Buenos Aires, marzo 9.- Las mujeres latinoamericanas llegaron a otro 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con motivos para protestar en las calles por sus derechos. Y lo hicieron en varios países de la región con multitudinarias marchas.
Las exigencias de igualdad a los gobiernos acumulan cuentas pendientes y este año, además, enfrentan nuevas amenazas de retroceso con la llegada al poder de hombres, como el presidente ultraderechista argentino Javier Milei, que han desechado abiertamente las políticas contra la discriminación.
En Argentina, las mujeres protagonizaron el viernes la movilización más numerosa en lo que va de gobierno de Milei, sin las limitaciones a bloquear las calles que impone el reciente protocolo de seguridad dada la escasa presencia policial. Mientras en México, los reclamos por los altos niveles de feminicidio y la impunidad en los asesinatos de las mujeres, resonaron en una marcha multitudinaria por la capital.
La violencia de género se mantiene como uno de los problemas más acuciantes en el continente, acumulando muertes de mujeres y sin que la política pública haya corregido los índices de impunidad que van aparejados a las agresiones y feminicidios.
Según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, una mujer es asesinada por razones de género cada dos horas.
Además, en posiciones de decisión, las mujeres no llegan a ocupar ni uno de cada tres puestos en gabinetes ministeriales en Latinoamérica. Les corresponde el 28,7% de estos espacios y solo en dos países, Chile y Costa Rica, se llega o supera la paridad.
Peor es la realidad de las trabajadoras. Son las que asumen mayoritariamente los trabajos no remunerados. En el mejor escenario, el de las brasileñas, dedican un 22,1% de su tiempo de trabajo a tareas no pagadas. Pero en la mayoría de países latinoamericanos, esta dedicación sin remuneración oscila entre un 30% y un 42% de tiempo de trabajo.
En cambio, en el caso de los hombres, apenas de un 15% a un 23% de su tiempo de trabajo se va a tareas no retribuidas, según Cepal.
Las nuevas generaciones de mujeres jóvenes están cansadas de herencias machistas, apunta Jennifer Piscopo, profesora en Género y Política en la universidad Royal Hollway de Londres.
“Están creciendo en países en los que, en el papel, la vida las mujeres latinoamericanas parece que deberían ser bien tratadas, pero esa no es su experiencia en el terreno. Entonces están enojadas”, apuntó Piscopo, que ha estudiado sobre América Latina por décadas.