos en el mismo barco. Todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y de futuro, que sea un espacio para construir sociedad y ciudadanía”.

En esa ciudad fronteriza, en los albores de la carrera presidencial de Donald Trump —quien para entonces amenazaba ya con construir un muro en la frontera de México y Estados Unidos—, el Papa Francisco lanzó una frase que dio la vuelta al mundo: “Una persona que piensa en construir muros y no puentes, no es cristiano”.

A escasos metros del Río Grande, Francisco presidió una misa multitudinaria dedicada al fenómeno de los migrantes: “Aquí, en Ciudad Juárez, se concentran miles de migrantes. Un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados. Muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano, de la trata de personas”, denunció en su homilía.

Los migrantes, al igual que muchos grupos vulnerables del mundo, fueron de especial interés para el Papa. Apenas en febrero pasado el Pontífice envió una carta a los obispos estadunidenses en la que anotó: “He seguido con atención la importante crisis que está teniendo lugar en Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas. La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”.

Durante todo su pontificado Francisco fue un gran aliado de México en el tema de la defensa de los migrantes.

Distancia

Aquella visita del Papa Francisco fue la primera ocasión en la que México recibió a un Pontífice en Palacio Nacional. El encuentro demostró “la madurez que ha adquirido la relación entre México y la Santa Sede”, subrayó en ese entonces la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), que encabezaba Claudia Ruiz Massieu.

La cancillería mexicana recordó que “México ha establecido una relación directa y cercana con la figura papal, como lo demuestran las seis visitas que el jefe del Estado Vaticano ha realizado a México”.

Lo cierto es que José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto entendieron muy bien la importancia de tener como aliado al jefe del Estado Vaticano para afrontar juntos temas de la agenda global como el cambio climático, el desarme nuclear, la migración y el desarrollo sostenible.

Cada uno de ellos invitó y recibió al líder de la Iglesia católica, producto de las amplias coincidencias en temas multilaterales, pero sobre todo por la excelente relación diplomática entre los Estados mexicano y del Vaticano.

La cancillería apuntó que aquella visita brindó una oportunidad para analizar, “desde la perspectiva de la Compañía de Jesús”, el tema de la educación y del trabajo a favor de los más necesitados.

Igualmente, destacó que en sus discursos el Papa constantemente hizo “alusión a diferentes temas de la agenda internacional como la migración, los derechos humanos, el desarme, el narcotráfico, el terrorismo, el cambio climático y la lucha contra la pobreza, entre otros”.

Por lo anterior, la vista del Pontífice cobró relevancia tanto en el ámbito de las relaciones diplomáticas como en los encuentros con jefes de Estado —o líderes mundiales— con gran poder de convocatoria. Ni qué decir del enorme significado que tuvo para la comunidad católica disfrutar, de nuevo, la presencia del Santo Padre.

Solo la administración pasada no contó con la visita de un Papa, a pesar de que fueron varias las invitaciones que se le formularon: “Ya lo invité, no sé si vendrá”, respondió en diciembre de 2022 el entonces presidente de la República, a pregunta expresa. Es bien sabido que fueron varias las gestiones del gobierno mexicano, vía la embajada, la cancillería y la propia Presidencia de la República, para que regresara el Papa Francisco. Incluso la Conferencia del Episcopado Mexicano invitó al Papa en marzo de 2019 para que acudiera a las celebraciones de los 500 años de evangelización en América.

Se debe recordar que en el marco de dicha celebración el anterior presidente de la República pidió a la Iglesia católica que se disculpara por “los abusos cometidos durante la Conquista”. La respuesta del Vaticano fue: “El Sumo Pontífice no tiene más que decir” respecto de ese tema.

En algún momento el Papa Francisco respondió a un reportero que le gustaría regresar a México, pero prefería “dar prioridad a otros países”. Y nunca más regresó.

A las 13:00 horas del lunes 21 de abril todos los templos de México replicaron sus campanas; las diócesis, parroquias, comunidades religiosas y fieles laicos del país elevaron sus oraciones por el descanso eterno del Papa Francisco, nuestro hermano mexicano.

Francisco y sus encuentros con la clase política mexicana
Septiembre de 2016
Enrique Peña Nieto (presidente)
Marzo de 2019
Marcelo Ebrard (canciller)
Octubre de 2020
Beatriz Gutiérrez Müller (primera dama)
Octubre de 2022
Alfredo del Mazo (gobernador)
Diciembre de 2023
Mara Lezama (gobernadora)
Febrero de 2024
Xóchitl Gálvez (candidata presidencial)
Febrero de 2024
Claudia Sheinbaum (candidata presidencial)
Marzo de 2024
Sandra Cuevas (alcaldesa en Cuauhtémoc)
Abril de 2024
Mauricio Vila (gobernador)