CHINA Y RUSIA SELLAN SUS LAZOS COMO CONTRAPESO DE EU

Claudia Luna Palencia
Internacional
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Además de Ucrania, el enfoque fundamental de la cumbre orbitó en temas de comercio, cooperación, inversiones y en continuar alineados en diversas posturas en las que volvieron a subrayar con intensidad “el mundo multipolar”.

Fue una ceremonia con aires imperiales, evocación del omnímodo poder zarista de Pedro el Grande, el mismo que tanto admira Vladimir Putin: el líder chino Xi Jinping disfrutó de un recibimiento con tal suntuosidad en el palacio del Kremlin, que hasta los soldados que abrieron las enormes puertas doradas que conducen a la sala de San Jorge tenían ensayada una contorsión de los músculos del cuello que no pasó desapercibida para nadie. Pompa y circunstancia autocrática.

La visita de Xi a Moscú se considera estratégica y trascendental por el significado de todo lo que hay alrededor: roces críticos de ambas potencias con Estados Unidos y la mayor parte de los países miembros de la OTAN; uno de ellos está invadiendo Ucrania desde hace un año; ambos enfrentan diversos tipos de sanciones a nivel internacional; ambos son líderes ambiciosos que socavan los valores democráticos y los derechos humanos. Los dos buscan un nuevo orden mundial con mayor peso de sus decisiones políticas, económicas y militares. Por si fuera poco, ambos países tienen conflictos territoriales en sus respectivas zonas de influencia.

Xi llegó a Moscú tras el anuncio del Tribunal Penal Internacional (TPI) de emitir una orden de aprehensión contra el mandatario ruso acusado por crímenes de guerra; propiamente, por deportar a niños ucranianos a Rusia.

Una demanda interpuesta en su momento por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien llegó a denunciar en esta situación a un grupo de “200 mil niños”, pero finalmente el tribunal reconoció la sustracción de 16 mil.

Este órgano internacional, que funciona como una especie de “tribunal de tribunales”, se creó gracias al Tratado de Roma para “juzgar a las personas acusadas de cometer crímenes de guerra, de agresión y de lesa humanidad”. Su jurisdicción es internacional y al TPI están adheridos 123 países del mundo.

Solo que ni Rusia ni EU o China forman parte de él (junto con otros países como Israel, Corea del Norte, India, Irán, Armenia o Azerbaiyán) y es importante no confundirlo con la Corte Internacional de Justicia adherida a la ONU.

Hay quienes ven en este dictamen una victoria moral y una forma más de dejar en evidencia tanto a Xi como a Putin, porque el líder chino sigue poniéndose del lado del bloque de las autocracias y su aliado principal es ahora un dictador con una orden de aprehensión internacional.

El encuentro de tres días en Moscú tuvo varios propósitos, uno muy relevante: discutir la propuesta de doce puntos de paz del dignatario chino sobre la invasión rusa a Ucrania. Una ocupación bélica que ya superó el año y de la que China nunca ha condenado la tropelía rusa, ni abiertamente ni en las rondas de sesiones en el Consejo General de la ONU.

Desde Beijing voló un Xi con aires negociadores tras una mediación histórica entre Arabia Saudita e Irán que ha pasado casi desapercibida en buena parte de los medios de comunicación occidentales. Aunque por la trascendencia de lo acontecido no pasó de largo para Washington, que ve cómo su socio saudí es ya mero espejismo: el 10 de marzo un comunicado signado por los ministros de Exteriores de China, Israel y Arabia Saudita informó “la reanudación de las relaciones diplomáticas y la reapertura de las embajadas en Teherán y Riad en un plazo de dos meses”.

Había desde 2021 rumores de que Beijing mediaba entre ambos países, archienemigos confrontados desde 1979 por el control de Oriente Medio, y mientras los ojos internacionales se posan en Ucrania finalmente ha sido posible el restablecimiento de relaciones.

Para Xi supone un importantísimo éxito diplomático en esa región, convertida en foco desestabilizador por largas décadas con múltiples confrontaciones entre los países regionales y agrias vecindades.

A China le parece fundamental para su estrategia de la Nueva Ruta de la Seda que Oriente Medio sea un área estable y predecible. Desde la salida de las tropas de la OTAN de Afganistán, el 30 de agosto de 2021, mucho se ha movido en Oriente Medio, pero nadie esperaba que las pugnas históricas entre chiíes (Irán) y suníes (Arabia Saudita) pudieran dejarse a un lado, porque sus intereses contrarios retroalimentan además las guerras de Siria y de Yemen.

Desinterés

Los doce puntos para la paz propuesta por China, tanto para Rusia como para Ucrania, son ambiguos a pesar de que hablan del respeto a la integridad territorial.

Putin, quien ya tenía el documento en sus manos desde hacía varios días, refirió ante el líder chino que “numerosos puntos del plan de paz pueden servir de base para un arreglo pacífico del conflicto” cuando Occidente y Kiev estén dispuestos.

El pliego chino incluye: 1) Respeto a la soberanía de todos los países y a su integridad territorial; 2) abandono de la mentalidad de Guerra Fría; 3) respeto a las legítimas preocupaciones de seguridad de los países; 4) alto al fuego; 5) inicio de conversaciones de paz, porque el diálogo y la negociación son la única salida viable para resolver la crisis; 6) resolución de la crisis humanitaria protegiendo la seguridad de los civiles y con corredores humanitarios para su evacuación; 7) apoyo al intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania y cese de ataques a instalaciones civiles; 8) protección de la seguridad de las centrales nucleares y fin de los ataques armados contra plantas nucleares; 9) reducción de los riesgos estratégicos con énfasis en que una guerra nuclear debe evitarse; 10) garantía de la exportación de cereales; 11) cese de las sanciones unilaterales por no solucionar los problemas e incluso crear otros nuevos y protección de la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro; y, 12) apoyo a la reconstrucción de Ucrania tras la guerra.

El respeto a la soberanía y a la integridad territorial es ambiguo, dado que no aclara si esto incluye que Rusia regrese a Ucrania los territorios invadidos: Crimea desde 2014; la anexión del Donbás, Lugansk, Zaporiyia y Mariúpol recientemente y adheridas a la Constitución rusa como parte integral de la Federación de Rusia.

Respecto del suministro de cereales, gracias a la mediación de Turquía junto con la ONU ha sido establecido un corredor para esos y otros alimentos producidos en Ucrania que no pueden tener salida al exterior porque las tropas rusas controlan los puertos ucranianos en el Azov y en el Mar Negro.

Los permisos de extensión de estas exportaciones se acordaron cada 60 días; el 19 de marzo vencieron los salvoconductos y Turquía junto con la ONU median para que se extiendan cada 120 días. Es un pacto clave para la exportación del trigo y otros cereales. Y es gracias a la inspección de turcos, ucranianos, personal de la ONU y rusos que estos cargueros pueden salir de dichos puertos hacia el Bósforo.

¿Hay seriedad en estos puntos de propuesta para la paz? Putin los escuchó y Xi se conforma con haberlos presentado a sabiendas de que nunca ha condenado abiertamente la invasión, ni la matanza de civiles ucranianos. Xi también ha ofrecido una conversación vía telefónica con Zelenski sin interesarse por visitarlo en persona, como amerita la delicada tesitura de una guerra provocada por su principal socio.

Más cooperación y gas

Putin, quien es toda intención y provocación, manifiesta en sus gestos y acciones su personalidad de hombre de puño duro, mentalidad imperialista-zarista y de actuación leninista-estalinista: en los últimos meses han fallecido en extrañas circunstancias 14 magnates rusos, muchos ligados al negocio energético. Algunos han muerto incluso junto con sus familias.

A Putin le va la magnificencia y calibra al milímetro sus gestos y revires. A la orden de aprehensión por parte del TPI la respuesta rusa ha sido toda escenografía: un Putin (más regordete) de visita sorpresa a Crimea y luego a Mariúpol se muestra conduciendo un coche en alguna parte de las carreteras ucranianas y luego conversando con vecinos de la destruida Mariúpol.

Lo más curioso es que al día siguiente de esta visita sorpresa apareció un Putin mucho más delgado, con la cara más descansada y menos redonda, enfundado en un traje impecable, con su corbata roja, para dar la bienvenida en el Kremlin a su querido amigo Xi.

Y mientras el líder chino eligió a Rusia para su primera visita tras ser reelecto presidente para un tercer mandato el 10 de marzo, dedicándole a Putin tres días en busca de la paz, el ruso se pone de perfil para ordenar un nuevo ataque con misiles a Kiev.

“Tenemos muchas tareas y objetivos comunes. Los lazos que nos unen son cada vez más sólidos. Tanto es así, que es simbólico que usted, querido amigo, eligiera a Rusia para su primera visita al extranjero en su nuevo mandato”, reiteró Putin mirando a los ojos de un sonriente Xi.

China no termina de hallar bien su lugar en el mundo; su cercanía con Rusia es un pacto inevitablemente estratégico: “Somos socios en la cooperación estratégica integral. Es este estatus el que determina que debe haber vínculos estrechos entre nuestros países”.

Ambos se han palmeado la espalda, creen que el mundo está contra ellos y buscan en medio de esa animosidad unirse. Xi deseó inclusive a Putin que el próximo año salga elegido (otra vez), porque su liderazgo es necesario para los rusos.

Putin, a sus 70 años, ha ocupado desde 2012 los puestos de presidente y también de primer ministro de la Federación de Rusia, acumulando 20 años en el poder. Y en 2024 podría reelegirse por seis años más.

Lo mismo que Xi (un año menor que Putin), quien asumió todos los poderes de su país desde 2013 convertido en tótem del Partido Comunista de China, máximo líder militar y presidente de la nación. Su reelección en marzo pasado le permitirá gobernar hasta 2028, cuando tendrá 75 años.

Para EU el plan de paz de Xi es papel mojado y una forma de lavado de cara hacia el exterior, pero sin demasiado compromiso. El propio Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, criticó dicho encuentro: “Que Xi viaje a Rusia días después de que se emitió una orden de arresto contra Putin sugiere que China no siente la responsabilidad de señalar al Kremlin por las atrocidades cometidas en Ucrania”.

Además de Ucrania, el enfoque fundamental de la reunión binacional Rusia-China orbitó en temas de comercio, cooperación, inversiones y en continuar alineados en diversas posturas en las que volvieron a subrayar con intensidad “el mundo multipolar”.

En palabras de Xi: “Putin y yo expresamos serias preocupaciones sobre el constante fortalecimiento de los lazos militares y de seguridad de la OTAN con los países de Asia y el Pacífico. Ambos nos oponemos a las fuerzas militares externas que socavan la paz y la estabilidad regionales”.

Durante su intervención, Putin destacó que cerca de dos tercios del comercio entre Rusia y China se lleva a cabo en rublos y en yuanes; dijo estar a favor de usar el yuan entre el intercambio comercial que tiene Rusia con países de Asia, África y América Latina.

Rusia lleva tiempo insistiendo en buscar un modelo monetario alternativo al dólar y pretende hacerlo impulsando al yuan. Para China su acuerdo pasa más por obtener gas y petróleo ruso barato y en grandes cantidades. China está dispuesta a financiar la construcción del gasoducto Power of Siberia 2, desde Mongolia hasta el territorio chino, para que ese gas y petróleo que no quieren los europeos se lo lleven los chinos.

Rusia amenaza a Alemania

El expresidente de Rusia, Dmitri Medvédev, advirtió que cualquier intento de Alemania por arrestar a Vladimir Putin por orden de la Corte Penal Internacional podría provocar la Tercera Guerra Mundial.

Cabe mencionar que es la primera vez que se emite una orden de arresto contra el líder de uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

Medvédev, quien también fue primer ministro de Rusia a lo largo de ocho años, es el actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y uno de los responsables de la invasión a Ucrania.

“Imaginemos… obviamente esta situación nunca se realizará, pero imaginemos que se realizó. El actual jefe del Estado nuclear fue a un territorio, digamos a Alemania, y fue arrestado… ¿Qué sería eso? Una declaración de guerra e inmediatamente atacaríamos”, afirmó Medvédev.

Los comentarios del expresidente se producen unos días después de que Marco Buschmann, ministro de Justicia de Alemania, dijo al periódico Bild que Putin sería arrestado si ingresaba a territorio alemán.

Por lo pronto, el primer dilema lo tiene Sudáfrica, país que invitó a Putin a participar el próximo mes de agosto en la cumbre de los BRICS y es miembro del Tribunal Penal Internacional.

Más presión y tensión

Respecto de la orden emitida por el Tribunal Penal Internacional contra Vladimir Putin el especialista geoestratégico Raúl González comenta que es “un gesto y una forma nueva de meter presión”.

Se trata, dice, de “un paso más de este grupo de países para meter presión, pero por desgracia no creo que tenga mayor efecto, por lo menos a corto plazo. El TPI se basa en los países firmantes del Estatuto de Roma en 1998 y en su momento lo firmaron Rusia y EU, pero luego retiraron su firma. No existe un reconocimiento como tal de esa Corte Penal por parte de estos países”, agrega el experto de IDITESDE.

En cuanto a que Putin pueda ser arrestado si viaja al extranjero, González cuestiona qué país se atrevería a arrestar a alguien con el peso de Putin. “No veo a ninguno que lo haría”.

A su vez, Javier Jiménez Olmos, miembro del Observatorio para la Paz, señala que en cuanto a la escalada de la contienda “no va a contribuir a nada”, porque para Putin significará “un mayor respaldo interior. Recordemos lo que sucedió cuando EU invadió a Irak: tampoco había ratificado ser miembro del TPI y, por lo tanto, no se le pudo juzgar por crímenes de guerra”.

El analista cree que este anuncio no tendrá ningún efecto y que más bien acontece en medio del escenario de la visita del líder chino a Rusia. “Ni es eficaz ni ayudará a reducir la tensión”.