GRIPE AVIAR: JAQUE A GRANJAS EN EL MUNDO

Se encienden las alarmas: ¿podría convertirse en una nueva pandemia?

Martha Mejía
Internacional
gripe aviar

El H5N1 es un subtipo de virus de influenza altamente patógeno y causante de la gripe aviar que enciende las alarmas tanto en la industria avícola como en instituciones mundiales de salud debido a los casos de transmisión de la enfermedad en humanos y otros mamíferos.

Se trata de una enfermedad que principalmente afecta a las aves, pero en casos aislados algunas cepas pueden infectar a los seres humanos, señala Gary García Espinosa, catedrático de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.

“La enfermedad tiene dos presentaciones. La primera es de baja virulencia. El cuadro respiratorio incluye plumaje erizado, reducción de la producción de huevos y efectos leves en el sistema respiratorio, pero a los pocos días las aves se pueden recuperar”, explica el especialista en enfermedades infecciosas de aves domésticas y silvestres.

En segundo lugar está su forma grave. Las aves infectadas pueden presentar postración y depresión extrema; baja producción de huevos, huevos con cáscara blanda o sin cáscara; hinchazón y congestión de crestas y de la piel debajo de los ojos; tos, estornudos y diarrea.

Se pueden producir algunas muertes durante varios días, seguidas de una difusión rápida y una tasa de mortalidad cercana a 100% dentro de las primeras 48 horas.

“Nos sale más barata la prevención que tratar de parar un brote, lo cual es bastante costoso debido a la cantidad de aves que se tienen que sacrificar para que no avance la enfermedad. Además, se trata de alimento que en su momento pudo haber llegado a la mesa de un comensal. A eso sumémosle la contaminación que genera la eliminación de estos cadáveres, ya sea que se entierren o se traten por otros medios”, explica García.

México

La primera descripción de la influenza aviar data de 1878 en Italia. A principios del siglo XX se determinó que la “plaga de las aves” era a causa de un virus; sin embargo, fue hasta 1955 que se demostró que se trataba del virus de influenza A.

En 1971 por primera vez los virus de la influenza se clasificaron con base en las propiedades antigénicas de sus proteínas estructurales y superficiales, además de por la especie de origen.

Hacia 1981 el término “plaga de las aves” se sustituyó por el de influenza aviar.

El H5N2 de baja patogenicidad ingresó a México a finales de 1993, probablemente por aves migratorias acuáticas infectadas. “El virus está básicamente en las aves acuáticas silvestres, principalmente en los patos. Hay varias especies de patos que son resistentes a la enfermedad por el virus, por eso no lo podemos erradicar —el virus es parte del pato; el pato y el virus son parte del ecosistema de los humedales del mundo—. Lo único que podemos hacer es no meternos, no invadir más los ecosistemas acuáticos, protegerlos y mantener las medidas de bioseguridad para evitar futuros brotes”, explica el experto.

Fue en 1994 cuando en el país el virus H5N2 mutó a alta patogenicidad, causando pérdidas por 49 millones de dólares antes de que pudiera ser erradicado en junio de 1995.

En 2006 se aisló un virus H7N3 de influenza aviar de baja patogenicidad en patos migratorios en una ciénaga del centro de la República.

Y para 2012 se identificó un virus subtipo AH7N3 de alta patogenicidad en aves de postura comercial en la zona avícola ubicada en Los Altos de Jalisco.

Transmisión

Los virus que causan influenza aviar se concentran en la saliva, mucosa y restos fecales de aves infectadas. Cuando un ejemplar sano entra en contacto con las gotículas respiratorias el contagio es más que probable.

En las granjas avícolas, que concentran a cientos de aves en hacinamiento la letalidad del H5N1 puede alcanzar 100 por ciento.

La transmisión es poco común en el caso de los humanos, pero cuando el virus infecta a una persona la probabilidad de enfermedad es alta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha documentado 868 casos confirmados de H5N1 y 457 decesos en las últimas dos décadas.

A principios de año la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó ante la creciente detección de focos de la enfermedad en diez países de la región y la confirmación de dos infecciones humanas: la primera en abril de 2022 en Estados Unidos y la segunda en enero pasado en Ecuador.

Sin embargo, no existe evidencia científica de que el H5N1 se transmita de persona a persona.

De ahí, señala García, que la mayoría de los casos sucedan en granjas avícolas como producto del contacto directo con aves infectadas. Las personas en riesgo son aquellas expuestas al contacto con el virus, como los tenedores de aves y el personal involucrado en el control de los brotes.

Una proporción menor de los contagios obedece al contacto indirecto, a través de superficies contaminadas y espacios cerrados en las granjas, donde las gotículas respiratorias de las aves enfermas ingresan a través de los ojos, la nariz o la boca.

“En general, los casos en humanos son puntuales. Sin embargo, el riesgo de establecerse transmisión sostenida entre personas existe y finalmente podría desencadenar en un brote o hasta en una pandemia”, indica la OPS.

Un caso que llama la atención es el que reportó este mes Perú, donde de acuerdo con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas de ese país 716 lobos marinos tuvieron que ser enterrados tras contagiarse del virus, que ya había matado a cientos de pelícanos.

“Lo que inicialmente empezó con pelícanos el año pasado, recordemos, ahora afecta a estos mamíferos marinos”, señaló el médico veterinario del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) en Perú, Javier Jara.

No obstante, este tipo de observaciones deben ir acompañadas de pruebas de laboratorio robustas, indica García Espinoza. “Tal vez sí encontraron el virus en el animal, pero no significa que mató al animal. Hay que tomar en cuenta que existen muchas enfermedades infecciosas, incluso tóxicas, que están en los ambientes, en los ecosistemas. Falta ese peritaje de la necropsia, falta mucha información de las aves, más evidencia epidemiológica”.

Y agrega: “México tiene protocolos y ha ido afinando su respuesta en cuanto a la influenza aviar. No es como el SARS-CoV-2 o Covid-19, donde no había ni tratamiento ni vacunas y nos agarró en mala posición para responder. En el caso de la influenza tenemos antivirales y vacunas para las personas. Hay vacunas para las aves de corral, medidas de bioseguridad. Lo que se requiere es estar siempre vigilantes de los protocolos cuando los riesgos estén presentes”.