Decía Honorato de Balzac respecto de su novela Las ilusiones perdidas que la historia está llena de bulos o mentiras que se convierten en aves de rapiña capaces de carcomer la esencia de la verdad.
Para el padre de la novela moderna la cotidianidad que tanto se afanó en plasmar en sus relatos realistas de su comedia humana, la vida diaria de las personas puede girar en torno de una red de mentiras cuyo poder es, en potencia, una intensa maquinaria de guerra.
Precisamente fue un embuste lo que dio a Adolfo Hitler la coartada exacta para iniciar su invasión a Polonia e incendiar la chispa de la Segunda Guerra Mundial: el incidente de Gliwice el 31 de agosto de 1939 fue una operación orquestada desde el poder nazi para culpar a los polacos de un ataque que no perpetraron pero que dio al Führer el pretexto para invadirlos.
El historiador Florian Altenhöner recuerda el engaño en su libro El hombre que empezó la Segunda Guerra Mundial, en el que además subraya que el nazismo usó recurrentes bulos como instrumentos de propaganda contra el enemigo y también entretejió una red de falsedades que dejaba correr como el agua para entorpecer las tácticas defensivas de los Aliados; los espías debían ser muy sagaces para no caer en las aguas turbias de la confusión.
Recientemente, cuando la invasión de Estados Unidos a Irak en marzo de 2003, el entonces presidente George W. Bush aseveró a la opinión pública y a los medios de comunicación —de manera reiterada y contundente— que el dictador iraquí Saddam Hussein tenía sendos laboratorios con armas químicas potenciales para ser utilizadas contra los norteamericanos.
Gracias a una intensa propaganda la Casa Blanca convirtió a Hussein en la mayor amenaza para la humanidad por sus “armas químicas de destrucción masiva”; sin embargo hasta la fecha el Ejército estadunidense no ha podido probar ante la ONU tales armas químicas y laboratorios clandestinos en Irak.
Una mentira puede derribar un imperio, diría Alejandro Magno camino de Persia: con la pandemia del coronavirus se vive también una algarada de mentiras. Hay quienes intencionalmente buscan crear nubes negras de dudas e incertidumbre a fin de ensombrecer aún más el panorama actual.
Además de la emergencia sanitaria global, del consecuente cisma económico debido a la hibernación productiva en algunos países, acontece una guerra de considerable intensidad provista de bulos para despistar y desconcertar a una población ensimismada por la incertidumbre y el temor al contagio.
En suma las mentiras como granadas de mano explotan en las redes sociales, hallan en internet su nuevo campo de batalla para la desinformación en momentos álgidos en que la gente, necesitada de certezas ante qué es en sí mismo el virus, cree en todo lo que encuentra a su paso por la red y en muchas ocasiones le llega directamente a golpe de un clic.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en un seminario vía web organizado para periodistas al que asistió Vértigo, en los últimos dos meses se han detectado 1.2 billones de búsquedas en internet acerca de qué es el coronavirus, así como de sus potenciales curas.
La OMS ha lanzado la advertencia de hacer caso omiso a todos los contenidos en las redes que hablen de remedios caseros o de la combinación de medicamentos y falsas terapias que en vez de coadyuvar a proteger contra el patógeno hacen exactamente lo contrario, perjudicando la salud.
Varios gobiernos, en diversos países, intentan fungir de filtro entre la información en las redes y lo que llega al internauta, pero a veces resulta contraproducente.
El ejemplo más reciente está en Francia. La semana pasada Sibeth Ndiaye, portavoz del gobierno de Emmanuel Macron, confirmó que decidieron eliminar la web oficial Désinfox creada a instancias del Elíseo con la finalidad de verificar qué información publicada por los medios era “fidedigna o no”.
Más de un centenar de medios de comunicación protestaron contra dicha medida argumentando que el gobierno no podía convertirse en censor para señalar con el dedo qué información era veraz o no, o bien digna de ser considerada para los lectores.
Luego de que el Syndicat National des Journalistes acusó a Macron de “sobrepasar sus funciones y su papel constitucional” y presentó un recurso de “urgencia” ante el Consejo de Estado, Ndiaye salió al paso para anunciar la suspensión inmediata de dicha página web que solo pretendía “ayudar a los ciudadanos a encontrar información confiable” ante el cúmulo de datos, videos, artículos y documentos que circulan en las redes sociales, a veces distorsionados o alterados.
Curioso, porque desde el corazón de Francia ha salido una noticia que muchos medios de comunicación han reproducido a escala mundial y que por WhatsApp ha sido compartida millones de veces: la historia afirma que médicos franceses infieren que las personas fumadoras se contagian menos de coronavirus.
Acto seguido el artículo citado destaca que “la nicotina podría matar al virus” porque de los pacientes ingresados en los hospitales en Francia contagiados por Covid-19 solo 5% son fumadores.
La evidencia científica indica una destrucción alveolar en los pulmones en los pacientes aquejados por neumonías derivadas por el coronavirus que ataca a pulmones sanos o no: un punto omitido en el texto que reivindica un estudio de investigación desarrollado en el hospital de la Pitié Salpétrière “de la mano de su equipo de medicina interna y del neurobiólogo Jean-Pierre Changeux”, a quien curiosamente ningún medio de comunicación francés de los consagrados ha entrevistado directamente.
No obstante la noticia inunda las redes sociales y salta directamente a los medios de comunicación, que la reproducen consistentemente y algunos hasta destacan “las bondades de la nicotina” frente al coronavirus.
¿Dónde están los médicos que supuestamente realizan dicho estudio? Consultada al respecto la OMS responde a Vértigo que “nuestra postura sobre el tabaco es que los fumadores tienen mayores probabilidades de ser más vulnerables al Covid-19 debido a que su capacidad pulmonar es menor, lo que aumentaría enormemente el riesgo de padecer un cuadro grave. Las afecciones que aumentan las necesidades de oxígeno o aminoran la capacidad del cuerpo para usarlo de la manera adecuada implicarán un mayor riesgo de sufrir problemas pulmonares graves, como la neumonía”.
En paralelo a los portales consistentes con los supuestos beneficios de la nicotina para prevenir al coronavirus en la web brotan especulaciones con claras intenciones alertando que “muy pronto quedarían agotados los stocks de cigarrillos”, aupando a los consumidores a realizar provisiones.
Diversas asociaciones de neumólogos, en varios países del mundo, han debido aclarar —presentando sus nombres y cargos— que es ficticio que la nicotina genere algún beneficio relacionado con el Covid-19.
Un comunicado firmado por Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), subraya la ausencia de evidencia científica favorable a la nicotina como medio de combate al coronavirus.
“El tabaquismo es un factor de riesgo que puede hacer que el virus evolucione con mucha mayor probabilidad de una forma muy grave en los fumadores; el virus puede tener una evolución poco grave en 70% de los casos, pero en 20 a 30% se produce una neumonía bilateral que puede desembocar en una insuficiencia respiratoria severa, lo que puede llevar a la UCI y, en el peor de los casos, a la muerte”, se afirma en el reporte.
Manipuladores
Bajo el torrente de las redes digitales que vertebran hasta al inframundo de la comunicación y le dan a las cloacas poder de manipulación, los coronabulos más compartidos se relacionan con los mecanismos de propagación del virus, sus formas de contagio, los remedios para prevenir y curarse, y con el origen del coronavirus dando pie a múltiples teorías conspiranoicas.
Se han compartido por WhatsApp mensajes clonados de páginas oficiales de la OMS/OPS. Por ejemplo en Perú circuló uno aparentemente del organismo internacional instando a la gente a masticar un trozo de kion (jengibre) de diez gramos “por lo menos una vez al día” para prevenir y curarse del coronavirus.
Hay tal cantidad de falsedades que la ONU, junto con la OMS y la OPS, crearon un único canal por WhatsApp para atender las preguntas directas de la gente inquieta por saber más acerca del virus, de cómo cuidarse o bien con dudas acerca de remedios caseros o de medicamentos; la forma de adherirse es mediante el número 4122-501-7690.
En diversas partes del mundo han fallecido personas por leer y creer en información falta de veracidad y que les llega a su teléfono o reproducida cientos de veces por Facebook, Instagram o Twitter.
Ha habido decesos lamentables en Estados Unidos de personas que han tomado cloroquina, bebido alcohol o hasta cloro directamente; otros mensajes mal intencionados hablan de bañarse en saunas hirvientes para “matar al virus” o aplicarse directamente en la piel rayos ultravioleta.
Los ha habido en pleno inicio de la pandemia, cuando varias naciones en Asia y en Europa se han visto obligadas a realizar confinamientos de su respectiva población; de forma más severa en China, España, Francia e Italia; menos rígida en Corea del Sur, Taiwán, India, Alemania, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Islandia y Nueva Zelanda. Entonces las noticias falsas alertaban de que todos los supermercados estaban infectados con coronavirus. Algunos propiciaron la escasez de papel higiénico, convertido en el protagonista de la pandemia ante su desbordada demanda.
A lo largo de los días y de las semanas desde que la OMS declaró la pandemia, el 11 de marzo pasado, no dejan de caer malas noticias manipuladas, falseadas y distorsionadas para mantener a quien las lee preocupado, menguado e igualmente confundido.
En España la empresa Maldita.es realiza un fact-checking de la información que circula en las redes “para que no te la cuelen”; y es que en las últimas semanas han detectado “494 bulos” sobre el coronavirus, “todas mentiras, alertas falsas y desinformaciones” que esta empresa se dedica a desmentir.
¿Por qué está pasando esto? La versión oficial de Maldita.es apunta a que hay gente interesada en “crear más miedo” y también “aprovecharse” de las situaciones de alarma.
“No, no hay evidencias de que el MMS o clorito de sodio cure el coronavirus en 24 horas; cientos de personas han preguntado al respecto tras un audio de un supuesto biólogo, Isidro Fuentes García, y un video, de Josep Pamiés, que promueven seudoterapias para curar enfermedades con clorito de sodio como solución contra el coronavirus”, afirma la empresa.
La propia OMS indica que no existe una vacuna, un medicamento o un tratamiento contra el coronavirus, ni para prevenir ni para tratar el Covid-19; no al menos hasta el momento.
Además de la nicotina y el coronavirus, otra fake news generalizada y que caló bastante fuerte en Reino Unido se relaciona con varios artículos y sobre todo videos en inglés que culpan a la red 5G de ser la fuente directa del nuevo virus.
“Se trata del video de un supuesto doctor llamado Thomas Cowan, quien explica en una conferencia que la pandemia de Covid-19 la causa la red 5G y que cada gran pandemia de la historia ha sido provocada por un salto cuántico en la electrificación de la Tierra. Nada de lo que dice esta persona es real, ni tiene ninguna evidencia científica que lo sustente”, aclara también el grupo español de fact-checking.
La destrucción de antenas 5G en diversas partes de Reino Unido obligó a que Michael Gove, ministro de Gabinete, pidiera ante los medios de comunicación que la gente dejase de “quemar o destruir las antenas de 5G” porque era un “sinsentido” relacionarlas con el coronavirus o culparlas de la pandemia.
Cabe mencionar que la anterior primera ministra, Theresa May, dio su visto bueno para que la china Huawei tuviese la licencia para operar la fibra 5G en todo el territorio británico. Ahora los bulos han convertido a la tecnología en una de sus dianas.
RECUADROS
Noticias conspiranoicas
Y desde luego están las falsas noticias que alientan las tesis conspiranoicas de esta pandemia con argumentos que alimentan esta fase como si fuese una expresión más de una guerra que desde hace dos años libran Estados Unidos y China en el renglón de lo comercial-arancelario, en lo tecnológico, lo empresarial, en las divisas, en la carrera por el espacio, en el nuevo rearme y hasta en lo geopolítico.
Después de que el Nobel de Medicina 2008, el francés Luc Montagnier, de 87 años, declaró que el coronavirus había sido creado en un laboratorio en Wuhan y que posiblemente estaban manipulando el virus del VIH en busca de una vacuna pero que o se les escapó o algo salió mal, muchos de sus propios colegas y otros Nobel salieron a desmentirlo señalando que “no aporta ninguna evidencia”.
Luego apareció en las redes sociales otro artículo donde supuestamente Tasuku Honjo, Nobel de Medicina 2018, confirmaba la versión de Montagnier, reafirmando que “está fabricado y el virus es completamente artificial”. En la supuesta entrevista Honjo recordaba su experiencia de cuatro años en el laboratorio de Wuhan, China.
A los pocos días de que el coronabulo ya había dado la vuelta al mundo, el propio Honjo, en un comunicado oficial firmado por él y desde la Universidad de Kyoto, manifestó su “tristeza” porque su nombre se usó para difundir falsas versiones y propiciar mayor confusión.
Hasta la fecha nadie ha logrado probar que el coronavirus es resultado de la manipulación humana, ni errónea ni intencionada. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha pedido una investigación seria al respecto, pero la versión oficial de la OMS es que es un virus creado por la propia naturaleza.
Facebook se autocensura
La más famosa de las redes sociales ha decidido formar un organismo independiente para moderar los contenidos que sus usuarios suben y comparten.
La empresa, creada por Mark Zuckerberg, desde hace años recibe sendas presiones por parte de varios gobiernos y organismos civiles del mundo para que elimine la información que en redes sociales incita al odio, al suicidio, a llevar a cabo retos virales que dañan la vida o bien a realizar actos vandálicos, terroristas o de desorden social.
Ahora en medio de la pandemia, con varias poblaciones en distintos países confinadas en sus casas, hay más tiempo para estar activos en las redes sociales; es en este momento que anuncia Zuckerberg un consejo formado inicialmente por 20 personalidades que “seleccionará y ponderará sobre los límites de la libertad de expresión”.
Se llama Consejo Asesor de Contenido (Oversight Board), “y el número total de integrantes será de 40 que terminarán constituidos en 2021; a la fecha hay diez hombres y diez mujeres seleccionados, hay cuatro copresidentes. La intención de este organismo es decidir no solo en los posts sino también en los anuncios y en la información de grupos y por el momento WhatsApp seguirá igual”.