SE AVIVAN LAS TENSIONES EN LA ALDEA GLOBAL

Ni las vacunas quedan exentas de las ríspidas disputas entre las superpotencias, mientras 130 países no reciben hasta el momento ni una sola dosis.

Claudia Luna Palencia
Internacional
President of Ukraine Petro Poroshenko at UN General Assembly
Mikhail Palinchak

Ni siquiera la pandemia y su urgencia sanitaria con millones de contagios y de fallecidos rebaja las tensiones globales ni amaina la falta de solidaridad imperante para vencer todos juntos al virus del SARS-CoV-2.

Menos aún las vacunas escapan de la geopolítica de roces, reproches mutuos y sanciones que en el último lustro llevan tensando las relaciones internacionales, comerciales y diplomáticas de varios países cuyo peso económico, político y militar es relevante para el equilibrio mundial.

Por un lado el año avanza con la meta puesta en las inmunizaciones antiCovid y la recuperación económica; y por otro, los apetitos estratégicos de las grandes potencias chocan entre sí.

La llegada a la defensiva de Joe Biden al frente de Estados Unidos supone un revés a los intentos por relajar las tensiones con varios actores internacionales, incluso manteniendo la política arancelaria de Donald Trump, su antecesor en el gobierno y al que tanto criticó a lo largo de su campaña electoral señalándolo por sus “groseras” decisiones unilaterales.

En el ámbito de las confrontaciones geopolíticas actuales EU amplía el frente de roces con Rusia y con China, se distancia de Israel (a diferencia de Trump, quien estrechó como nunca la relación judeoestadunidense), así como de Arabia Saudita (otro de los aliados imprescindibles).

A su vez la Unión Europea (UE), otro de los actores preponderantes, toma decisiones que amplían su alejamiento de Rusia y de China, al mantener además una abierta y agria disputa posdivorcio con Reino Unido tras el Brexit.

Por lo pronto en el eje de la seguridad de EU todos los informes proporcionados por el Pentágono a Biden sitúan a China y a Rusia como los dos más grandes desafíos en el renglón de las inminentes amenazas, de hecho, por encima de Irán o de Corea del Norte.

En su discurso del pasado 4 de febrero en la Casa Blanca, durante el posicionamiento del lugar que ocupa EU en el mundo, Biden esgrimió que es tiempo de “reparar” los lazos con sus aliados y reconectar con el mundo una vez más, no para hablar de los desafíos del pasado sino de los desafíos de hoy y del mañana.

“El liderazgo de los norteamericanos es imprescindible en este momento en que avanza el autoritarismo; y aquí incluyo las ambiciones de China y su rivalidad con Estados Unidos, así como la determinación de Rusia de dañar y alterar nuestra democracia”, resaltó con vehemencia el mandatario de 78 años.

La alianza cada vez más cercana entre China y Rusia es otra de las causas de preocupación no solo para la Unión Americana sino también para los europeos; en especial para aquella parte de Europa —la del este— que vivió décadas bajo la llamada Cortina de hierro.

De acuerdo con la consultora BAV Group y la Wharton School, en 2020 el ranking de las potencias globales del siglo XXI lo lideran EU, Rusia, China, Alemania, Reino Unido, Francia, Japón, Israel, Corea del Sur y Arabia Saudita.

En dicho balance se toma en cuenta una serie de variables: liderazgo, influencia económica, influencia política, fuertes alianzas internacionales y fortaleza militar.

La Unión Americana seguirá siendo la potencia económica global por lo menos hasta 2030. Tanto BAV Group como la Wharton School resaltan la gran influencia militar estadunidense con un presupuesto anual hasta ahora imbatible.

En el balance del año pasado la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) reportó un gasto en defensa de un trillón de dólares realizado por los 30 países integrantes, mientras la Unión Americana gastó 53% de ese total con 784 mil 952 millones de dólares.

A ese liderazgo e influencia le sigue Rusia, que tiene un buen posicionamiento militar, goza de presencia geoestratégica e influencia global, pero el tamaño de su economía medida por el Producto Interno Bruto (PIB) no la ubica dentro de las diez más relevantes: EU, China, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, India, Italia, Brasil y Canadá.

Nuevas sanciones

Con China, opina Stephen Roach, experto del Instituto Jackson de la Universidad de Yale, hay que enfocarse en temas económicos y comerciales, ambos anclados en las relaciones con EU en los últimos años, y reorientarlos en la búsqueda de un acuerdo bilateral.

Hace unos días en Anchorage, Alaska, aconteció el primer acercamiento entre la nueva administración Biden y sus contrapartes chinos y no pasó desapercibido el clima gélido entre ambos equipos.

Para Roach el rudo intercambio dejó expuesto el creciente sentimiento “antiChina” que se apoderó de la Casa Blanca.

“El equipo del presidente Biden siguió el mismo curso de los acontecimientos preestablecidos por la anterior administración con enfrentamientos comerciales, tecnológicos, en el renglón de los derechos humanos y muchos roces geopolíticos”, añade el especialista.

A la reunión de Alaska (19 de marzo) asistieron Antony Blinken, secretario de Estado, y Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional; acompañados por Yang Jiechi, director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores, y Wang Yi, consejero de Estado de China.

“Nuestra relación con China será competitiva donde deba ser, colaborativa donde pueda ser y confrontativa donde se requiera; nos parece importante seguir un marco de reglas, respetar un orden”, afirmó Blinken durante la reunión.

Por su lado Sullivan reprochó las acciones de China en su trato a la población de Xinjiang, Hong Kong y Taiwán. Los responsabilizó igualmente por los ciberataques a EU y por ejercer una “coerción económica” en varios países aliados.

La diplomacia china reviró, primero en voz de Yang, que su país no cree en invadir utilizando la fuerza ni intenta derribar o masacrar a la gente de otras naciones creando guerras. “Estados Unidos no es más la única potencia. Nosotros creemos que es importante que cambie su imagen y deje de impulsar su propia democracia en el resto del mundo. Mucha gente dentro de EU tiene poca confianza en su democracia”, resaltó el canciller.

Fue tan tenso el encuentro que la prensa internacional la calificó como “paz fría” o bien “la otra Guerra Fría” en alusión a que ha vuelto la de siempre con Rusia, pero hay otra colateral con los chinos.

En respuesta a las acusaciones sobre los derechos humanos, Yang se tomó un largo tiempo para explicar a sus contrapartes estadunidenses que Xinjiang, Tíbet y Taiwán son parte inalienable de territorio chino.

“China se opone firmemente a la interferencia norteamericana en asuntos domésticos chinos y de seguir así responderemos con acciones firmes; y de los derechos humanos, esperamos también que EU mejore, sus desafíos son profundos, no emergieron en los últimos cuatro años, como el Black Lives Matter; es importante que manejemos nuestros respectivos asuntos en vez de proyectar la culpa en otros”, reiteró Yang.

Esa primera cita fue tan gélida como el escenario mismo de Alaska y el resultado, dos días después, también estuvo marcado por la misma temperatura: EU, acompañado por Canadá, Reino Unido y la Unión Europea, anunciaron sanciones contra el establishment chino.

A diferencia de la administración Trump, que actuaba de forma unilateral y en solitario, además en un tono agresivo para amedrentar a sus aliados a fin de obligarlos a secundarlo, el gobierno de Biden defiende la coordinación internacional con sus afines para llevar a cabo una serie de acciones en aras del orden y los valores de Occidente.

En un comunicado de prensa Blinken explicó la decisión de sancionar a seis altos cargos de Xinjiang de las oficinas de seguridad pública, así como de Producción y construcción; es la segunda vez que se les sanciona. Trump ordenó hacer lo propio hace un año y lo hizo en solitario. Ahora lo hace un grupo de países en una decisión colectiva que es la más dura desde la matanza de Tiananmen en 1989.

Los informes norteamericanos hablan de genocidio contra la población uigur (de origen musulmán) y de intentos de borrar sus creencias y cultura.

En respuesta la diplomacia china hizo lo propio: un quid pro quo al minuto uno de hacerse el anuncio, imponiendo represalias “contra cuatro entidades de la UE y diez personas”, la mayoría eurodiputados; sancionó al Comité de Política y Seguridad del Consejo de la UE, que incluye a los 27 embajadores europeos, ahora con la prohibición de entrar a ninguna parte que sea territorio chino; tanto ellos, como sus familias, tampoco podrán hacer ningún negocio con la economía asiática.

Ya en enero pasado, el día que Biden juraba su cargo como presidente, Beijing emitió una serie de sanciones contra doce funcionarios que formaron parte del gobierno de Trump, incluyendo a Mike Pompeo, quien fungió como secretario de Estado.

Y contra Rusia

Unos días antes de la acción en conjunto versus China, la UE invocó la Ley Global Magnitsky para imponer represalias contra varias personas en Rusia relacionadas con el caso del opositor Alexei Navalny y su condena en prisión.

Esta decisión fue coordinada con la diplomacia estadunidense, que secundó a sus aliados imponiendo a Rusia las primeras sanciones bajo la nueva lid del mandatario Biden.

Básicamente cuatro funcionarios del gobierno del presidente Vladimir Putin están vetados de viajar a cualquier parte de los 27 países de la UE así como a EU; además de que sus activos y bienes se congelarán en caso de tenerlos en cualquiera de los dos espacios geográficos.

Por su parte el Departamento de Estado norteamericano hizo lo propio con siete funcionarios rusos ligados al círculo del dignatario Putin: Alexey Krivoruchko y Pavel Popov, de Defensa, así como Sergei Kirienko, subjefe de la Administración Presidencial, y Andrei Yarin, jefe del Departamento de Política Interior.

Sergei Lavrov, ministro de Exteriores, advirtió que Rusia “reaccionará sin lugar a dudas” porque en diplomacia imperan las reglas de la reciprocidad aunque las sanciones sean sin razón.

No son las únicas medidas coercitivas contra Rusia. Biden declaró además estar dispuesto a sancionar a Alemania si continúa apoyando la construcción del gasoducto Nord Stream 2 que permitirá a Rusia suministrar muchísimo más gas desde su territorio por el Báltico sin depender de Ucrania.

Ya Trump había intentado amedrentar a la canciller Angela Merkel acusándola de deslealtad a Occidente por participar en el gasoducto ruso, que a su juicio solo aumentará “peligrosamente la dependencia europea respecto de las condiciones energéticas rusas”, cuyas decisiones pueden ser desestabilizadoras.

Desde hace un año el proyecto del Kremlin, junto con la multinacional nativa Gazprom, se paralizó porque Trump impuso sanciones (2019) a varias empresas contratadas para la construcción del ramal que pasa por Dinamarca; por ejemplo la suiza Allseas dejó su participación en el tramo submarino.

El Kremlin se defiende señalando que las multinacionales estadunidenses son las que quieren apoderarse a toda costa del mercado energético europeo con su gas licuado.

Prácticamente los roces entre las potencias acontecen en todos los ámbitos: comercial, económico, militar, en visión de valores, geopolítico, tecnológico, cibernético, energético y también en la carrera espacial.

Síntomas de una Guerra Fría.

Blinken en la OTAN

Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, pisó suelo europeo para reunirse con Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, así como con las máximas autoridades de la Unión Europea (UE).

Su visita busca allanar el camino de la diplomacia al presidente Joe Biden en su relación con sus tradicionales aliados y poner sobre la mesa la necesidad de hacer más esfuerzos “conjuntos y coordinados” para defender los tópicos comunes compartidos en cuanto a la visión de la democracia, la cooperación, los derechos humanos y los valores universales.

El mensaje es elaborar una nueva estrategia para estar mejor preparados ante tres peligros: 1) los rusos están rearmándose, ampliando sus estrategias con una campaña intimidatoria contra Occidente y lo de Ucrania es un mal precedente, mientras que China sigue fortaleciéndose tratando de controlar la navegación libre en el mar de la China Meridional, apuntando sus objetivos militares a otros países desde el Indo-Pacífico y utilizando además toda su capacidad tecnológica para expandirse; 2) aquí se incluyen las amenazas no militares pero que son tecnológicas, económicas e intimidatorias con fuertes ciberataques y campañas desinformativas para minar la credibilidad de la gente hacia sus sistemas políticos y en la democracia; y 3) el cambio climático, así como la pandemia del Covid-19, de necesaria respuesta global.

Reunión de urgencia de la ONU

Apenas conocerse las sanciones de EU, Canadá, Reino Unido y la Unión Europea contra China, el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, dio a conocer su viaje a Guilin, al sur de China, para reunirse con su homólogo Wang Yi.

La postura diplomática de ambos países es de agravio, tanto por la actitud a la defensiva de EU como de los europeos; en un gesto inusual el presidente ruso, Vladimir Putin, invitó al nuevo presidente estadunidense Joe Biden a tener una primera conferencia telemática luego de que el político norteamericano afirmase que Putin es un asesino. Washington se ha negado a dicha posibilidad.

Para Lavrov y Yi la amistad entre China y Rusia “no será sacudida” bajo ninguna manera en un momento en que ambas cancillerías coinciden en relaciones binacionales en su “mejor momento” de la historia, libres de ataduras ideológicas y de oportunismos.