Hasta el momento el diálogo no da frutos, por lo que crece la tensión entre Rusia y Estados Unidos por el conflicto en Ucrania, mientras se multiplican las voces de la comunidad internacional que piden resolver el problema por la vía diplomática.
Para México, por ejemplo, en voz de Juan Ramón de la Fuente, debe primar una solución pacífica de las controversias sin polarizar la narrativa y, ante la desconfianza, evitar las acciones hostiles.
En su intervención como embajador de México ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), en una reunión de urgencia en el seno de su Consejo de Seguridad, De la Fuente dejó clara la postura de nuestro país a favor de la no intervención: “Para México hay tres principios básicos: la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; el principio de no intervención, y la solución pacífica de las controversias”, subrayó.
Respecto del primero, el diplomático dijo que la sola escalada de tensiones en Europa oriental representa una amenaza potencial para la paz y la seguridad internacional; y por tanto, abundó, es competencia de este Consejo de conformidad con el artículo 39 de la Carta de la ONU.
“Por eso mismo, y en virtud de la desconfianza que prevalece, es importante evitar cualquier tipo de acción que pueda considerarse hostil por cualquiera de las partes y por cualquiera que parezca; pero resulta alentador, sin duda, lo que acabamos de escuchar por parte del representante de la Federación de Rusia, quien ha sido muy claro al reiterar aquí que no hay ninguna invasión prevista en Ucrania”, puntualizó De la Fuente.
Vasili Nebenzia, embajador de la Federación de Rusia ante la ONU, reiteró en el mismo seno del Consejo de Seguridad la posición del Kremlin de no llevar a cabo ninguna agresión contra Ucrania —respecto de lo cual Estados Unidos hace acusaciones— y dijo incluso que los altos cargos de Defensa ucranianos han hablado de la falta de amenaza por parte de Rusia.
“Hay acusaciones infundadas que hemos negado en muchas ocasiones. El formato abierto para el debate que ha propuesto EU sobre este tema extremadamente sensible hace que esto se convierta en un ejemplo de diplomacia megáfono, es decir, de trabajar en público y para el público: es importante que no siga haciéndose de esta manera, porque no nos permite superar brechas. Estados Unidos quiere alimentar la histeria en cuanto a la supuesta agresión rusa y es algo que desea hacer también en el Consejo de Seguridad”, declaró circunspecto.
También en su intervención el embajador De la Fuente celebró que Rusia haya realizado una declaración unilateral de no agresión. Para México no existe una “solución militar en este asunto”, al tiempo que ve útil la diplomacia preventiva y el diálogo como vías de distensión.
“Como hemos escuchado existen diversos canales para ello, como las conversaciones en Ginebra, el Grupo Trilateral de Contacto y el formato de Normandía. En cuanto a la no intervención reiteramos la importancia hacia el respeto a la soberanía y a la unidad e integridad territorial de Ucrania en apego irrestricto al derecho internacional, a la Carta de la ONU y a la resolución 2625 de la Asamblea General”, puntualizó el representante mexicano.
Fuera de Nueva York, sede la ONU, del otro lado del Atlántico y cerca de la franja fronteriza de Rusia con Ucrania continúan las llamadas maniobras militares de efectivos rusos, mientras el presidente estadunidense dio su visto bueno el pasado día 2 para el traslado de dos mil soldados norteamericanos hacia las bases de Polonia y de Alemania; y otros mil que se enviarán desde Alemania hacia Rumania.
Ya el 29 de enero el propio Joe Biden afirmó que el Pentágono tenía preparado un grupo de ocho mil 500 militares para en cualquier momento viajar hacia Europa oriental.
El pulso regional entre Biden y su homólogo ruso Vladimir Putin ha caído en terreno fangoso: corren las amenazas mutuas mientras los equipos encargados de la diplomacia buscan abrir vías de entendimiento.
A su vez, Rusia pidió que no se filtren a los medios de comunicación las misivas, ni las propuestas, ni las contrapropuestas. No obstante, el deseo duró muy poco porque el periódico El País recibió una filtración con las respuestas al documento de seguridad regional enviado por el Kremlin el 17 de diciembre: se trata de dos textos, uno de cuatro cuartillas de la OTAN y otro de cinco cuartillas correspondiente a la postura de la Casa Blanca.
Según los documentos tanto EU como la OTAN ponen sobre la mesa de la negociación con Rusia buscar nuevos acuerdos a favor del desarme mutuo, ya sea en el Consejo OTAN-Rusia o en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Respecto de los misiles EU propone a Rusia establecer un compromiso en el que ninguno de los dos países los desplegará en territorio de Ucrania ni tendrá tampoco fuerzas de combate en dicho país.
A través de un mecanismo de transparencia el Kremlin podría verificar que no hay misiles Tomahawk en Rumania o Bulgaria, que son dos países miembros de la OTAN; a cambio, Washington y la Alianza Atlántica piden exactamente lo mismo para ellos en dos bases rusas para comprobar que no hay misiles BGM-109.
Intereses
Mientras Rusia pide explicaciones a EU ante el Consejo de Seguridad respecto de dónde sacó el dato de que hay 100 mil soldados rusos desplegados en la frontera con Ucrania, la implicación de Biden y también del primer ministro británico, Boris Johnson, en esta fase inicial del conflicto tiene en sí mismo un amplio interés no solo electoral, sino de distractor para la opinión pública.
Acosado por sendas investigaciones sobre el llamado partygate que lo mantiene en mínimos de popularidad y contrariado con varios miembros de su propio partido que piden su dimisión, hace unos días Johnson habló vía telefónica con Putin e intercambiaron impresiones y reproches: el político británico dijo que la OTAN no le cerrará las puertas a Ucrania y el presidente ruso le recriminó que los europeos no tomen en cuenta las preocupaciones de seguridad de Rusia.
Al premier británico le viene muy bien distraer el foco de la atención pública en los medios ingleses para concentrarlo en el tema del conflicto en Ucrania; de hecho, realizó un viaje relámpago a Kiev para reunirse con su homólogo Volodimir Zelenski.
Por el mismo sendero anda Biden, quien tiene las encuestas en mínimos de aprobación: según un sondeo realizado por la Universidad de Quinnipiac solo 33% de la población lo aprueba en su primer año de gobierno; y el próximo noviembre habrá elecciones legislativas con unos primeros sondeos que avizoran una gran derrota para los demócratas.
Así es que la tensión con Rusia permite a Biden calentar un poco el ambiente interno desviando la atención acerca del impacto de la inflación o de la situación en la gestión de la pandemia. La economía de guerra siempre lubrica una maquinaria a la que muchos otros políticos estadunidenses se agarran para ganar elecciones.
¿Pero cómo ven los europeos a Biden ante el actual conflicto entre Rusia y Ucrania? En la opinión de Juan Solaeche-Jaureguizar y Bielsa, rector de la Sociedad de Estudios Internacionales, lo hacen con preocupación.
“En estos momentos atraviesa su peor momento político en EU. Y Europa lo sabe, por lo que no aceptará imposiciones directas suyas. Recordemos las próximas elecciones a mitad de curso en las que se espera una derrota y la pérdida de la mayoría demócrata en las cámaras. Europa es la Europa de los mercaderes”, confiesa.
Según el especialista hay que redefinir a la ONU desde hace muchos años atrás: “Ya lo señalaba Alvin Toffler en su obra La tercera ola. Ni por PIB, ni por capacidad, ni por representatividad están los auténticos poderes representados en la ONU”.
Recientemente, dice, “se ha elegido a Corea del Norte como presidente de la Comisión de Desarme. Eso da idea de la situación internacional de los países en la ONU: Corea del Norte presidirá la Conferencia de Desarme de la ONU mientras sigue probando misiles nucleares”.
—Hacia dónde puede desembocar este conflicto: ¿otra guerra? o bien ¿una nueva magna Guerra Fría con dos bloques confrontados: Occidente versus Rusia, China, Irán y los que se sumen?
—Esta tensión servirá para que Rusia concrete su mapa de influencias apoyado por China; reorientando las conversaciones y acuerdos de Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov. El 25 de diciembre de 1991 se disolvió oficialmente la Unión Soviética y las circunstancias son parecidas ahora para EU, con una situación interna muy discutida, como nunca se ha vivido a lo largo del siglo XX, y una pérdida de prestigio del Ejército norteamericano en los diferentes frentes. Me recuerda a la extinta URSS, aunque con algo más de dinero y de deuda.
En el mismo sentido, Javier Jiménez Olmos, doctor en Paz, comenta que Biden está actuando tal y como se esperaba, “lo que no quiere decir que sea lo más prudente” y lo hace porque siente que EU tiene el control de la OTAN.
También escritor y miembro de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza, Jiménez indica que el papel de la ONU es cuestionable partiendo de quiénes forman parte del seno del Consejo de Seguridad.
“El Consejo de Seguridad está compuesto por EU y Rusia, entre otros que tienen el derecho de veto. Entonces, por supuesto que Rusia no es parte interesada en que el Consejo hable de este asunto; y Estados Unidos, con los problemas internos que ha tenido con Trump y luego con la elección de Biden, no se ha situado bien. De todas formas yo no tengo ninguna confianza en que el Consejo de Seguridad vaya a resolver nada”, asevera.
Según Jiménez Olmos en estos conflictos hay que ver la lógica desde las dos partes si se quiere llegar a un acuerdo, que es posible como él mismo espera.
—Ya se vio en su momento en la crisis de los misiles de 1962…
—Claro, Rusia no quiere enfrente de su casa a la OTAN, pero las soluciones normalmente llegan. En la crisis de los misiles de Cuba, en Occidente salió un victorioso Kennedy tras retirarse los misiles; pero lo que no se dijo en la prensa es que, como contrapartida, los norteamericanos retiraron de Turquía los misiles de corto alcance que tenían. Así es que en el actual conflicto se pueden hacer concesiones perfectamente…
—¿Por ejemplo, que Ucrania no ingrese a la Alianza Atlántica?
—Yo como analista pienso que la entrada de Ucrania a la OTAN no añade nada a la seguridad europea; por el contrario, lo que hace es enervar más a la otra parte; podría lograrse que Ucrania no entre a cambio de que Rusia reconozca la soberanía plena de Ucrania. La zona del Donbás puede ser desmilitarizada con un régimen autonómico y se pueden añadir más cosas en los acuerdos, como asuntos económicos, los misiles, las tropas, el gas, etcétera.
No son pocos los expertos internacionales que opinan que el actual amago ruso no desembocará en una guerra y Jiménez Olmos apunta en el mismo sentido: “A ninguna de las partes racionalmente le interesa y Putin será un autócrata que no respeta los derechos humanos, pero él procede de los servicios de inteligencia de la KGB; él es muy racional y sabe que una guerra no le conviene. Entre otras cosas, cómo va a invadir un país como Ucrania, que tiene más de 40 millones de habitantes y una extensión más grande que la de España. Es imposible, no tiene medios para hacerlo”.
Las temidas sanciones históricas con que amenaza Biden también podrían afectar a la aldea global. Rusia en castigo podría cerrar el gas, lo que Jiménez Olmos avizora como muy dañino porque traería una serie de consecuencias funestas para las economías.
Es la misma advertencia que realiza Solaeche-Jaureguizar y Bielsa, experto europeísta: “¿Sanciones? Tendrán que opinar Alemania y los países que tienen acceso al gas ruso. Lo único que le haría especialmente daño a Rusia sería la salida del Sistema SWIFT. Eso sí daría lugar a una guerra, ya que dejaría fuera del mercado mundial y del dólar a Rusia, lo que llegaría a asfixiarle financieramente”.
Sin distensión
Se viven días frenéticos en la arena internacional con varios líderes implicados, unos en azuzar el fantasma de una guerra como lo hacen el mandatario estadunidense Joe Biden y el premier británico Boris Johnson para evitar —según sus palabras— que Rusia invada Ucrania.
Aunque también hay otros que buscan el diálogo y la conciliación, como el francés Emmanuel Macron, quien lleva ya varias llamadas con su homólogo ruso, Vladimir Putin; y hasta Recep Tayipp Erdogan, el líder de Turquía, se ha ofrecido igualmente de interlocutor con su amigo Putin.
Parece que Occidente no quiere oír del todo las propuestas de seguridad regional para Europa que ofrece el Kremlin desde diciembre. El presidente ruso busca explorar nuevas opciones al respecto con Xi Jinping, el mandatario de China, con quien mantiene profundos lazos de cercanía, entendimiento y respeto mutuo.
Y mientras eso acontece, en Madrid, en la sede de la embajada de Rusia en España, Yuri Korchagin atiende a los medios de comunicación entre los que se encuentra Vértigo.
Para el diplomático es imprescindible puntualizar varios hechos. El primero es que no hay un desplazamiento de tropas rusas, los militares —dice— se encuentran en sus bases haciendo sus respectivos ejercicios militares como se acostumbra en esta época del año.
El segundo punto es que para ellos —léase Rusia— no se ha dado una respuesta fehaciente a su principal demanda en el renglón de la seguridad regional europea, que pasa por evitar que la OTAN siga extendiendo su infraestructura en Europa del Este, concretamente cerca de la frontera rusa, porque eso constituye una amenaza.
“Hay un dicho ruso que dice que la esperanza muere al último. Por eso tenemos esperanza. Los acuerdos de Minsk siguen vigentes, son un instrumento jurídico fundacional de arreglo de la situación en el este de Ucrania. Lo que proponemos a nuestros colegas europeos, a los que forman parte del grupo de Normandía, es que tienen que presionar al gobierno de Kiev o a las autoridades de Ucrania para que cumplan con los acuerdos de Minsk”, en palabras del embajador ruso.
Korchagin dejó muy claro que las tropas rusas no están en Ucrania y, en cambio, las de la OTAN sí lo están y siguen enviando soldados y armamento hacia Europa del Este.
“El gasto militar de Rusia es doce veces menor que el de Estados Unidos y ya no se diga de toda la OTAN en su conjunto. Y la Alianza lleva años moviendo su infraestructura hacia Europa del Este; simplemente es una amenaza para Rusia y estamos pidiendo un nuevo acuerdo de seguridad regional para que no suceda esto más”, según Korchagin.
Y mientras la tensión sube y la distensión no llega. Lo que sube igualmente es la gasolina y el petróleo: en España lleva seis semanas subiendo el precio de la gasolina a niveles récord de 1.538 euros por litro, esto es, 36.91 pesos por litro. Llenar el tanque tiene un costo promedio de 84 euros, el equivalente a dos mil 16 pesos.
El gasóleo también se va a las nubes con seis semanas consecutivas al alza para ubicarse en 1.445 euros, unos 34.68 pesos; y el petróleo Brent sube a 90 dólares el barril, a niveles que no se veían desde 2014.