CHINA ENTRA EN EL JUEGO IMPERIALISTA DEL SIGLO XXI

“China no renunciará a la integración de Taiwán”.

Claudia Luna Palencia
Internacional
File photo of 38th Han Kuang military exercise in Taiwan on July 27, 2022. Taiwan\'s President Tsai Ing-wen said on Thursday
EyePress News/EYEPRESS via Reuters Connect

Al final los chinos no son tan pacíficos como algunos analistas argumentaban: también tienen apetitos imperialistas y un plan de invasión a Taiwán que quedó al desnudo durante la visita de Nancy Pelosi a la isla que Beijing reclama como parte de su territorio tras la huida en 1949 del gobierno nacionalista chino de Chiang Kai-shek a Formosa (hoy Taiwán) para protegerse de la victoria de Mao Zedong con su República Popular de China.

Estados Unidos sacó a Xi Jinping de su zona de confort: el gobierno chino alteró su status quo hacia la isla y la región con una intensa maniobra militar sin precedentes, con fuego real y una batería de ciberataques contra instalaciones claves para Taipéi.

De hecho, el ejército chino lanzó once misiles balísticos Dongfeng en aguas cercanas a Taiwán, bajo el pretexto de realizar ejercicios militares desde el 4 de agosto hasta el 7 de agosto como medida de protesta y de represalia ante la presencia en la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana.

Ha sido tal el despliegue por tierra, mar y aire, que quedó cortado el paso de navegación por el Estrecho de Taiwán y se suspendieron todos los vuelos comerciales ante el creciente temor de que la artillería china terminase impactando un avión civil.

Mientras en Beijing funcionarios de primer nivel del gobierno chino salieron a dar la cara y celebraron el ensayo de la Operación Reunificación, desde Taipéi la presidenta Tsai Ing Wen condenó las maniobras militares y acusó al régimen de Xi de arrogante y de comportarse de “forma peligrosa e irracional”, al punto de emular a Corea del Norte con el lanzamiento de misiles.

Los ensayos tienen además consecuencias en otros países de la región con los que China mantiene tibias y tirantes relaciones diplomáticas, como sucede con Japón.

Nobuo Kishi, ministro de Defensa nipón, informó a la comunidad internacional que cinco misiles balísticos chinos cayeron en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Japón.

El despliegue militar chino ocurrió en un área de amplia circulación marítima, un nodo estratégico entre el Mar de la China Meridional, el Mar de la China Oriental y el Estrecho de Taiwán; por esas aguas transitan cada día miles de barcos comerciales y cargueros con enormes contenedores que llevan en su trasiego millones de mercancías y bienes de un continente a otro.

Tensión

Tanto productores como intermediarios taiwaneses manifestaron sentirse consternados por el rumbo de las hostilidades. China demoró tres días más de lo anunciado con su despliegue y ejercicios militares en el área, haciendo temer por el futuro de la navegación en el estrecho.

Nada más Taiwán participa con 65% de la producción mundial de chips para computadoras; le sigue Corea del Sur con 18%; luego China con 5%; y hay otros países con producciones más pequeñas.

La sicosis desatada en la isla llevó a su presidenta a ordenar la realización de simulacros y ejercicios militares del 9 de agosto al 11 de agosto para preparar a sus fuerzas armadas ante la posibilidad de una invasión.

El ejército de Taiwán reportó utilizar fuego real mientras fragatas taiwanesas hacían retroceder a navíos militares chinos que habían traspasado el límite marítimo.

Han sido días de una inmensa tensión. A pesar de ello el presidente estadunidense, Joe Biden, confió en que la escalada no pasara a mayores en uno de los momentos diplomáticos más frágiles entre EU y China luego del anuncio de la ruptura de los lazos de cooperación en asuntos de justicia, de seguridad y de cambio climático con Washington.

Anthony Blinken, secretario de Estado norteamericano, declaró que su país no busca un conflicto y aseveró estar decidido a que se dé carpetazo a este asunto: “EU no cree que a Taiwán, a la región o a nuestra propia seguridad nacional le interese escalar la situación”.

Blinken aseveró que la Casa Blanca dejará abiertos todos los canales diplomáticos y de comunicación para evitar un malentendido con Beijing en la zona.

Por su lado, el mandatario chino está sometido a una fortísima presión interna para demostrar que sigue siendo el líder inquebrantable, duro y decidido que demanda el Partido Comunista Chino (PCCh) rumbo a su próxima XX asamblea este otoño, bajo la convicción de que Xi quiere continuar en el poder más allá de 2024, ambición que comparte con su homólogo ruso Vladimir Putin.

Zona sensible

¿Qué lectura se puede desprender de la actual tensión entre EU, China y Taiwán? Para Xulio Ríos, directivo del Observatorio de la Política China con sede en España, si bien los chinos proclaman que Taiwán es un asunto interno, luego de la visita de Pelosi será “imposible” gestionarlo al margen del proceder de otros actores importantes, en especial Estados Unidos.

“Después del turbulento mandato de Donald Trump, que significó un punto de inflexión en la relación sino-estadunidense conforme a los cánones definidos hace cuatro décadas, con Biden en la presidencia se ensayó un diálogo ni menos franco ni menos duro, con acusaciones cruzadas sobre los más diversos temas, pero con visos de encauzar la relación por una senda bajo el control de ambas partes”, en opinión del experto.

Ríos recuerda los esfuerzos entre los equipos de Yang Jiechi, máximo responsable de la política exterior china, y Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de EU, con encuentros en Anchorage, Zúrich o Roma e incluso otros virtuales para buscar un diálogo en aras de primar la racionalidad y establecer comodines destinados a su preservación.

Ahora, afirma, la visita de Pelosi a Taiwán cuestiona todo ese esfuerzo y amenaza con revertir dicha lógica hasta el punto de representar un problema no solo para Xi o para Biden, sino también para las autoridades del gobernante Minjindang en Taiwán.

“Se evoca la crisis de Hong Kong y el desenlace resultante, marcado por un incremento sustancial del control político sobre la región. Taiwán no es Hong Kong, cierto, pero igualmente tiene mecanismos a su alcance para avanzar en la realización de su interés principal, que no es otro que la reunificación”, recuerda el especialista.

Y luego está la presión interna sobre Xi Jinping: “La crisis surgida alienta un arrebato nacionalista entre su población, que puede gestionar en función de la coyuntura, ya sea activándolo o moderándolo. En paralelo, otro tanto puede hacer con el discurso a propósito de Taiwán”.

Reunificación sí o sí

Taiwán no es Ucrania. No puede ni debe analizarse el caso de uno y de otro territorio con la misma óptica, aunque dos potencias reclamen para sí intereses de dominación.

Hasta la fecha Taiwán no es un país reconocido ni por la Organización de Naciones Unidas (ONU) ni por la mayoría de los países del mundo y ello a pesar de que tiene una Constitución, una bandera, un himno, organizaciones jurídicas propias, instituciones de gobierno y elecciones democráticas. Taiwán es el limbo y EU ha mantenido a lo largo de varios gobiernos la política de reconocer Una sola China que alega el gigante asiático ante la ONU y que significa que Taiwán forma parte de China, llegando a concederle cierta autodeterminación pero siempre bajo el marco de propiedad de las políticas chinas.

En cambio Ucrania, que pertenecía a la Unión Soviética el siglo pasado, tras la caída del Muro de Berlín y el desmantelamiento del régimen soviético comunista logró su independencia de la URSS el 24 de agosto de 1991. Es un país reconocido por la ONU, tiene nexos con los organismos internacionales, así como Constitución, himno, bandera, soberanía, moneda, leyes, embajadas, normas, instituciones y elecciones. Y desde 2014 ha comenzado a ser invadido sistemáticamente por Rusia, alimentada por la obsesión de Putin por recuperar a la antigua URSS.

A Taiwán lo reconocen como soberano 14 países (Honduras, Guatemala, Belice, Haití, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Esuatini, Paraguay, Ciudad del Vaticano, Islas Marshall, Nauru, Palaos y Tuvalu); no tiene embajadas; y el resto del mundo lo ve como parte de China bajo una situación especial con la autodeterminación concedida. Sin embargo, hay un fuerte movimiento político interno a favor de la independencia.

¿Terminará invadiendo China a Taiwán como Rusia a Ucrania? Esa es la pregunta del millón de dólares. El Pentágono lo cree plausible dentro de unos años más. China dice que su motivación es pacífica, pero en realidad tiene un plan de invasión bélica.

Precisamente a raíz de las recientes tensiones, el miércoles 10 la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado y la Oficina de Información del Consejo de Estado de la República Popular China publicaron un libro blanco titulado La cuestión de Taiwán y la reunificación de China en la nueva era, que defiende la pertenencia de la isla al territorio chino desde la antigüedad; la reunificación pacífica y el respeto a un régimen de autonomía especial para Taiwán; así como el rechazo absoluto de la injerencia norteamericana, que solo pretende debilitar a Beijing.

El texto señala que la reunificación sucederá porque permitirá el “rejuvenecimiento” del país bajo el concepto de Una sola China y dos sistemas, con el compromiso del respeto a la identidad ideológica y política de Taiwán pero siempre hermanado con el resto de los chinos. “La sangre es más espesa que el agua”.

Cada línea es clarificadora, bajo el cometido del diálogo, en el sentido de buscar consensos para una reunificación que es irrenunciable e inevitable; y que llegará tarde o temprano pero no por la vía de las armas y la opresión, sino por el camino de la paz y de hacer que los chinos de Taiwán se sientan orgullosos de estar todos unidos otra vez.

El documento acusa reiteradamente a EU como una fuerza injerencista en el conflicto con Taiwán para debilitar a China y encender la ilusión del separatismo y el nacionalismo, fomentando una animadversión en la isla contra sus hermanos chinos. Y no descarta utilizar la fuerza armada si continúan las provocaciones.

“Están tramando intercambios oficiales con Taiwán, aumentando la venta de armas y coludidos en la provocación militar. Para ayudar a Taiwán a expandir su espacio internacional inducen a otros países a interferir en los asuntos de Taiwán y traman proyectos de ley relacionados con Taiwán que infringen la soberanía de China. Están creando confusión en torno de lo que es blanco y negro, correcto e incorrecto”, destaca el documento.

El gobierno chino ha publicado dos libros blancos anteriores sobre Taiwán: en 1993, La cuestión de Taiwán y la reunificación de China; y en 2002, El principio de una sola China y la cuestión de Taiwán.

Este nuevo libro blanco del 10 de agosto recuerda que en enero de 2019 Xi Jinping propuso políticas importantes para promover el desarrollo pacífico de las relaciones entre ambos lados del estrecho y la reunificación pacífica de China en la nueva era.

“No importa qué partido o grupo político esté en el poder en Taiwán, no puede alterar el curso del progreso en las relaciones a través del Estrecho o la tendencia hacia la reunificación nacional”, reitera el nuevo libro blanco.

¿Qué propone China? Establecer una zona piloto para el desarrollo integrado a través del Estrecho en la provincia de Fujian, promoviendo la integración mediante una mejor conectividad y políticas más preferenciales y sobre la base de la confianza y el entendimiento mutuos.

¿A qué se compromete China? A que Taiwán disfrutará de un alto grado de autonomía como región administrativa especial. Se respetará plenamente el sistema social de Taiwán y su forma de vida, y serán protegidas la propiedad privada, las creencias religiosas y los derechos e intereses legítimos del pueblo de Taiwán.

China no renunciará a la integración de Taiwán bajo ningún concepto.