Conoce los entresijos de China desde que puso pie en Beijing allá por la década de 1970: el español Marcelo Muñoz tenía claro entonces el desafío de estrechar los lazos comerciales, económicos y de inversiones entre España y el gigante asiático con una motivación visionaria. Eran los tiempos de Deng Xiaoping.
En aquella época no había celulares, ni internet y Asia quedaba muy lejos. Hoy Muñoz es el avezado presidente de Cátedra China, un especializado think tank, y en días recientes recibió a Vértigo en entrevista.
“Llevo 45 años conviviendo con China, trabajando allí, recorriendo diversas ciudades. He trabajado en comercio exterior. He conocido a bastantes dirigentes chinos con los cuales he podido entablar una conversación abierta. De hecho, lo reflejo en mis libros y más en este último”, subraya entusiasmado.
El reconocido sinólogo está de plácemes por su nueva obra, China ha vuelto para quedarse, fiel testimonio de buena parte de sus conversaciones a lo largo de varias décadas con políticos, empresarios y otros interlocutores chinos sobre una amplia diversidad de temas, desde derechos humanos hasta económicos.
Muñoz observa a un actor preponderante que en pleno siglo XXI enfrenta una enorme resistencia del poder establecido de Occidente, y fundamentalmente de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), que no reconocen todavía el liderazgo chino como segunda potencia mundial.
“La reconocen de palabra pero no consecuentemente. Si es la segunda potencia mundial tiene obligación y derecho a participar en la gobernanza global; y la gobernanza global está en manos de Occidente monopolísticamente”, refiere.
China pretende brillar como una potencia económica, política, militar y tecnológica, pero hay que conocerla desde su propio ámbito particular, algo que el propio Muñoz explica con sapiencia porque “es otro mundo totalmente diferente de Occidente”, empezando por el pensamiento político, la filosofía, la concepción de la historia, los valores humanos y la solidaridad.
Otra realidad
“Eso es algo que Occidente no percibe porque hay muchos filtros; la información que llega de China viene filtrada básicamente por el mundo anglosajón, que no tiene ningún interés en relatar la realidad de China… Entonces nos relatan otra realidad”, defiende el sinólogo.
—Generalmente la pintan como un actor antagónico…
—Sí, porque como los conceptos son tan distintos, no se entiende. La gente debe percatarse de que hay otra filosofía confuciana que impregna toda la vida; la familia es la continuidad histórica de las generaciones; de ahí el culto a la familia, a los hijos; y el culto a los antepasados, que los misioneros cristianos confundieron con idolatría.
—Claro, pero no se puede obviar que también China quiere defender sus intereses estratégicos.
—China defiende la ley internacional en principio. En esta etapa de su historia —porque ha vuelto, hay que recordar que estuvo ausente un siglo— los occidentales le impusimos el libre comercio, es decir, el narcotráfico, porque significa que los británicos podían venderle opio a China para compensar la balanza comercial que tenían desequilibrada. Ahora China se reincorporó a la comunidad internacional en una situación completamente distinta de la anterior. Hay que tomar en cuenta que China en 1840, cuando llegaron los británicos, era la primera potencia mundial y llevaba dos mil años como potencia mundial.
Después de ese siglo ausente, dice Muñoz, “el auge del gigante asiático es incuestionable, está en disputa actual con la supremacía de EU y pretende pasar de un unilateralismo norteamericano al multilateralismo con los chinos y otros países como actores importantes en la geopolítica y geoeconomía”.
China, agrega, no se resiste a hablar con Occidente ni con la Unión Americana, es más bien “Estados Unidos el que no quiere hablar con China”; en Beijing hay capacidad política para el diálogo.
“Lo hemos visto recientemente: EU dice: ‘Defiendo a Taiwán’. Según la ley internacional, y según Naciones Unidas, Taiwán es una parte de la soberanía china; el propio Joe Biden acepta que es soberanía china; pero luego usa a Taiwán para que esta defienda su autonomía. Sin embargo, la posición china siempre será la vía del diálogo”, comenta.
Del despliegue militar que ordenó el presidente Xi Jinping, con potentes ejercicios militares alrededor de la isla y bajo el contexto de la visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EU, Muñoz descalifica la intromisión estadunidense en un asunto interno.
—¿Llegaremos a ver una confrontación bélica entre EU y China por Taiwán?
—Creo que no, porque China no quiere… prefiere el diálogo.
—Y en el caso de Ucrania, esa tibieza de Beijing…
—Si China estuviese admitida en el club de la gobernanza global y estuviese admitida junto con EU y la UE como una triple potencia para abordar el problema de Ucrania, me parece que se hubiera abordado de una manera totalmente distinta.
—Pero China apoya a Putin y no lo presiona con la invasión.
—Es falso, eso es mentira. China no apoya a Putin. China no es aliada de Rusia, simplemente es un socio comercial; ni la política, ni la ideología, ni la filosofía, ni la concepción del mundo ruso coinciden con el chino. Es más: son antagónicos en filosofía política.
Muñoz prosigue con su argumentación: “China no admite la posición de Occidente respecto de Ucrania. La solución son sanciones según Estados Unidos y sus aliados, pero China dice que no: la solución es el diálogo y la negociación”.
No es solo la postura de Beijing. El experto matiza que también están India y otros países del mundo, como los africanos, que no apoyan las sanciones impuestas por EU y la UE, pero dicha posición no implica que estén de acuerdo o bien sean aliados de Putin.
China, desmenuza el experto, lo que no acepta es que EU se considere el único con derecho a la gobernanza global y excluya a los demás. En este punto Muñoz insiste en señalar que tanto republicanos como demócratas aspiran a tener el monopolio de la gobernanza global.
“Así lo consideran, con diversas formas y matices, pero en el fondo piensan lo mismo; lo vemos con Biden y con Donald Trump: creen que son los únicos que pueden mandar en el mundo”, subraya.
Alianzas, no guerras
En China ha vuelto para quedarse Muñoz cita un principio confuciano que habla precisamente de la paciencia y la perseverancia: “Cuando consideras que debes estar en un lugar y no te dejan sitio, no te preocupes, por un lado espera y por otro hazte el hueco. Y China está haciéndose su hueco”.
Como proyecto clave en dicha estrategia figura la Nueva Ruta de la Seda cuyo objetivo, explica Muñoz, es favorecer la conectividad global, sobre todo entre los países menos desarrollados. Este proyecto lo lanzó en 2013 el presidente Xi y desde entonces a la fecha se han invertido en este macroproyecto un billón de dólares anuales.
“Eso es hacerse un hueco pacíficamente, sin armas. Promueve una movilización global de solidaridad y de interconectividad. Esa es la política china. Y no es perfecta, pero es una tendencia totalmente contraria a la estadunidense”, esgrime.
—Ahora veremos una economía china en desaceleración…
—Las noticias y los análisis sobre la evolución económica de China son muy dispares. Yo, obviamente por mi trabajo, sigo a diversos estudios y medios… pero hay noticias contradictorias: las que llegan de medios chinos dicen que la economía avanza y que este año crecerá entre 3 y 4% probablemente.
—Para su tamaño demográfico parece poco, ¿no?
—En los primeros años de la reforma China creció 10, 11 y hasta 12%. Un crecimiento de dos dígitos no puede sostenerse más tiempo. Ahora se enfría la economía con un crecimiento de 6 a 6.5%, que mantuvo hasta la pandemia. Ahora esa expectativa de crecimiento se reduce, pero no es un desastre…
Luego está el nivel de endeudamiento interno y las advertencias acerca de una burbuja inmobiliaria que Muñoz cuestiona, porque remarca que hay cierta desinformación al respecto o bien intereses que intentan crear cierta confusión acerca de la realidad china y de sus intenciones.
El especialista trae a colación una anécdota: “Recuerdo un titular durante uno de mis viajes a China que decía que la economía china había tocado techo con el crecimiento de 12%. ¿Qué techo?, me dije. Esa forma de informar desorienta muchísimo”.
—¿Qué opinión tiene de Xi?
—Ellos tienen su estructura, eso lo explico en mi nuevo libro. Xi ha tenido un gran éxito como presidente, mucha gente está de acuerdo con él y les parece muy bien que prorrogue su mandato. Ven muy favorable la Nueva Ruta de la Seda porque la economía china obtiene unas relaciones internacionales que nunca había tenido.
—¿En qué es débil China?
—Tiene que aprender a expresarse mejor hacia afuera. En su política de comunicación tiene muchos defectos. Yo explico que traducen del chino al español y, por ejemplo, el lenguaje chino es muy florido, muy imaginativo, y si traducimos textualmente sale una cosa que no se entiende bien. Ese defecto de la comunicación es importante. Hay otros temas también que abordo en mi libro, como el crecimiento de la desigualdad en muchas partes: regional, entre la ciudad y el campo… Es un problema que se debe corregir.