ELECCIONES EUROPEAS: LA EXTREMA DERECHA GANA MÁS ESCAÑOS

“Los partidos de extrema derecha han sido abiertamente autoritarios”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
Elecciones Europa

Prácticamente ya están en todas partes frotándose las manos para gobernar, solo hay que saber interpretar en clave de Sol el signo de los tiempos: las nuevas generaciones quieren un cambio profundo, porque sienten que el sistema les ha fallado.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, es el gran damnificado de las recientes elecciones europeas, en las que ya no hay forma de ocultar que el mapa político y geográfico de la Unión Europea (UE) refleja el avance de la extrema derecha: ya están en todas partes, como si fuese un germen que en cada votación se posiciona mejor en la medida que va debilitándose el centro.

En las pasadas elecciones para renovar el Parlamento Europeo y, por ende, la Comisión Europea y otros órganos de gobierno, los partidos de derecha radical conquistaron más presencia, lo que se traduce en un mayor número de escaños. Por tanto, en un rango más amplio para influir en la política europeísta.

Según datos preliminares, hubo 51% de participación ciudadana, en promedio, sumando a los 27 países de la UE. Los resultados vuelven a dar la victoria al Partido Popular Europeo (PPE) con 189 escaños y todo apunta a que logrará conservar la coalición que ya tenía en el Parlamento Europeo: si vuelve a aliarse con el Grupo Renew Europe, que obtuvo 83 escaños, juntos tendrían 272 frente a los 223 que resultarían de sumar a los diferentes grupos de izquierda, partiendo por el Partido Socialistas y Demócratas con 135 escaños; más los 35 de La Izquierda y los 53 de Los Verdes.

Los partidos de derecha radical han logrado acaparar así 20% de los escaños. Antes tenían 18.4% y ahora crecerán a 130. Pero hay un grupo registrado como Otros que obtuvo 50 escaños y uno más que figura como No Inscritos que obtendrá 45 escaños, de los que no se sabe cuántos eurodiputados podrían tener algún acercamiento ideológico con diversos programas y políticas de la derecha radical.

Cisma

En los últimos tres quinquenios las elecciones europeas se viven como una auténtica batahola de supervivencia de la UE y, muy a pesar de sus 67 años de existencia, su consolidación parece todavía estar lejana.

Desde que fue signado el 25 de marzo de 1957 el Tratado de Roma y se convirtió en una piedra angular para crear el entramado que es hoy la UE con sus 27 países miembros, este gran esfuerzo de paz, de unidad, de cooperación y de buscar el progreso de forma conjunta no ha estado exento de voces discordantes, sobre todo nacionalistas y ultranacionalistas que, más que sumar, lo que buscan es romper la unidad y volver a encerrar a sus respectivas naciones en sus intereses más locales.

En la medida que avanza el cambio generacional y se muere la transmisión de valores de los Baby boomers y la Generación X vive desencantada y cada vez votando menos, los Millennials y los veinteañeros de la Generación Z, quienes están muy alejados del impacto de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial y de los movimientos de 1968, participan más activamente mostrando su disconformidad por las políticas más centristas y, a cambio, dan más su apoyo a partidos con una ideología rupturista, radical y nacionalista.

Francia, que ha sido la cuna histórica de las grandes reivindicaciones liberales y sociales, es la primera gran víctima de este cisma que el avance de la derecha radical va provocando.

El presidente Macron sorprendió a todos disolviendo la Asamblea Nacional. No las tiene todas consigo y con la pulverización de las fuerzas políticas, tal y como están las cosas, sacar sus iniciativas legislativas es todo un reto.

Con esta decisión política arriesgadísima Macron se juega el pellejo. Y no solo eso: si no le sale bien, le estaría abriendo la puerta grande en 2027 a la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, de Agrupación Nacional.

De acuerdo con los resultados preliminares en Francia, Agrupación Nacional habría obtenido 31.5% de los votos emitidos por los ciudadanos galos en las recién consumadas elecciones europeas.

Mientras que el Partido Renacimiento del presidente Macron, que es socioliberal, solo habría conseguido 14.7% de los votos. Es decir, una auténtica catástrofe política en Francia, que va camino de sumirse en la ingobernabilidad.

Así, en el Parlamento Europeo el partido de Macron tendrá 14 escaños y el de Le Pen 31 eurodiputados.

Macron, quien no es un camaleón político como el presidente de España, el socialista Pedro Sánchez y sus audaces movimientos políticos de los que logra salir a flote, pretende con la disolución de la Asamblea Nacional que en las elecciones legislativas del 30 de junio (primera vuelta) y del 7 de julio (segunda vuelta) los ciudadanos franceses se unan y voten por Renacimiento a fin de recuperar el control de la Asamblea Nacional frente a la extrema derecha. La verdad, se ve muy difícil.

Le Pen emula a Giorgia Meloni, quien en Italia ha logrado con su partido de derecha radical Hermanos de Italia convertirse en la primera ministra con una imagen bastante edulcorada sobre el ultranacionalismo.

De hecho, Meloni con su Hermanos de Italia ha sido la gran ganadora de las elecciones europeas: su partido habría logrado entre 26 y 30% de los votos. Habría derrotado al Partido Demócrata y arrebatado también votos a otros partidos radicales, como el Movimiento 5 Estrellas, Forza Italia e incluso a la Liga de Matteo Salvini.

Avances en otros países

Las elecciones europeas no solo son un profundo ejercicio democrático para conformar las diversas fuerzas de representación política de cada uno de los 27 países para llevar su voz y su voto al Parlamento Europeo, sino que son también un termómetro interno para medir la fuerza política de cada gobierno, su capacidad de gestión y qué tan fuerte o débil se encuentra en el terreno de los apoyos legislativos y ciudadanos.

Otro que ya llevaba meses debilitado es el primer ministro de Bélgica, quien también se sumó al desánimo de Macron en Francia y decidió renunciar: Alexander De Croo tenía un gobierno de imposibles, sostenido por una coalición de siete partidos, en un país donde entenderse políticamente es muy complicado. Su partido de centro-derecha Open VLD solo consiguió 7% de los votos.

En Bélgica el partido derechista y nacionalista Alianza Neo-Flamenca N-VA ganó con 22% de los votos, seguido de la extrema derecha del partido Vlaams Belang con 17.5 por ciento.

Y en Alemania casi gana la ultraderecha con Alternativa para Alemania (AfD), que se quedó en segundo lugar con 16.5% de los votos. Los cristianodemócratas alemanes ganaron, pero en cada elección el margen se estrecha más, mientras que los socialdemócratas del partido del canciller Olaf Scholz obtuvieron 14% de los sufragios.

En Austria también la derecha extrema ganó en las elecciones europeas: el partido ultranacionalista FPÖ obtuvo 27% de los votos, por delante del partido democristiano ÖVP, que es el partido en el gobierno y que habría obtenido 23.5%.

Y en España la derecha radical de VOX se ha convertido en la tercera fuerza política con seis eurodiputados.

Hartazgo

Prácticamente ya están en todas partes frotándose las manos para gobernar. Solo hay que saber interpretar en clave de Sol el signo de los tiempos: las nuevas generaciones quieren un cambio profundo pues sienten que el sistema les ha fallado. Hay un tsunami migratorio. Hay un desencanto hacia el futuro económico. Alemania, la locomotora de la UE, tiene un motor agripado y eso es de llamar la atención. Y Francia vive una descomposición social interna bajo el acecho del terrorismo yihadista.

Hay hartazgo, pesimismo, desencanto, ostracismo y hasta miedo. Una mescolanza de sensaciones y sentimientos que entre en los más jóvenes, escasos de memoria histórica, es lumbre entre las manos. Estas elecciones son ya un parteaguas.

Estos partidos que en la UE se abordan desde distintos ángulos, señalados de ultraderecha o derecha radical o extrema derecha, no escapan en algunos casos, como en Alemania, de ser tachados de fascistas.

Aunque no todos son homogéneos en sus programas, sí comparten de forma común que son ultranacionalistas, están contra la migración, de los derechos LGTBIQ y son bastante sensibles en cuanto a la crítica que se ejerce desde los medios de comunicación.

En entrevista para ABC News, Ben Wellings, profesor de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Monash, en Melbourne, señaló que tradicionalmente los partidos de extrema derecha han sido abiertamente autoritarios, antisemitas y racistas.

A su juicio, estos partidos se han modernizado, cambiado su estructura para presentarse en la actualidad con un programa y, sobre todo, con una imagen que asuste menos a cierto sector de la población. “Algunos tienen antecedentes de extrema derecha, pero ahora los llamamos partidos de derecha radical”, puntualizó.

El académico recordó que, por ejemplo, en Francia el Partido de Agrupación Nacional de Le Pen, formalmente conocido como Agrupación Nacional, solía ser un partido político muy autoritario que era abiertamente antisemita, “pero ya no es ninguna de esas cosas... Dice que se adhiere a los valores republicanos, seculares, que son mayoritarios en lugar de racistas”.

Otro caso es Italia, con la primera ministra Meloni, de extrema derecha, quien posiciona a su partido como conservador tradicional; es lo que se les dice a las nuevas generaciones de votantes italianos. Solo los más mayores saben que su partido, Fratelli d’Italia (FdI), estaba relacionado con un partido fascista de la posguerra.

Pero van orientados sobre todo a captar el voto de las nuevas generaciones. Wellings señala que los observadores políticos atribuyen el giro hacia la derecha al aumento del costo de la vida, a la preocupación por la migración y el costo de la transición ecológica, y a la guerra en Ucrania, preocupaciones que muchos de los partidos han aprovechado.

“Las recesiones y las dificultades económicas siempre son buenas noticias para los partidos de derecha, que se sitúan radicalmente fuera de la corriente principal”, advirtió Wellings.

¿Dónde domina la extrema derecha? Los nacionalistas demócratas de Suecia apoyan un gobierno minoritario y son la segunda fuerza más grande en el Parlamento.

También los holandeses se deslizan hacia la derecha. Mientras tanto, en los Países Bajos, Geert Wilders, conocido por su retórica antiislámica y antiinmigración, está a punto de formar parte de una coalición gobernante.

En Alemania la AfD, de extrema derecha y antiinmigrante, está en segundo lugar en las encuestas, junto con los socialdemócratas.

En Austria el Partido de la Libertad, de extrema derecha, ha liderado las encuestas, y el Partido de la Confederación de Polonia, de extrema derecha, ha ido creciendo en popularidad.

En marzo pasado 49 diputados del partido de extrema derecha Chega, en Portugal, fueron elegidos para el Parlamento, frente a los doce de solo dos años antes.

¿Cómo van a influir con sus 130 escaños en el Parlamento Europeo? Podrían no ser una fuerza minoritaria y no decisiva si lograsen aliarse con el grupo de los Otros, que tiene 50 escaños, y el de los No Inscritos, que suman 45. Son, sobre todo, eurodiputados que han ganado un escaño y vienen de partidos pequeños o de nueva creación que en su mayoría pueden tender hacia la derecha. No se sabe qué tanto hacia la derecha.

El papel más importante del Parlamento Europeo es revisar y aprobar nuevas leyes que rigen un bloque conformado por 27 países y 450 millones de personas. Por ejemplo, está en juego la agenda verde de la UE y muchos partidos de extrema derecha son negacionistas del cambio climático.

El europarlamento también puede tener más dificultades para aprobar nuevas leyes que podrían ser necesarias para responder a los desafíos de seguridad o a la competencia industrial de China y Estados Unidos.

Muy seguramente, en la nueva etapa legislativa, una vez renovada la presidencia de la Comisión Europea y del Consejo Europeo, habrá presiones para sacar adelante una agenda migratoria mucho más rígida que la actual.

Dos youtubers ganan

Fidias Panayiotou, el influencer chipriota ganador de un escaño en el Parlamento Europeo, se jacta de que nunca en su joven vida ha votado, mientras promete a sus seguidores cambiar la política europea.

Con tan solo 24 años obtuvo 2.65 millones de votos para su postulación en los comicios europeos, sin tener un programa electoral claro, solo sus redes sociales.

La formación de Fidias se ha convertido en la tercera fuerza más votada del país, lo que le ha permitido alcanzar su escaño directo al Parlamento Europeo.Escuché en alguna parte que si no estás satisfecho con las cosas que te rodean y quieres que cambies tienes que ser tú el cambio”, afirmaba tras presentar su candidatura en redes.

Su contenido previo como tiktoker y youtuber era en su mayoría apolítico y humorístico, algo que en los últimos meses viró para dejarse ver en debates electorales defendiendo a simpatizantes y promoviendo su imagen de marca como europarlamentario.

En España se registró un fenómeno parecido: con 34 años, Luis Pérez Fernández, conocido en redes por el sobrenombre Alvise, logró tres eurodiputados con su formación Se acabó la fiesta.

Su discurso es antiinmigración, antifeminista y contrario al establishment europeo y español, al que tilda de “mafia”. Él mismo se define como analfabeto académico y ya es la segunda fuerza de ultraderecha en España.