Que la candidata demócrata Kamala Harris pudiera llegar a la Casa Blanca es visto como parte de los intereses de la UE en su lucha contra el cambio climático y la producción de energía baja en carbono.
A escasos días de las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos, aquí en Europa los gobiernos y grupos más moderados contienen el aliento con la esperanza de que la candidata demócrata, Kamala Harris, logre ganar en los colegios electorales clave.
Europa es consciente de que está en juego el futuro entendimiento con la Casa Blanca en temas sensibles como la relación económica, comercial y estratégica; la defensa de la Unión Europea (UE) y la prevalencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); y el escenario de las guerras regionales.
Las posiciones de los dos candidatos sobre las relaciones con la UE también son muy diferentes: Trump sigue acusando a la región de prácticas de mercado desleales y ya advirtió que piensa imponer una serie de aranceles a los países europeos. Europa, que vive acechada por el fortalecimiento de la ideología de extrema derecha, teme que un nuevo gobierno trumpista dé alas a los grupos euroescépticos.
En todo caso, un gobierno de Harris sería más comprensivo y menos agresivo con la UE y apoyaría las relaciones transatlánticas, aunque cada uno tendería a proteger su base industrial.
También es cierto que los dos candidatos tienen políticas opuestas en relación con la energía y el cambio climático. La UE sigue sus políticas de descarbonización y emisiones cero.
Los propios asesores de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, advierten que una administración bajo el sello de Trump aumentaría la producción a partir de los combustibles fósiles, lo que tendría un impacto significativo en el mercado energético europeo.
Alarmas
Por esa misma razón, que la candidata demócrata Harris pudiera llegar a la Casa Blanca es visto como parte de los intereses del gobierno de la UE en su lucha contra el cambio climático y la producción de energía baja en carbono. Es decir, Washington estaría estrechamente alineado con Bruselas en la diplomacia climática.
Y luego están otros temas de enorme calado geoestratégico y la UE quiere ir de la mano con su histórico aliado. Por ejemplo, ante los casi tres años de invasión de las tropas rusas a Ucrania; los roces con China en el Indo-Pacífico; la situación en los Balcanes occidentales; y, por supuesto, la tensión bélica en Oriente Medio, con Israel confrontado con Hamás en Gaza; con Hezbolá en Líbano, con los hutíes en Yemen y primordialmente sus roces bélicos con Irán.
A días de realizarse las elecciones el Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea (IESUE) llama la atención del ríspido clima electoral interno que prevalece en la Unión Americana.
“El ciclo electoral de 2024 ya está caracterizado por altos niveles de tensión política; las encuestas de opinión apuntan sistemáticamente a un alto grado de polarización política y a una erosión de la confianza en las instituciones políticas estadunidenses”, de acuerdo con el organismo europeo.
De ahí que la preocupación inmediata pase por el propio contexto de la jornada electoral y el resultado de las mismas: “Un resultado impugnado podría desencadenar una ola de violencia política en todo el país y la campaña de Trump insiste en cuestionar la validez del proceso electoral”.
Esta agencia de la UE encargada de analizar la política exterior advierte de la enorme posibilidad de que se repita el asalto al Capitolio, como sucedió el 6 de enero de 2021, y del impacto nocivo de la desinformación entre los electores.
“La violencia generalizada en Estados Unidos debilitaría la relación transatlántica y podría alentar la agitación en todo el mundo. ¿Puede la UE desarrollar un enfoque coordinado entre los Estados miembros para hacer frente a los resultados electorales impugnados y a la posible violencia en EU?”, cuestiona un análisis del IESUE.
En este sentido, el escritor norteamericano McKay Coppins escribió para The Atlantic que tras viajar por Europa en primavera encontró una sensación de alarma, rayando en pánico, ante la perspectiva de la reelección de Trump, presente en casi todas las conversaciones que sostuvo con diversos líderes y diplomáticos desde Bruselas hasta Berlín; y desde Varsovia hasta Tallin.
Coppins remarca que los europeos saben que pueden perder a su aliado más poderoso: “Hay una fijación patológicamente intensa en la carrera presidencial en Estados Unidos. Los funcionarios europeos pueden explicar el colegio electoral con detalles granulares y citar datos de encuestas de diversos estados disputados”.
Thomas Bagger, secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania, “me dijo que en un año en el que miles de millones de personas en docenas de países de todo el mundo tendrán la oportunidad de votar, la única elección en la que todos los europeos están interesados es en la estadunidense. Casi todos los funcionarios con los que hablé creen que Trump iba a ganar”, remarcó Coppins.
Percepción
Sin embargo, el escenario de la primavera y el verano no es el mismo del otoño: la distancia en puntos en las encuestas entre la demócrata Harris y el republicano Trump está muy cerrada; la mayoría hablan de “un puñado” de votos de diferencia, en un puñado de estados, y cualquiera puede ganar.
Para convertirse en presidente, ya sean Harris o Trump se deben ganar la mayoría de los votos electorales: el número a alcanzar es de 270 y para ello hay siete estados en juego, como son Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia y Carolina del Norte.
Aquí, en Europa, la percepción es que todo puede suceder, como si fuera una tómbola en la que salga azul o rojo y en esa medida quedarán redefinidas las inmediatas relaciones con la Casa Blanca. A Trump ya se le conoce en el poder.
Hace unos días, el presentador norteamericano Rob Schmitz habló con Markus Ziener, del German Marshall Fund, un grupo de expertos en políticas públicas, ubicado en Berlín. En dicha ocasión Ziener volvió a recalcar las dos máximas preocupaciones en materia internacional para los europeos: mantener la sintonía en materia de seguridad y las relaciones económicas con la Unión Americana.
“La alianza transatlántica es realmente una piedra angular y creo que ha funcionado muy bien con Biden. Por lo tanto, entiendo la inquietud alrededor de esos dos grandes temas”, reiteró.
Como alemán, Ziener recordó lo tirante que fue la relación entre la entonces canciller germana Angela Merkel y Trump en la mayoría de los asuntos geopolíticos.
Al respecto, sobre la candidata demócrata Harris el analista opinó que es una líder que no ha sido probada ampliamente en el poder, aunque siempre ha dejado claro que es una defensora del multilateralismo.
“Pero podemos decir, supongo, que ella apoyará la relación transatlántica y no defraudará a Ucrania. Creo que esto es algo que sabemos con certeza; y ella tampoco se retirará del Acuerdo Climático de París, como lo hizo Trump cuando estaba en el poder. Así es que, en cierto sentido, conocemos este tipo de grandes piedras angulares en las que pensamos que está bien, podemos lidiar con Harris. Cuando se trata de los detalles, estoy seguro de que todavía tenemos que ver cómo se desarrolla esto”, apuntó.
Impacto en las relaciones internacionales
Las elecciones presidenciales de EU tendrán consecuencias de gran alcance para la propia política exterior de la UE. Su resultado afectará el curso de la guerra de Rusia contra Ucrania; el conflicto en Oriente Medio; las tensiones en el Indo-Pacífico y la fortaleza de los lazos transatlánticos. Bruselas debe estar preparada para lo que esté por venir.
¿Cómo una presidencia de Trump o Harris afectaría los puntos críticos en todo el mundo? De acuerdo con un análisis del IESUE el Viejo Continente debe prepararse para una sorpresa más desagradable que agradable.
El punto inmediatamente más sensible es Ucrania y la resistencia que libra contra la invasión rusa en más de dos años y medio de lucha intestina. Trump está haciendo campaña con la promesa de poner fin al conflicto, casi 24 horas después de que se confirme que ha salido electo.
“Si bien se desconocen los detalles de su plan, es muy posible que implique acercarse directamente a Putin, negociar un alto el fuego y condicionar la asistencia a Ucrania a la apertura de Kiev a las negociaciones. En cambio, una Presidencia con Harris probablemente mantendría la política de Biden hacia Ucrania, que es la de continuar brindando asistencia”, según dicho organismo de investigación.
El segundo punto que para los europeos también es bastante relevante tiene que ver con el derrotero de la guerra en Oriente Medio. Trump, quien siempre se ha mostrado bastante cercano a Israel y sobre todo al primer ministro Benjamín Netanyahu, ha señalado abiertamente que respaldará la política de defensa que lleve a cabo Netanyahu y no en pocas veces ha señalado que los palestinos son terroristas a los que hay que acabar.
“Con Trump de vuelta en la Casa Blanca se abriría la posibilidad de que las tropas israelíes ocupen parte de Gaza y el enfoque en la región sería el de revivir los Acuerdos de Abraham. Hay que recordar que Harris ha sido más crítica que Biden con la conducta bélica de Israel y puede ser más estricta en su manejo de las relaciones con Israel, pero no aplicaría un embargo de armas”, a juicio de esta agencia europea.
En este triángulo también figura la tensión reciente con Irán: Trump es más favorable a un ataque directo contra Irán en aras de provocar la caída del régimen de los Ayatolás.
Si el candidato republicano gana las elecciones, la perspectiva en Europa es que habrá una confrontación de EU e Israel contra Irán y preocupa bastante, dado que no se sabe qué papel jugaría la OTAN como aliada de Washington.
En cambio, si gana Harris no se avizora que haya una confrontación bélica directa con Irán o que busque provocar un cambio de régimen.
Ahora bien, ¿qué pasaría respecto de los Balcanes? El IESUE prevé que un segundo mandato de Trump podría traer como consecuencia la normalización de las relaciones económicas entre Belgrado y Pristina; y también “envalentonar” a los líderes con ideas separatistas y autoritarias en la región.
¿Qué pasaría si Trump debilita a la OTAN? Este instituto cree que la región se sumiría en un caos: “En cambio, la victoria de Harris daría continuidad a las políticas de Biden en dicha región en busca del equilibrio”.
Por último, está el tema con China, país con varios frentes abiertos en lo económico y militar: “En el frente económico Trump ha prometido imponer un arancel de 60% a todos los productos chinos y Harris continuaría con las medidas comerciales y las restricciones a la exportación de tecnologías avanzadas implementadas por Biden”.
¿Y en el renglón militar? Trump ha dicho abiertamente que estaría dispuesto a desplegar más tropas en la región del Indo-Pacífico, trasladando parte de su contingente de Europa hacia Asia.
“En cambio, Harris ha prometido no abandonar a los aliados europeos, pero su presidencia probablemente alentaría una creciente inclinación hacia el Pacífico, priorizando alianzas regionales como el Quad o el AUKUS”, según dicha agencia de investigación.
¿Cómo puede prepararse la UE para una reducción de la presencia estadunidense en Europa? Bruselas debería reflexionar sobre el papel que desempeñaría en caso de una crisis económica o de seguridad en el este de Asia, que podría generar graves repercusiones, como la interrupción del comercio mundial.
En suma, en las próximas elecciones de EU es Europa la que también se juega su futuro.
Advierten sobre la IA en las elecciones de EU
Antonio Flores, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria y asesor para la Comisión Europea, advirtió sobre el impacto que la Inteligencia Artificial (IA) podría tener en el periodo previo a las elecciones en Estados Unidos.
Según el académico, la IA se perfila como una herramienta crucial, capaz tanto de influir en la opinión pública, como de manipular el comportamiento electoral.
“Estamos viendo cómo la IA se puede utilizar para generar y difundir noticias falsas, conocidas como fake news, o para crear imágenes y videos falsos, llamados deepfakes, que pueden engañar a los votantes”, afirmó Flores.
Estos mecanismos son cada vez más sofisticados y difíciles de detectar, lo que incrementa la posibilidad de que la desinformación juegue un papel significativo en la formación de opiniones antes del día de las elecciones.
Sin embargo, el uso de la IA no se limita a la creación de contenido falso. Según Flores una de las mayores amenazas radica en su capacidad para analizar en profundidad las redes sociales de los votantes indecisos: “La IA puede identificar patrones de comportamiento, preferencias políticas y emociones, y con base en esa información inundar a los votantes con mensajes y publicaciones que tienen como objetivo calentar o enfriar sus ánimos. El propósito es que vayan a votar a favor de un partido o, por el contrario, decidan no votar por el rival”.
La preocupación principal es que en la actualidad no existe una regulación suficiente que limite este tipo de prácticas. “Nos encontramos en una situación que se asemeja al salvaje oeste digital, donde no hay reglas claras ni mecanismos eficaces para supervisar el uso de la inteligencia artificial en campañas políticas”, destacó el profesor.