EUROPA SE SECA Y ENCARECERÁ EL AGUA PARA LIMITARLA

“Sequía y escasez de agua en Europa son señales aterradoras”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
SEQUÍA EUROPA

Patrones anormales en el comportamiento de la atmósfera se detectan desde hace cuatro años no solo en el Viejo Continente sino en el mundo entero.

Parece una imagen apocalíptica que sume a los europeos ante su peor realidad y futuro: acostumbrarse a vivir sin agua y encima pagarla a precios más elevados. El derecho al agua se acaba cuando prevalece el bien común y Europa está llamada a cuidarla al máximo posible en momentos en que su escasez deja secos embalses, pantanos, ríos y varias cuencas.

Para Europa este escenario viene alertándose desde hace poco más de dos décadas y todavía en 2015 el investigador norteamericano Jeffrey D. Sachs explicó en Madrid la evolución de una serie de modelos climáticos y su impacto en el agua dulce, que advertían que el Mediterráneo sería una de las regiones del mundo más afectadas por una combinación fatal de falta de lluvias, escasez de agua y desertificación.

Sachs, quien entonces era director de The Earth Institute at Columbia University, comentó que el cambio climático dejaría una desertificación muy fuerte en el sur de España, a tal punto, que tendrá el clima del desierto del Sáhara y de las zonas más áridas de Marruecos.

Y sentenció que los futuribles hablaban de lluvias escasas no solo en el país ibérico sino en la mayor parte de Europa.

España ya registró un año rojo: en 2022 la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) informó que la temporada de lluvias fue la más crítica desde 1965.

“Si durante la primera mitad del año hubo menos lluvias de lo normal en España, exceptuando marzo y abril, la situación se agravó aún más en el verano de 2022”, de acuerdo con Rubén Campo, portavoz de la Aemet.

Además de las menores precipitaciones está sumándose el hecho de que el periodo estival va adelantándose y es más prolongado, con termómetros subiendo y rompiendo marcas. El mes de julio de 2022 fue el más seco de los últimos 15 años y también el más caluroso desde 1961.

El meteorólogo José Miguel Viñas habla de patrones anormales en el comportamiento de la atmósfera, que vienen detectándose desde hace cuatro años no solo en España sino también en otras partes de Europa y del mundo.

“Cuando hablamos de sequía siempre pensamos en el impacto que tiene en el consumo de agua por parte del ciudadano, pero antes de llegar a ese punto la falta de lluvias tiene un primer impacto en los procesos productivos”, remarca el experto.

Las consecuencias están a la vista de todos: casi diez millones de personas en España (con una población de 47.42 millones de habitantes) padecen cortes de agua, desde municipios y ciudades en el norte hasta municipios y ciudades del sur de Andalucía.

Incluso en ciudades con costa se ha quitado el agua de los grifos para enjuagarse la arena de la playa y este verano varios ayuntamientos exigirán que las piscinas se llenen con agua del mar.

Los gimnasios van avisando a sus clientes que solo podrán utilizar una ducha rápida de cinco minutos, mientras los hoteles se quiebran la cabeza para limitar a los turistas, a quienes piden que sean razonables y no desperdicien el agua.

Y es que no hay agua; al menos no suficiente: de acuerdo con el Ministerio para la Transición Ecológica el nivel de los embalses dedicados al consumo humano continúa en 13.5 puntos por debajo del promedio de la década y los embalses de uso consuntivo (para consumo humano y la agricultura) se encuentran a 40.5% de su capacidad.

Hay varios ríos con afluentes muy afectadas como son el Duero, el Miño, el Ebro; las Cuencas Internas de Cataluña; así como el río Tajo, el Guadiana, el Júcar, el Segura, el Guadalquivir, el Barbate y la Cuenca Mediterránea Andaluza.

La misma situación alarma, por ejemplo, en Alemania con el río Rin: la escasez de agua está impactando a la cadena de suministros. El Rin nace en el cantón suizo de Graubünden, en el sureste de los Alpes suizos; forma parte de la frontera entre Suiza y Liechtenstein; de Suiza y Austria; y de Suiza con Alemania; y fluye a través de la Renania alemana y los Países Bajos para desembocar en el Mar del Norte.

En Alemania la sequía afecta el caudal del Rin a tal punto, que podría dejar de ser navegable y causar estragos a la economía germana: en varios lugares la profundidad ha descendido por debajo de un metro; en algún tramo estrecho cerca de Coblenza el nivel fue de solo 56 centímetros en 2022, cuando debería ser de dos metros.

Por el Rin navegan todos los barcos que surten a Alemania y que llegan después a Países Bajos y hasta el Mar del Norte.

El gobierno alemán está alarmado por el impacto económico que esto traerá a las empresas; algunas como Basf reciben a través del Rin hasta 40% de las materias primas que requieren, según Reuters.

Hay escenas dramáticas en otros países europeos: el lago de Montbel, en el suroeste de Francia, está vacío en más de 80%, con los barcos varados en el club náutico. En el norte de Italia los turistas pueden caminar hasta la pequeña isla de San Biagio —a la que normalmente solo se llega en barco— desde la orilla del lago de Garda.

Un mapa de las sequías actuales en Europa, perteneciente al Programa Copernicus de la Unión Europea (UE), muestra los daños provocados por las escasas precipitaciones tanto en las zonas norte y sur de España como en el norte de Italia, el sur de Alemania y en toda Francia.

El ministro francés para la Transición Ecológica, Christophe Béchu, advierte que Francia deberá hacer frente a una sequía intensa porque habrá 40% menos de agua, lo que significará prolongar las restricciones.

Paga más quien no ahorra

Europa camina hacia las restricciones permanentes de agua e incrementos en el precio del suministro del líquido. Los ayuntamientos quieren no solo penalizar el desperdicio, sino además concienciar a la población respecto del uso del vital líquido, a través de su encarecimiento.

El agua, como recién escribió el periodista Sergio Sarmiento, es un “satisfactor imprescindible” que debe estar sujeto “a los precios del mercado”. Y en Europa las decisiones en torno de la escasez del agua y su uso para la población están tomándose con base en los precios del mercado.

Desde el 1 de enero pasado el consumo de agua es más caro en la mayoría de los municipios catalanes, sobre todo los que dependen de los ríos Ter y Llobregat. El precio del agua subirá más de 30%, esto es, un euro por mes y por persona, en la factura del agua: pasará de 0.74 a 0.99 euros por metro cúbico.

El agua va camino de tener un precio de mercado y al ciudadano se le penalizará a través de un recibo del agua más caro para evitar una mala utilización y su consecuente despilfarro.

Por ejemplo, en Málaga, ciudad con costa al sur de España, en Andalucía, el ayuntamiento aprobó el incremento en la tarifa del agua, que anualmente irá ajustándose a un precio más elevado.

De acuerdo con la Comisión de Sostenibilidad Ambiental la tarifa del agua se encarecerá cerca de 44% en los próximos años; el incremento de la recaudación se destinará no solo para garantizar el equilibrio financiero de la Empresa Municipal de Aguas de Málaga (Emasa), sino también a la ejecución del plan de inversiones y a la prestación de nuevos servicios.

“Los ingresos también servirán para poner en marcha un plan de inversiones en infraestructura cifrado en 100 millones de euros y cuyo plazo de ejecución será de seis años. Los principales objetivos de este plan son aumentar la eficiencia en la producción de agua potable, renovar las redes, eliminar puntos críticos en caso de inundaciones, reducir en 80% los residuos arrojados al mar, producir y distribuir hasta 500 litros por segundo de agua regenerada y renovar instalaciones”, según información de Emasa.

El agua dejará de ser muy barata: el proceso ha comenzado tanto en Andalucía como en Cataluña y si se compara con el costo del agua en los países nórdicos europeos, en estos cuesta cuatro veces más cara.

“Pese a ser el país más árido de Europa, España tiene una de las aguas más baratas del continente. De hecho, con una media de 1.88 euros por metro cúbico, el precio está casi 48% por debajo del promedio europeo”, según un informe de la Federación Europea de Operadores de Servicios de Agua.

Eso sí: nadie quiere anunciar abiertamente la subida del precio del agua porque teme los efectos electorales. Es una medida políticamente incorrecta, pero necesaria ante la gravedad actual.

“Nadie quiere hacerlo. Al tratarse de un servicio ofrecido por los municipios, tendemos a interpretar que es el alcalde quien sube las tarifas; y ellos intentan evitarlo. Es como si pensamos que el presidente es quien sube el precio del petróleo”, de acuerdo con declaraciones a la prensa española de Pascual Fernández, presidente de la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS).

Menos despilfarro

Al menos en España, con el paso de los años, el consumo de agua ha bajado: la propia AEAS documenta que ha disminuido 30% el consumo urbano de 2007 a 2023, tras pasar de 162 litros por habitante a los 125 litros per cápita.

De media se pagan en España seis euros por habitante, pero esto cambiará porque la intención es aplicar la tarificación como un instrumento de gestión medioambiental, tal y como hacen los países nórdicos.

Francisco Carreño, profesor de Recursos Hídricos en la Universidad Rey Juan Carlos, declaró a la prensa española que “los ciudadanos se vuelven más cuidadosos cuando se afecta al bolsillo”.

En un extenso reportaje respecto de la crisis del agua, no solo en España y en Europa sino en todo el mundo, National Geographic abordó este desafío como uno de los más graves que pondrán a prueba la supervivencia humana. Hay que buscar soluciones.

Karen Villholth, directora de Water Cycle Innovation, con sede en Sudáfrica, habla de la restauración ecológica, la recarga de acuíferos y la gestión de la demanda. “Dinamarca, por ejemplo, ha reducido el uso del agua per cápita a la mitad, de casi 200 litros al día en la década de 1980 a cerca de 100 litros en la actualidad. El aumento del costo del agua y el enfoque en la reutilización y otras medidas de eficiencia han ayudado a marcar la diferencia”, en opinión de la experta.

El agua subterránea también podría ser un “punto de inflexión” para la justicia climática, dado que está sobreexplotada en los países de altos ingresos y subdesarrollada en los de bajos ingresos, añade Villholth.

A su juicio, “en la medida en que las naciones ricas superan el desperdicio de agua pueden apoyar a las naciones de bajos ingresos en el desarrollo de acuíferos para el suministro básico de agua y de negocios a pequeña escala. ¿Por qué la mayoría de los países pobres, como en África, no reciben apoyo para desarrollar sus recursos de agua subterránea?”, cuestiona.

Sin embargo, al igual que la negación del cambio climático, el mito de la abundancia de agua dulce sigue arraigado a pesar de la creciente evidencia de lo contrario.

La eurodiputada Emma Wiesner escribió para Euronews un artículo en el que llama a los políticos de la UE a “ponerse serios” para etiquetar el agua como una de las materias primas fundamentales de la eurocomunidad.

“A medida que Europa se seca necesitamos una acción rápida y constante. Para garantizar el acceso al agua para todos los ciudadanos y evitar futuros conflictos la UE necesita un pacto sobre el agua, un Pacto Azul. Está sucediendo aquí y está sucediendo ahora. La sequía y la escasez de agua en Europa son señales aterradoras de cómo será el futuro con el cambio climático”, indicó.

Si la UE no hace de la crisis del agua una prioridad en los próximos años, sentencia Wiesner, sin duda habrá más conflictos dentro de los países e incluso entre ellos.

España recurre a desaladoras

Mientras la Unión Europea (UE) no tiene una respuesta de emergencia común hídrica, los 27 países miembros van tomando sus propias decisiones nacionales de cómo confrontar la tensión hídrica.

En España se recurre a las desaladoras, aunque no hay un estudio profundo del Ministerio de Sanidad que indique los pros y contras para la población y para la agricultura de utilizar agua del mar desalada, tratada y revitalizada.

Por lo pronto, el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, acudió a la planta desaladora de Acuamed, que es la más grande de Europa y está ubicada en Torrevieja, Alicante.

España se sitúa a la cabeza de Europa en producción de agua desalada y es el cuarto país del mundo en capacidad instalada, con una producción diaria cercana a los cinco millones de metros cúbicos.

La planificación hidrológica de tercer ciclo prevé una inversión de 23 mil millones de euros hasta 2027 para hacer frente a escenarios de sequía a través de seis mil 600 actuaciones que prevén una movilización de cinco mil millones de euros para modernizar hasta 700 mil hectáreas de cultivo y beneficiar a cerca de 20 mil agricultores.

En concreto, las infraestructuras de desalación de Alicante, Murcia y Almería prevén inversiones por 813 millones de euros dentro de esos planes hidrológicos de tercer ciclo.

La ampliación de la planta desaladora de Acuamed en Torrevieja, recientemente aprobada en el Consejo de Ministros, permitirá incrementar 50% su capacidad de producción de agua desalada, hasta 120 hectómetros cúbicos al año, frente a los 80 actuales; y reducirá el precio del agua desalada en cuatro céntimos por metro cúbico.