Washington pretende imponer a Ucrania condiciones similares a las que se aplican a los Estados derrotados en la guerra; son incluso más severas que las sanciones financieras impuestas a Alemania y a Japón tras su derrota en 1945.
No sin Ucrania y no sin Europa: las negociaciones bilaterales entre Estados Unidos y Rusia para poner fin a una guerra que recién cumplió tres años no solo son vistas como aislacionistas e irreales sino también como indignantes y peligrosas. Donald Trump pretende repartirse Ucrania, como botín de guerra, con Vladimir Putin.
En el único punto en que hay consenso entre Europa y Washington es que todos quieren un alto el fuego. Después está el asunto más espinoso: ¿cómo lograr un acuerdo de paz que impida nuevos movimientos bélicos por parte de Putin para apropiarse del resto de Ucrania o bien evitar que invada otros países?
Las negociaciones para el alto el fuego impulsadas por la Casa Blanca ya cuentan con la primera imposición de Putin: que se realicen en Riad, capital de Arabia Saudita.
Desde que la Corte Penal Internacional dictó una orden de arresto contra el mandatario ruso los viajes de Putin han sido muy escasos y solo ha viajado a Irán, a China, a diversas exrepúblicas soviéticas y, a finales de 2023, visitó Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. En especial, siempre se ha ufanado de llevarse bien con el príncipe heredero, Mohammad bin Salmán.
Así es que el 18 de febrero, en Riad, se reunió un equipo de primer contacto de ambas delegaciones, la estadunidense y la rusa, con Marco Rubio, secretario norteamericano de Estado, y Serguéi Lavrov, titular de Exteriores de Rusia, como cabezas de ambos equipos.
Fue un evento preparatorio del próximo reencuentro de Trump con Putin, en el que cada uno terminará de afinar los puntos calientes que de uno y de otro lado fueron puestos sobre la mesa en Riad acerca del alto el fuego en Ucrania.
Exigencias de Rusia…
Lo que pide Putin no es poco: 1) Levantar todas las sanciones a Rusia; 2) el restablecimiento de Rusia en el sistema de pagos internacional; 3) la vuelta de Rusia como actor preponderante al G7 bajo el formato G7+Rusia que ya operaba antes de que Moscú se apropiase de Crimea en 2014 (y que por supuesto es de Ucrania); 4) la salida de Volodímir Zelenski del gobierno y para ello exige que en menos de seis meses se realicen elecciones; 5) Rusia no cederá, ni intercambiará, ni un ápice de 30% del territorio de Ucrania que para Putin es ya territorio ruso consagrado en la Constitución rusa; 6) no quiere negociar con Zelenski ni con los representantes de la Unión Europea (UE) en la misma mesa que él y Trump; ni acepta tropas europeas o de la OTAN bajo un formato disuasorio, ni como garantía de paz, en territorio ucraniano; y, 7) por si fuera poco, exige la capitulación de Kiev, que además al declararse vencida deberá pagar a Rusia una cantidad económica que no está todavía estimada por concepto de los gastos bélicos inherentes a la invasión.
Son algunas de las exigencias de Putin, entre las que desde luego vuelve a reiterar que lo queda de Ucrania será neutral, sin ejército y sin ingresar en las filas de la UE, ni mucho menos en la OTAN.
Claro, falta delinear la nueva frontera ucraniana y sus controles fronterizos. Y tomando en cuenta que Kiev perdería su salida hacia el Mar de Azov y al Mar Negro, prácticamente su mercado de exportaciones e importaciones por la vía marítima estará en manos de la administración rusa, que controla precisamente Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia.
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…y de EU
Por si faltase algo, también están las ambiciones de Trump sobre la ya quebrada economía ucraniana, que lleva soportando tres años repeliendo al invasor y viendo cómo bajo las bombas mueren civiles y es destruida tanto su infraestructura civil como energética y militar.
La factura por pagar que la Casa Blanca endosa a Zelenski es por 500 mil millones de dólares, que el presidente norteamericano quiere cobrarse explotando y apropiándose de las tierras raras y otros minerales que tiene la parte ucraniana que no quedaría en manos de Rusia.
Hace unos días, el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, visitó Kiev y entregó un borrador de acuerdo solicitando la cesión de 50% en concepto de propiedad de los minerales de tierras raras.
“No permití que los ministros firmasen un acuerdo relevante porque, en mi opinión, Estados Unidos no está listo para protegernos a nosotros ni a nuestros intereses. Nunca he dicho que estoy cerrado a un acuerdo estratégico en la materia, pero debe ser ante todo a cambio de garantías de seguridad para Ucrania”, remarcó Zelenski.
Respecto de los 500 mil millones de dólares que reclama Trump en concepto de indemnización por la ayuda económica y militar concedida por EU a Ucrania, Zelenski calificó dicha información de errónea. “Tenemos cifras sustancialmente distintas. Todo está muy claro. La guerra nos ha costado 320 mil millones de dólares: los contribuyentes ucranianos han pagado 120 mil millones de dólares; y Estados Unidos y sus aliados europeos han aportado 200 mil millones de dólares que están en paquetes de armas. Estados Unidos nos ha proporcionado 67 mil millones de dólares en armas y 31 mil 500 millones de dólares en ayuda financiera directa al presupuesto”, puntualizó.
Enfrascados Trump y Zelenski en este punto económico, la ira del magnate ha llevado a calificarlo de “dictador ucranio”, calentando todavía más el ambiente entre ambos que ya venía caldeado porque Trump ignoró a Zelenski y a los líderes de la Unión Europea (UE) para su mesa de alto el fuego con Putin en Riad.
Han sido días de mucha agitación en Europa y demasiada preocupación porque los europeos ven con temeridad cómo crece sobre ellos la sombra alargada de Putin, quien solo ha debido tener paciencia y aguardar a que los vientos políticos en EU le fuesen favorables.
Ya ni siquiera sus corifeos del Kremlin son los que atacan a Zelenski y a los líderes europeos: eso lo hace por sí solo el presidente de Estados Unidos en un juego perverso en el que Ucrania es el bocado que será repartido entre dos tiranosaurios.
Aquí, en España, en un artículo firmado por Alberto Tejedor para La Razón se hace referencia a una filtración del borrador norteamericano al que tuvo acceso el diario británico The Daily Telegraph: “Las condiciones impuestas han encendido todas las alarmas en Kiev, hay consternación y pánico. Esto es debido a una serie de condiciones leoninas que se quieren imponer al país invadido y que abarcan desde la explotación de sus puertos e infraestructuras por parte de EU hasta el acceso a sus reservas de petróleo, gas y otros recursos naturales”.
Es decir, Trump quiere quedarse algo más que con las tierras raras ucranianas y, de hecho, plantea formar un fondo de inversión conjunto que garantice que las partes hostiles al conflicto no se beneficien de la reconstrucción de Ucrania.
The Daily Telegraph remarca en la filtración que EU recibiría 50% de los ingresos recurrentes de Ucrania por la extracción de recursos, así como 50% del valor financiero de todas las nuevas licencias concedidas a terceros. Y se otorgaría a EU el derecho de retención sobre dichos ingresos; esto es, Washington tendría prioridad en el cobro, incluso antes que Ucrania pueda usar esos fondos para su propio desarrollo.
Por último, todas las futuras licencias de explotación de recursos quedarían bajo derecho de preferencia norteamericana, lo que garantizaría acceso prioritario sobre cualquier comprador.
El periódico británico abordó que Washington pretende imponer a Ucrania condiciones similares a las que se aplican a los Estados derrotados en la guerra; son incluso más severas que las sanciones financieras impuestas a Alemania y a Japón tras su derrota en 1945. “Si se acepta este acuerdo las demandas de Trump representarían una proporción mayor del PIB ucraniano que las reparaciones impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles de 1919”.
¿Qué pretende realmente Trump con el famoso alto el fuego en Ucrania que él llama paz? ¿Por qué tiene tanto interés en terminar con el conflicto bélico? Solo le mueven la ambición y el interés supremacista. No quiere enviar tropas a Ucrania, pero sí a sus multinacionales tras negociar con Putin la partición de Ucrania: 30% para Rusia más Crimea y el resto para las multinacionales norteamericanas. De hecho, Rubio en su reunión con Lavrov en Riad, preparando el inminente encuentro entre Trump y Putin, propuso que Rusia quede eximida de cualquier responsabilidad financiera por la destrucción causada en Ucrania.
Trump no solo quiere colonizar Gaza con las multinacionales norteamericanas construyendo resorts de lujo en lo que ha llamado Riviera de Gaza, sino que también pretende que sus multinacionales, tras un acuerdo signado con Zelenski con todas las condiciones económicas arribas descritas, sean las encargadas de la reconstrucción.
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La UE
En estas horas críticas para el destino de los ucranianos, con Trump presionando por la capitulación, tanto el alto el fuego como un acuerdo de paz no son nada fáciles de alcanzar por todo lo que hay en juego: la parte militar; la económica de quién paga qué; los nuevos límites geográficos; la situación de vulnerabilidad en la que quedaría Ucrania sin entrar en la UE y sin entrar en la OTAN.
La neutralidad que exige Putin no puede quedar sin garantías de seguridad, como remarca Zelenski, y en la mesa bilateral Putin-Trump deben estar presentes otros actores geopolíticos: el presidente de la propia Ucrania que ha sido invadida; representantes de la UE; y otros garantes de la paz como podrían ser Turquía, Canadá y China.
La reunión de urgencia convocada el lunes 17 de febrero en el Elíseo por el presidente francés, Emmanuel Macron, a la que asistieron once líderes europeos, no tuvo el éxito que el propio Macron esperaba, pues solo evidenció la prevalencia de una visión dividida y la falta de consenso sobre cómo gestionar el alto el fuego y qué acuerdo de paz poner sobre la mesa a Trump y a Putin.
Macron, quien tiene sentido de la historia y de la geopolítica, ya intentó hace tres años parar la embestida rusa y viajó a Moscú para ver a Putin, que aprovechó para ningunearlo. Nuevamente el mandatario galo recoge la estafeta para evitar que tanto Zelenski como los líderes de la UE sean ignorados del acuerdo Washington-Moscú en la Cumbre de Riad.
En la cita de París estuvieron sobre la mesa de discusión dos temas: aumentar más el gasto militar y la posibilidad de poner tropas europeas en el terreno ucraniano como elemento disuasorio ante Putin una vez sea signado el acuerdo de paz. No hubo acuerdo.
En lo que sí coinciden los participantes es en que Trump no puede dejar fuera de la mesa de negociación a Ucrania ni a los líderes de la UE. John Lough, analista de Chatham House, con sede en Londres, dijo que Europa se ha quedado “atónita” al darse cuenta de que será tratada de una manera muy diferente por parte de Trump.
Mientras el mandatario norteamericano construye su propio relato de la guerra para favorecer a Putin, difundiendo además una posverdad mediática, corre la indignación en las sedes de gobierno desde La Moncloa, pasando por el Elíseo y hasta el Palacio de Bellevue. Sin embargo, están enredados en un acuerdo de seguridad y en si pondrán o no fuerzas militares en Ucrania una vez termine la guerra, mientras que Trump solo quiere la compensación económica y explotar a Ucrania a su antojo.