En el marco del Festival Horizonte Abierto se celebró la primera edición de Escribidores México 2024: Vida, Muerte y Ficción, evento que reunió a grandes autores como Guillermo Arriaga, Ángeles Mastretta y Álvaro Vargas Llosa para dialogar sobre las narrativas que trascienden fronteras y conectan culturas.
El 24 y el 25 de octubre la Universidad de la Libertad (UL) tuvo el honor de ser anfitriona de esta fiesta que aplaude el poder de la literatura y la riqueza cultural que comparten América y Europa.
Que Escribidores se lleve a cabo en la UL a tan solo un año de su creación es una muestra de la apertura intelectual y del compromiso que la institución tiene con el diálogo.
El presidente y fundador de Grupo Salinas y de la UL, Ricardo Salinas Pliego, lo reafirmó en su mensaje de bienvenida: “La Universidad de la Libertad es un proyecto pensado, diseñado y construido para formar individuos inconformes que desean transformar para bien sus entornos y sus sociedades”.
Por eso, puntualizó, “abrimos estos espacios de diálogo, de reflexión y de debate de las ideas, de todas las ideas. Esta es la razón por la que rechazamos la cultura de la cancelación y la imposición de formas únicas de pensamiento”.
Salinas Pliego aprovechó también para saludar, aunque fuera a distancia, al Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa —recordemos que el nombre del festival proviene de su novela La tía Julia y el escribidor, a manera de homenaje: “Aunque le fue imposible estar presente el día de hoy en México, sus ideas nos acompañan y su compromiso con la libertad nos motiva de manera permanente”.
Orígenes
El festival tiene su origen en su homólogo organizado desde 2022 por la Cátedra Vargas Llosa en Málaga, España.
Raúl Tolá, periodista y escritor, señaló que el festival nació con un solo propósito: “Ser una bisagra entre dos tradiciones que estuvieron históricamente separadas por el Atlántico”.
Mencionó también la importancia del evento para poder compartir puntos de vista distintos, a la vez que novedosos, como una de las características que más llama la atención del público. “En las jornadas del festival se produce un intercambio muy provechoso entre autores de distintas nacionalidades, que hace que los visitantes salgan renovados”.
Hasta el momento Escribidores se llevó a cabo en tres ocasiones. El primer año tuvo como epicentro la ciudad de Málaga; y de manera más reciente el festival cuenta con actividades en distintas provincias de Andalucía, como Sevilla, Granada, Cádiz, Cáceres, Almería, Córdoba, Jaén y Huelva.
La edición española del evento contó con la participación de autores de la talla de Richard Ford, Mircea Cărtărescu, Joyce Carol Oates, Sergio Ramírez, Gioconda Belli y más.
Al otro lado del Atlántico
En esta primera edición internacional del festival realizada en la Ciudad de México se produjo un fértil intercambio de ideas.
Dividido en siete paneles, el evento contó con la participación de autores como Alberto Ruy Sánchez, Enrique Serna, Christopher Domínguez Michael, Sergio Vela, Arturo Fontaine, Gastón García Marinozzi, Pablo Boullosa, Karina Pacheco, Elvira Navarro y Denise Phé-Funchal, entre otros.
Aunque varios fueron los temas que se pusieron sobre la mesa, como la memoria, el olvido, la ficción, los límites y las posibilidades de la tradición, inevitablemente el hilo conductor que movió la conversación —lugar común al que se volvía, sin querer, una y otra vez— fue la importancia de la lengua y su preservación.
Sobre el papel de los escritores en la transformación de una lengua el escritor andaluz Manuel Francisco Reina afirmó que sin los textos escritos sería imposible darse cuenta de la variabilidad de la lengua: “Si no fuera por los libros, muchas de las maneras en que usamos el lenguaje se perderían”.
Para ejemplificar ese fenómeno, Guillermo Arriaga habló sobre el proceso de creación de su novela Salvar el fuego, donde se puso a inventar palabras: “Me propuse crear una novela con variantes del español chilango y norteño. Tan chilango, que los norteños no lo entienden; y tan norteño, que los chilangos no lo entienden”.
Mónica Lavín señaló el papel de la escritura en relación con la memoria individual y colectiva: “A través de los libros también damos cuenta de cómo amueblamos nuestra vida, con qué objetos. Crea memoria. No es que el escritor se proponga ser un museo de la lengua, pero involuntariamente va haciendo memoria de ese brillo que hay en las cosas”.
Verónica Murguía subrayó los regalos que la migración entre lenguas trajo a nuestras vidas: “Sin este fenómeno Platón y Aristóteles hubieran llegado mucho más tarde a nosotros” y “que la literatura árabe haya llegado a España es obra de Federico García Lorca. Luego de esto, ¿quién puede decir más flores?”
Por su lado, Ana García Bergua hizo un llamado a examinar con ojos críticos las traducciones del español al llamado “español neutro”.
En este sentido, puntualizó: “Me da tristeza la falta de curiosidad. Querer uniformar el español es atentar contra el alma de la literatura, que es jugar con el lenguaje, que cada escritor tenga un estilo”.
Pronto el efecto de todas las conversaciones se avistó en los rostros —algunos circunspectos, otros más bien sorprendidos— del auditorio y los estudiantes de la UL quienes, aunque su especialidad sean los negocios, se mostraron muy participativos en las rondas de preguntas, así como en la firma de libros al final de cada mesa durante los dos días en los que se realizó el festival.
Esperemos que este sea el primero de muchos.
Impulso
El festival se llevó a cabo gracias a la colaboración entre la Cátedra Vargas Llosa, el Centro Ricardo B. Salinas Pliego, Arte & Cultura y el Aula Letras Libres, instituciones que reafirman de esta manera su compromiso con la promoción de la literatura, el pensamiento crítico y el diálogo.