Naciones Unidas, Nueva York, 18 de enero. A diario, palestinos fallecen en los desbordados hospitales que siguen perativos en Gaza y que no pueden hacer frente a las decenas de miles de heridos en la ofensiva israelí en el enclave, señaló un experto en emergencias sanitarias de Naciones Unidas (ONU). Una doctora del Comité Internacional de Rescate calificó la situación en los centros sanitarios de la Franja como la más extrema que ha visto nunca.
Los dos profesionales sanitarios, que pasaron semanas trabajando en hospitales del territorio, contaron que los sobrepasados médicos tratan de salvar la vida de miles de heridos en hospitales colapsados que se han convertido en campos de refugiados improvisados.
Sean Casey, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), salió recientemente de Gaza tras cinco semanas tratando de llevar personal y suministros a los 16 hospitales que funcionan parcialmente. Durante una conferencia de prensa de la ONU señaló que presenció “una situación realmente espeluznante en los hospitales” a medida que el sistema sanitario se derrumba día a día.
En Al-Shifa, que en su día fue el principal hospital del enclave con 700 camas, se atiende solo a víctimas de traumatismos urgentes y está abarrotado por miles de personas que han huido de sus casas y ahora viven en sus quirófanos, pasillos y escaleras, afirmó.
“Literalmente cinco o seis doctores o enfermeras” atienden a cientos de pacientes al día, contó Casey, la mayoría con lesiones que podrían ser letales, y hay “tantos pacientes en el piso que apenas puedes moverte sin pisar una mano o un pie de alguien”.
El Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás, estima que 60 mil personas han resultado heridas en la campaña militar israelí, una cifra que aumenta en cientos cada día.
Desde que Israel declaró la guerra a Hamás luego de su sorpresivo ataque en el sur de su territorio el 7 de octubre, ha acusado repetidamente al grupo insurgente de utilizar los hospitales del sitiado enclave como tapadera para su actividad militar. Las autoridades señalaron el de Al-Shifa, en la Ciudad de Gaza, apuntando que la milicia tenía centros de mando y búnkeres ocultos bajo el complejo. A finales del noviembre, el ejército descubrió lo que identificó como instalaciones militares subterráneas de Hamás bajo el hospital.
Casey apuntó que pudo llegar a Al-Shifa en tres ocasiones con material médico, combustible y comida, pero una de ellas tardó 12 días debido a las negativas israelíes, que principalmente alegaban motivos de seguridad u operativos.
En el hospital Al-Ahli, también en la Ciudad de Gaza, la situación era también desesperada, dijo.
“Vi pacientes tendidos en los bancos de una iglesia, básicamente esperando la muerte en un hospital sin combustible, electricidad ni agua, con muy pocos suministros médicos y apenas un puñado de trabajadores para atenderlos”, afirmó.
La semana pasada visitó el complejo médico Nasser, el mayor hospital de Jan Yunis, que está al 200% de su capacidad y tiene apenas el 30% de su plantilla disponible, por lo que “hay pacientes por todas partes, en los pasillos, en el suelo”.
“Fui a la unidad de quemados donde había un médico atendiendo a 100 pacientes con quemaduras”, añadió.
En Rafah, cerca de la frontera con Egipto y el lugar al que Israel ha instado a los gazatíes a trasladarse, la población se ha disparado desde los 270 mil residentes de hace unas semanas a casi un millón ahora, y la ciudad no cuenta con instalaciones médicas para abordar la avalancha de desplazados, manifestó Casey.
Históricamente, Gaza tenía un robusto sistema de salud con 36 hospitales, 25 mil sanitarios y muchos especialistas, afirmó, pero el 85% de sus 2.3 millones de habitantes están ahora desplazados, y eso incluye a los trabajadores del sector, desde enfermeras o cirujanos al personal administrativo.
Casey expresó que muchos de estos profesionales están en refugios o bajo lonas de plástico en las calles de Rafah, y no en los hospitales. El director de uno de ellos le contó que su cirujano plástico no podía operar porque estaba buscando leña para hacer un fuego con el que cocinar para su familia.
La prioridad para ayuda a las decenas de miles de gazatíes heridos y a la gente con problemas de salud es un alto el fuego y la seguridad que proporcionaría una medida así, explicó Casey, que reconoció que no es suficiente.
“En realidad se trata de un paquete completo”, añadió afirmando que los suministros médicos tienen que superar obstáculos e inspecciones antes de entrar al enclave, y luego deben llegar aún a los hospitales donde se necesitan.
Pero sin personal, materiales y combustible para los generadores de los hospitales y los centros médicos, “no se pueden realizar intervenciones quirúrgicas ni proporcionar cuidados postoperatorios”, indicó.
Según Casey, la OMS está tratando de movilizar equipos médicos internacionales de emergencias para ayudar a los hospitales gazatíes. Además, ha apoyado el establecimiento de varios hospitales de campaña durante las últimas seis semanas, agregó.
“La cifra de evacuaciones médicas a fuera de la Franja de Gaza es muy limitado”, señaló. “Sabemos que hay miles de personas que se beneficiarían de una atención de mayor nivel que ya no se puede proporcionar” allí, incluyendo los pacientes con cáncer o con lesiones complejas.
“La gente muere a diario”, afirmó Casey. “He visto niños llenos de metralla morir en el piso porque no hay material en urgencias ni sanitarios para atenderlos”.
En otra conferencia de prensa, la doctora Seema Jilani, pediatra y asesora técnica del Comité Internacional de Rescate para emergencias sanitarias, dijo que pasó dos semanas en Gaza en colaboración con Medical Aid for Palestinians y que lo que presenció fue “desgarrador, escenas sacadas de pesadillas”.
“De mi experiencia en zonas de conflicto en todo el mundo, esta es la situación más extrema que he visto en cuanto a escala, gravedad de las lesiones, número de niños que han sufrido y que no tienen nada que ver con todo esto”, aseveró Jilani, que ha estado en lugares como Afganistán, Irak y Líbano.
Jilani trabajó en el servicio de urgencias del hospital Al-Aksa de Deir al-Balah, el único en la zona central del territorio. En su primer día, según contó, intentó salvar a un niño de alrededor de un año al que le habían volado el brazo y la pierna derechos, sin la medicación necesaria mientras a su lado había un hombre moribundo con “moscas (...) que ya se estaban dando un festín”.
La doctora explicó que trató a niños con heridas que iban desde amputaciones a quemaduras extremas, y que a veces veía el humo de los bombardeos israelíes.
“Y un día, una bala atravesó la unidad de cuidados intensivos”, aseveró.
Tras su marcha, el hospital se quedó sin combustible y sus luces se apagaron, y apuntó que no sabe cómo están los bebés que trató, ni si fueron evacuados.