Ecuador cierra comicios presidenciales en relativa calma

Durante el día se observaron largas filas de ciudadanos alrededor de los recintos electorales, especialmente en las grandes ciudades

Agencias
Internacional
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Foto: AP

Quito — Al cierre de casillas para escoger presidente y asambleístas el domingo en Ecuador, la jornada electoral terminó en relativa calma. El izquierdista Andrés Arauz y el exbanquero de derecha, Guillermo Lasso, encabezaban las encuestas de intención de voto y parecían enfilados hacia un balotaje.

Durante el día se observaron largas filas de ciudadanos alrededor de los recintos electorales, especialmente en las grandes ciudades, a veces con horas de espera, antes de que los votantes portando mascarilla lograran sufragar acatando el distanciamiento social y las normas sanitarias que dispusieron las autoridades para evitar la acumulación de votantes dentro de los recintos electorales.

Al cierre de las urnas, algunos canales de televisión nacionales difundieron dos encuestas a boca de urna: una contratada por Arauz, de la firma Clima Social, que señala que ese postulante habría obtenido 36,20% seguido de Lasso con 21,70%, y un segundo estudio contratado por este último, de la firma Cedatos-Gallup, que dice que Arauz obtuvo el 34,94% y Lasso 20,99%. No se ofrecieron datos como margen de error ni el número de personas encuestadas.

Los primeros resultados del conteo rápido oficial se difundirían tres horas después del cierre de casillas.

En sus primeras reacciones, Arauz agradeció en rueda de prensa a sus votantes y al resto de ecuatorianos que escogieron a otros candidatos y aseveró que aunque hay encuestas a boca de urna disponibles, “tenemos que ser absolutamente respetuosos del proceso democrático y esperar que tengamos los resultados oficiales por parte del Consejo Electoral. No es prudente salir al paso con resultados de una encuesta”.

Más temprano, después de sufragar, el presidente Lenín Moreno dijo que su gobierno respetará “la voluntad de la ciudadanía que se va a a expresar sin duda alguna este día, estaremos atentos siempre y mediante todos los sistemas de seguridad”.

Ramiro Loza, de 37 años, dijo a la AP que “me resulta indiferente quien gane las elecciones, estamos acostumbrados a pensar que llega el mesías a resolvernos la vida y a mí ningún candidato me resuelve nada. Durante la cuarentena mis ingresos se redujeron un 80% y los políticos no me dieron de comer. Soy yo quien se levanta a hacer realidad mis proyectos”.

Andrés Karolys, de 43 años, aseveró que “espero que haya una segunda vuelta, en donde la gente que votó por candidatos como Yaku Pérez y otros, se puedan unir a Lasso y se acabe el correísmo por fin”.

Dieciséis candidatos compiten por suceder a Moreno, un protegido que luego se convirtió en rival de Rafael Correa, quien gobernó Ecuador durante una década y sigue gravitando a pesar de una condena por corrupción que le impidió buscar la vicepresidencia este año.

Andrés Arauz, un joven izquierdista apadrinado por Correa, y Guillermo Lasso, exbanquero de derecha que se postula por tercera vez consecutiva para el mismo cargo, llegan a las urnas liderando las encuestas de intención de voto, respectivamente. Un poco más alejado y en tercera posición figura el postulante Yaku Pérez, del partido de los indígenas Pachakutik.

El analista y consultor político Alejandro Zabala opinó a The Associated Press que Correa ha sido un actor importante en estas elecciones “porque el candidato que ellos escogieron no tiene buen discurso, tiene muchas limitaciones, por eso escondieron a Arauz y salieron con la imagen de Correa a pasearla en todo el país”.

Arauz no pudo ejercer su voto en Quito debido a que estaba empadronado para hacerlo en México, donde vivía hasta poco antes de su postulación, y no cambió su domicilio electoral. El domingo optó por acompañar a su abuela Flora Galarza a votar en un centro instalado en el norte capitalino.

Lasso sufragó junto a su esposa María de Lourdes Alcívar en la ciudad de Guayaquil.

“Lo que les puedo decir es que habrá segunda vuelta, nosotros estaremos ahí y nos veremos con quien el pueblo decida escoger”, vaticinó el candidato de 65 años.

Para ganar en primera vuelta, un candidato debe obtener la mitad más uno de los votos válidos o el 40% de los sufragios y una ventaja de 10 puntos sobre su más inmediato rival. De no suceder esto, se ha fijado un balotaje para el 11 de abril.

Arauz, de 36 años, ha propuesto hacer que los ricos paguen más impuestos y fortalecer los mecanismos de protección al consumidor, la banca pública y las organizaciones locales de crédito y ahorro. Ha dicho que no cumplirá con los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional.

Lasso favorece las políticas de libre mercado y el acercamiento de Ecuador a organismos internacionales. Prometió crear más puestos de trabajo y atraer bancos internacionales. También quiere impulsar los sectores petrolero, minero y energético a través de la participación de entidades privadas para reemplazar el financiamiento estatal.

Sobre las elecciones ha estado la sombra de Correa, un izquierdista que tiene 57 años. Gobernó de 2007 a 2017 como aliado de los mandatarios Fidel Castro de Cuba, Hugo Chávez de Venezuela, ambos fallecidos, y Cristina Fernández, ahora vicepresidenta de Argentina.

Correa sigue siendo popular entre millones de ecuatorianos después de supervisar un período de crecimiento económico impulsado por un auge petrolero y préstamos de China que le permitieron expandir programas sociales, construir carreteras, escuelas y otros proyectos. Pero cada vez más tomó medidas enérgicas contra los oponentes, la prensa y las empresas durante su última etapa en el cargo y se peleó con grupos indígenas.

Pérez, el candidato de Pachakutik, dijo el domingo que “Correa nos traicionó... criminalizó a 850 dirigentes sociales, intentó destruir al movimiento social”.

“Arauz es el Maduro de Ecuador”, afirmó Pérez en alusión al presidente venezolano Nicolás Maduro que asumió el poder tras la muerte de su mentor político Hugo Chávez en 2013.

La imagen de Correa también se ha visto empañada por una condena por corrupción que, según él, fue un producto de venganza política. Este expresidente fue sentenciado en ausencia en abril a ocho años de prisión por su papel en una trama para exigir millones de dólares a empresarios a cambio de proyectos de infraestructura, dinero que de acuerdo con la justicia usó para campañas y fiestas de su partido.

El ganador asumirá las riendas del país el 24 de mayo. Tendrá que trabajar para sacar a la nación productora de petróleo de una crisis económica cada vez más profunda que ha sido exacerbada por la parálisis productiva y comercial causada por pandemia.

El país de 17 millones de personas había registrado más de 253.000 casos y casi 15.000 muertes por COVID-19 hasta el viernes, según datos de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos.