EL CORONAVIRUS ACELERARÁ LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA

Los seres humanos son endebles ante un tsunami, un terremoto, un huracán, un tornado o un virus que, de repente, emerge de la nada para trastocar los planes de vida cotidiana de las personas.

Claudia Luna Palencia
Internacional
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ABIR SULTAN/EFE

Mientras Europa permanecía silenciosa, mirando a un lado y al otro, reconociendo sus heridas y haciendo un recuento de daños por el golpe de la primera ola de coronavirus, Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, adelantaba un fondo cuantioso de reconstrucción por 825 mil millones de dólares para las 27 naciones de la UE con una sola condición para acceder a él: implementar una estrategia con base en políticas que favorezcan la reconversión verde.

La pandemia no es una pinza diferente a la del cambio climático y las demandas de mitigarlo a través de reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.

Pero también al agua de los ríos, lagos, mares y océanos, porque el ecosistema es una cadena de eslabones perfectamente interconectados entre sí: y eso implica que si uno se rompe o se altera los demás también experimentarán una metamorfosis.

Hay seres vivos que dependen unos de otros. El ser humano está en la punta de esa interrelación biológica. En su vulnerabilidad vital le afecta el cambio climático, que hace las condiciones más adversas para su supervivencia y si el medio ambiente se altera surgen igualmente nuevos patógenos.

Los seres humanos son endebles ante un tsunami, un terremoto, un huracán, un tornado o un virus que, de repente, emerge de la nada para trastocar los planes de vida cotidiana de las personas.

En opinión de Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua, la crisis actual del Covid-19 ha puesto de manifiesto las debilidades en la investigación en epidemiología y en salud pública.

Y sobre todo la fragilidad de los puentes del diálogo entre la comunidad científica y quienes toman decisiones políticas, así como entre quienes producen información a fin de canalizarla a los ciudadanos.

Para Delacámara este desinterés es igualmente palpable en cuanto a la gestión de los recursos hídricos y la adaptación al cambio climático; y encima en el contexto de los bajos presupuestos para indagar cómo el CO2 impacta en ríos, lagos, mares y océanos.

Vulnerables

Lo del coronavirus no ha hecho más que evidenciar (o agudizar) los agujeros presupuestales persistentes a lo largo de décadas de tener países con prioridades en defensa militar más que en salud pública y hasta obviando reconvertir el modelo de desarrollo actual en otro que sea amigable con el ambiente; lo que es lo mismo: ser amigable con la salud y la vida de los seres humanos.

¿Y si en lugar de una pandemia emergente por un patógeno desconocido sucediera un magno desastre natural que afectase abruptamente a cientos de miles de personas? ¿Qué pasaría si miles de personas cayesen muertas en las calles de las ciudades, asfixiadas por el aire alterado con elevados componentes químicos? ¿Cuál sería el protocolo? ¿Está el mundo preparado para una desgracia así?

En las últimas tres décadas la comunidad científica global llama la atención sobre la acuciante probabilidad de que ocurra un cisma derivado de las condiciones adversas, provocadas por las elevadas temperaturas y la contaminación.

Al respecto, la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS) realiza sendos coloquios con expertos internacionales para dialogar y compartir información acerca de la situación del impacto del cambio climático en el agua, en la calidad del aire y en la vida en general de los seres vivos.

El economista estadunidense Jeffrey Sachs, participante en varios de los encuentros organizados por REDS, alerta sobre estudios de líneas rojas con el calentamiento global encaminando a la humanidad a la vía del peligro de extinción.

Quien fuera director del Instituto de la Tierra hasta 2016 recalca que “la extinción de los seres vivos avanza progresivamente” y sucede ante la mirada rústica de una masa de personas ajenas a los grandes problemas.

“Primero son animales, luego plantas y al final el ser humano. Este milenio pondrá a prueba nuestra inteligencia para sobrevivir y sobreponernos a los desafíos”, señala Sachs.

En sus palabras: “Al menos hay 17 especies de animales extintas en los últimos 50 años y 15 mil especies de plantas corren el riesgo de desaparecer para siempre; son la mitad de las plantas aterciopeladas del globo terráqueo”.

Si la biodiversidad se altera impacta en los ecosistemas y termina lastrando la vida orgánica, haciendo que la cadena biológica resquebraje comenzando por la muerte de microorganismos hasta grandes especies. Un fenómeno devastador.

Y luego apunta hacia la crecida en los niveles tanto de agua dulce como de agua salada, mientras los ríos se desbordan y los mares ganan terreno a la tierra.

National Geographic documenta que mediciones por satélite demuestran que a lo largo del siglo pasado el nivel del mar aumentó entre 10 y 20 centímetros, empeorando en los últimos 20 años “con una tasa anual de incremento de 3.2 milímetros”.

Sachs aventura el peor de los escenarios: en la medida en que suban las temperaturas acontecerá más abruptamente el deshielo y el océano tenderá a echarse tierra adentro; a tal punto que podría terminar deglutiendo decenas de islas.

¿Quién está preparado para una tragedia así? Nadie. La misma velocidad de expansión de la pandemia del coronavirus demuestra las debilidades de países ricos y poderosos, tanto como de naciones menos desarrolladas y pobres.

Aquí en España, en el XII Foro de la Economía del Agua, los expertos participantes concluyeron que “la crisis del coronavirus evidencia la vulnerabilidad del sistema” para responder a los desafíos globales.

También deja al descubierto que los organismos internacionales nacientes de la Segunda Guerra Mundial están rebasados por una realidad lacerante, con sociedades con multitud de problemas, a veces carentes de mecanismos eficaces para atender a las necesidades de la población.

De hecho, ineficaces para responder no solo a una pandemia, sino lo mismo a una gran crisis económica global o al cambio climático y sus funestas consecuencias.

El coronavirus, convertido en emergencia sanitaria mundial, deja grandes lecciones no solo en lo personal, en lo familiar y en lo social, sino también confrontando a las instituciones contra sí mismas, poniendo sobre la mesa las palabras cambio y transformación como preponderantes.

Punto de inflexión

Para Úrsula von der Leyen este es el momento de presionar a los países del club europeo para que entiendan por qué es menester tener un predominio de energías limpias, de coches eléctricos, de industrias con emisiones cero; de avenidas llenas de bicicletas y de transporte público seguro y bien interconectado: el coronavirus que tanto sufrimiento provoca bien podría ser un revulsivo para acelerar una economía verde… y es que es eso o la vida.

Para Francisco Lombardo, fundador del Foro de la Economía del Agua, la disrupción del Covid-19 “ha puesto al sistema productivo en general y al sistema sanitario en particular” en un punto de inflexión.

La humanidad, apunta, no está preparada para afrontar una crisis como la actual, a pesar de que se han producido alertas desde todos los ámbitos. “El Foro Económico Mundial de Davos lleva un tiempo planteando el riesgo de una pandemia como la del Covid-19 y, sin embargo, no estábamos preparados”, reitera.

En entrevista con Vértigo Lombardo rememora que en las últimas reuniones en Davos sus participantes abordaron diversos escenarios con alta probabilidad de que la humanidad tuviera que enfrentar riesgos y crisis derivadas del cambio climático o, más bien, “del fracaso de nuestras acciones” climáticas.

“Desde fenómenos meteorológicos extremos, pasando por desastres naturales, hasta pérdida de biodiversidad y crisis del agua, son algunos de los riesgos a los que nos enfrentamos en el corto y en el mediano plazo; ¿está la humanidad preparada para resistir otra embestida como la que vivimos ahora? Esa es la gran pregunta que merece una gran respuesta”, destaca el experto.

Lombardo reivindica que además de la necesidad de reconsiderar “nuestro sistema de análisis de riesgos”, hay que afrontar “que estamos ante un más que probable cambio de paradigma”, incluso económico, que requiere una visión sostenible y que propicie —ahora más que nunca— modelos capaces de mitigar y adaptar los efectos del cambio climático y del calentamiento global, que requieren perspectivas y compromisos tanto globales como locales.

Y la pandemia no queda exenta de este escenario: si bien cada vez emergen más hipótesis acerca del origen del SARS-CoV-2, mientras no se conozca del todo cómo surgió quedarán muchos frente abiertos para combatirlo definitivamente y sobre todo para crear mecanismos de prevención. Toda crisis es un aprendizaje.

Hasta el momento las hipótesis son las siguientes: 1) una mutación del SARS-CoV; 2) una transmisión de un murciélago o un mustélido a un ser humano; 3) la conjetura de Donald Trump, presidente de EU, incidiendo en que fue creado por China en un laboratorio en Wuhan como parte de una guerra estratégica entre ambas naciones; 4) la hipótesis del premio Nobel de Medicina 2008, el francés Luc Montagnier, galardonado por su descubrimiento del VIH y quien aduce la fabricación del coronavirus en un laboratorio: el científico cree que China buscaba una vacuna contra el virus de la inmunodeficiencia adquirida y al estudiarlo provocó alguna mutación en la cadena y por alguna circunstancia terminó escapando; 5) un virus que llegó desde el espacio en trozos de un meteorito, de acuerdo con el escritor español Javier Sierra, como lo desliza en su novela El mensaje de Pandora, a partir de la teoría de la panspermia y recuerda que el 11 de octubre del año pasado cayó un meteorito en China en la ciudad de Song Yuan; y 6) un virus que, como tantos más, están en la naturaleza circundante pero permanecen “dormidos” hasta que cambios bruscos en el medio ambiente los activan afectando negativamente a los seres vivos.

—¿Qué opinión tiene acerca de la hipótesis de los virus dormidos y de que el cambio climático y el calentamiento global contribuyen a despertarlos? ¿Puede ser que las elevadas temperaturas y un medioambiente más adverso sean las causas de plagas, de epidemias y de esta pandemia?

—Sin ser experto en estas cuestiones virológicas creo que, como indican los informes del Fondo Mundial para la Naturaleza en el documento Pérdida de naturaleza y pandemias. Un planeta sano por la salud de la humanidad, la destrucción de la naturaleza, la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático sí tienen una muy especial incidencia en la aparición y propagación de este tipo de enfermedades —dice Lombardo.

Para el representante del Foro de la Economía del Agua, con respecto al coronavirus la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha puesto énfasis en la necesidad de abordar las amenazas a las que se enfrentan las especies silvestres y los ecosistemas.

Lombardo revela un “amplio” consenso científico relativo a que las enfermedades transmitidas de animales a humanos están en aumento a medida que el mundo continúa viendo una destrucción “sin precedente de hábitats salvajes” para la actividad humana.

“A este respecto los científicos sugieren que los hábitats degradados pueden fomentar procesos evolutivos más rápidos y una diversificación de enfermedades”, agrega.

—¿Considera que la pandemia acelerará un modelo de desarrollo económico verde y sostenible?

—Más bien espero y confío que así sea. Que la pandemia acelere la transición ecológica. La pandemia ha supuesto un punto de inflexión y el momento, a pesar de la dureza de la situación que se ha cobrado miles de vidas, es el adecuado para promover el cambio de paradigma.

No es resiliencia lo que exige este momento, acota Lombardo, porque el mundo poscoronavirus demanda “un cambio total de nuestro sistema productivo”, que forzosamente incorpore la sostenibilidad como marco estratégico.

“Es sostenibilidad mayúscula: económica, social y medioambiental. De no ser así corremos el riesgo de que el sistema colapse, de que el planeta colapse: y no hay alternativas si es el planeta lo que falla. Durante el estado de alarma y el confinamiento hemos visto que irónicamente el planeta ha sido el gran beneficiado y que, de alguna forma, hay otras maneras de hacer las cosas garantizándonos los recursos para hoy y sin comprometer a las generaciones futuras”, puntualiza el directivo.

Y prosigue: “La transición ecológica y el desarrollo económico verde y sostenible son y deben ser la torre vigía en la reconstrucción y deben copar las agendas políticas, empresariales y ciudadanas”.

Aunque hay otras visiones que anticipan una distracción de los recursos públicos en menoscabo de los acuerdos por el clima para dirigir los presupuestos a la urgencia sanitaria y la crisis económica hacerlo sería ignorar que todo es parte de un conjunto de piezas que, sumadas entre sí, garantizan la viabilidad de la supervivencia humana.

RECUADROS

HAY DOS GRÁFICAS EN DISEÑO

Apuestas por el coche eléctrico

La UE quiere que los recursos del fondo de reconstrucción permitan acelerar la reconversión de las economías de los países miembros hacia un modelo verde, sustentable y cero contaminante.

La gran apuesta pasa por ayudar a que la industria automotriz, pilar de varias economías europeas, fabrique cada vez más coches eléctricos y a su vez se estimulen las compras dando facilidades a los consumidores.

Si en los últimos 20 años la mirada ha estado en los automóviles híbridos, este 2020 con la pandemia en ciernes los estímulos se encaminan a fortalecer al coche eléctrico.

Alemania y Francia están juntos en esa carrera: el gobierno alemán anunció un paquete de medidas por 150 mil millones de dólares dentro del plan de recuperación económica, una parte para fortalecer a los fabricantes de vehículos y otra para darle estímulos en efectivo a las personas para que puedan adquirir un coche eléctrico.

“Alemania ya es el mercado más grande para vehículos eléctricos en Europa y este paquete de estímulos no hará sino extender ese liderazgo. Esto es lo que implica y así se implementará”, dio a conocer la prensa germana.

La firma de investigación Canalys señala que “los vehículos eléctricos e híbridos” representan más de 7% de “todos los automóviles nuevos entregados en Europa”.

Por su parte, Francia implementó un plan de casi diez mil millones de dólares igualmente destinado a su industria automovilística; el objetivo del presidente Emmanuel Macron es impulsar a la nación gala como primer productor de coches eléctricos.

“La industria automovilística francesa deberá alcanzar una producción anual de un millón de coches híbridos y eléctricos para 2025; la primer meta es que en 2022 su producción sea de al menos 425 mil unidades”.

En Francia también se darán ayudas a las personas para la compra de un vehículo eléctrico.

Demografía a la baja

De acuerdo con un estudio elaborado por The Lancet, en 2064 la población mundial llegará a un tope de nueve mil 700 millones de personas, cifra que reducirá de cara al final de este siglo cuando se estabilice alrededor de los ocho mil 800 millones de seres humanos.

La demografía jugará un papel importante en el contexto de la geopolítica. Por ejemplo, Europa perderá cupo poblacional a tal punto, que países como España o Italia llegarán a 2100 con la mitad de los habitantes de 2020.

Naciones como India y China experimentarán “descensos en el segmento de personas en edad de trabajar”, un punto a tomar en cuenta en su futura expansión.

Según el periódico El Mundo los expertos pronostican que China sustituirá en 2035 a EU como la mayor economía del mundo por su PIB; sin embargo, el gigante asiático “podría tener un rápido declive demográfico a partir de 2050” con una reducción de 1% en su fuerza laboral; eso permitiría que EU retorne a su liderazgo cerca de 2098.