Beirut, Líbano, 15 de octubre. Más de 400 mil niños en Líbano se han visto desplazados en las últimas tres semanas, indicó un funcionario de alto nivel de la agencia de Naciones Unidas para la infancia, que advirtió del riesgo a que haya una “generación perdida” en un país pequeño y que ya lidiaba con múltiples crisis antes de sumirse en una guerra.
Israel ha incrementado su campaña contra el grupo político y militar libanés Hezbollah, lo que incluye una invasión terrestre tras un año de intercambios de fuego desde que comenzó su guerra contra Hamás en Gaza.
Los combates en Líbano han sacado a 1.2 millones de personas de sus hogares, la mayoría de las cuales ha huido a Beirut y otros lugares al norte en las tres semanas desde que comenzó la escalada.
Ted Chaiban, subdirector ejecutivo de UNICEF para acciones humanitarias, ha visitado escuelas convertidas en refugios que alojan a familias desplazadas.
“Lo que me impactó es que esta guerra lleva tres semanas y ya se han visto afectados muchísimos niños”, dijo Chaiban a la agencia The Associated Press en Beirut.
“Mientras hablamos hoy, 1.2 millones de niños están privados de educación. Sus escuelas públicas o bien han quedado inaccesibles, han sufrido daños en la guerra o se están utilizando como refugios. Lo último que necesita este país, además de todo lo demás por lo que ha pasado, es el riesgo de una generación perdida”.
Aunque algunas escuelas privadas libanesas siguen operativas, el sistema de escuelas públicas se ha visto muy afectado por la guerra, al igual que las personas más vulnerables del país, como refugiados sirios y palestinos.
“Lo que me preocupa es que tenemos cientos de miles de niños libaneses, sirios, palestinos, que están en peligro de perder su aprendizaje”, señaló Chaiban.
Más de dos mil 300 personas en Líbano han muerto en ataques israelíes, casi el 75% de ellos en el último mes, según el Ministerio de Salud. En las últimas tres semanas, más de 100 niños murieron y 800 resultaron heridos, indicó Chaiban.
Los niños desplazados están hacinados en refugios abarrotados en los que tres o cuatro familias pueden vivir en un salón separado con lonas de plástico, y donde mil personas pueden compartir 12 retretes. No todos funcionan.
Muchas familias desplazadas han levantado carpas en carreteras o playas públicas.
La mayoría de los niños desplazados han experimentado tanta violencia, como los sonidos de los proyectiles o disparos, que se asustan ante cualquier sonido fuerte, agregó Chaiban.