CARENCIA DE OPORTUNIDADES: CAMINO A LA MUERTE POR COVID-19

Además de algunas enfermedades que agravan los efectos del contagio, la falta de recursos económicos se ha convertido en un factor de riesgo para fallecer por Covid-19 en México.

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México ya ocupa el 3er lugar en muertes por COVID-19 a nivel mundial.
Rogelio Morales/Rogelio Morales

“Los muertos en la pandemia son invisibles: son tantos que mi esposo Chamín qué va a importarles”, dice Martha Villegas. Su marido, vigilante en una tienda de autoservicio, murió por Covid-19 el 12 de mayo. Ganaba ocho mil pesos al mes. Tenía 58 años. Era diabético.

A decir de su compañera por más de 30 años, en su trabajo de 24 horas no comía bien y eso agravó su situación al enfermar por coronavirus. Chamín murió solo en un hospital.

Como él, miles de personas han muerto durante la pandemia. ¿Pero qué los distingue? ¿Cuál es la diferencia entre apenas tener síntomas o llegar a la muerte?

De acuerdo con Héctor Hernández Bringas, investigador del Centro Regional de Estudios Multidisciplinarios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las respuestas son principalmente: el bajo nivel educativo, la falta de acceso a servicios de salud, las enfermedades crónicas, la exposición a ambientes de riesgo… En general, ser pobres.

El investigador elabora el estudio Mortalidad por Covid-19 en México. Notas preliminares para un perfil sociodemográfico, que hasta el viernes 21 de agosto de 2020, con base en las actas de defunción de las muertes confirmadas por Covid-19, revela que 82.3% de las personas que han muerto eran artesanos, trabajadores de mantenimiento, obreros en fábricas, albañiles, comerciantes en pequeños negocios, vendedores ambulantes, choferes, empleados del sector público y privado, operadores de maquinaria, meseros, cocineros, trabajadores de vigilancia, trabajadores de apoyo en actividades administrativas, de servicios domésticos y jubilados, así como personas sin ingresos, como amas de casa y estudiantes.

Otra tendencia recurrente entre los muertos por Covid-19 es la baja escolaridad: a nivel nacional 71.5% de los fallecidos tenía estudios máximos de secundaria o menos (primaria, primaria incompleta, preescolar o no tenían estudios). Esto, a decir del investigador, se asocia con empleos precarios en los que los ingresos son bajos, con la informalidad y con la carencia de acceso a servicios, particularmente a servicios de salud.

Explica que la educación permite la capacidad de procesar la información y la disposición a cambiar conductas, situación indispensable para evitar contagios por Covid-19, sobre todo con el uso de cubrebocas, el distanciamiento social y el lavado de manos constante.

Asegura que “a menor escolaridad es más complicada la toma de decisiones oportunas para el cuidado de la salud o para la atención de una enfermedad”.

Amas de casa

Las mujeres representan un tercio del total de las muertes en el país. De ellas una de cada cuatro eran amas de casa. El resto, como la tendencia general indica, se encontraba bajo precariedad laboral.

Una de ellas era Carolina Aguillón. Murió el 5 de junio. Trabajaba en una maquiladora de San Antonio Abad (zona capitalina de fábricas de ropa históricamente afectada por la explotación laboral: de acuerdo con el movimiento Costureras y Costureros 19 de Septiembre AC durante el sismo de 1985 murieron ahí más de 300 trabajadoras, mientras que en el sismo del 19 de septiembre de 2017 un edificio ubicado en la esquina de Bolívar y Chimalpopoca, en la colonia Obrera, se derrumbó y dejó 21 muertos).

Miguel Ángel García, esposo de Caro, quien tenía al momento de morir 49 años, recuerda que pese a estar en alerta de máximo riesgo de contagio la fábrica continuó con las actividades y ella acudía a trabajar todos los días de 7:00 a 16:30 horas. Cree que el contagio pudo haberse dado durante su trayecto en el Metro y fue en el trabajo donde un ataque de tos la alertó.

Estuvo casi un mes en casa con los cuidados que le recomendó un médico particular. Cuando su estado se agravó la llevaron al hospital Rubén Leñero, donde por falta de camas no la pudieron atender. Finalmente murió en una ambulancia de traslado. Miguel Ángel lamenta: “Ya no tuvo oxígeno y se nos fue”.

Por su edad, la muerte de Carolina se ubica en el grupo más afectado por la pandemia en el país, es decir, personas de mediana edad, entre 40 y 69 años (65.7%), a diferencia de las naciones europeas donde la cifra de muertes corresponde más a adultos mayores.

El investigador de la UNAM señala que el confinamiento que se dio a partir de marzo en México fue una medida “complicada”, porque puso a las personas en la disyuntiva de decidir: “O cuido mi salud o salgo a la calle a mantener mi trabajo, encontrar un trabajo o encontrar los recursos necesarios para la subsistencia diaria”.

En esa disyuntiva se encontró Carolina, quien decidió optar por seguir trabajando y con ello, de acuerdo con Hernández Bringas, se expuso a riesgos como el transporte público, la vía pública en general y las actividades que siguieron funcionando aun en la contingencia.

“No hubo una estrategia de apoyos para mantener los pequeños y medianos negocios y para mantener a las familias con una renta básica. Cualquier estrategia de confinamiento o de sana distancia fracasará si la gente tiene la necesidad de salir a buscar los recursos”, argumenta.

Carencias históricas

El especialista en Sociología y Demografía afirma que previo a la pandemia México estaba en una situación difícil en términos del sistema de salud, con un rezago de al menos 20 millones de personas sin servicios sanitarios, lo que se agravó con la transición del Seguro Popular al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).

Asegura que las personas de bajos recursos económicos no pueden acceder a hospitales privados y acuden, en su gran mayoría, a atenderse en hospitales públicos de diversas dependencias. Por ello ocho de cada diez muertes se registran en hospitales públicos, sobre todo en el Instituto Mexicano del Seguro Social, aunque también en instituciones del sector salud abiertas para quienes no cuentan con ningún tipo de servicio médico.

Asimismo considera que por parte de las autoridades han existido mensajes contradictorios y/o equívocos respecto del uso o no del cubrebocas; además de que se genera confusión con frases como “ya se controló la pandemia” o “ya se aplanó la curva” que, dice, afectan a la población porque ocasionan descuido en los hábitos sanitarios de prevención.

Los indígenas, por ejemplo, forman parte del sector menos informado de la población y por tanto son de los más afectados por el coronavirus.

Hasta el momento se sabe que casi dos mil personas hablantes de lengua indígena han muerto por Covid-19, fundamentalmente en áreas urbanas y sobre todo en la Ciudad de México, el Estado de México, Campeche y Yucatán.

En los municipios indígenas, es decir, aquellos en los que más de 70% de la población habla lengua indígena, se concentra la más alta letalidad: mientras que en el país en general mueren diez de cada 100 personas contagiadas por Covid-19, en las comunidades indígenas fallecen 20 de cada 100, lo que se relaciona con la falta de información respecto de la pandemia, pero también con la carencia de servicios sanitarios.

Factores no modificables

Según Óscar Sosa Hernández, médico especialista en Epidemiología, gran parte de los factores de riesgo son los no modificables, es decir, personas que padecen enfermedades como obesidad, hipertensión y diabetes, aunque afirma que también existen factores modificables que incluyen acudir a tiempo al hospital y no cuando el paciente ya presenta síntomas graves de la enfermedad.

Agrega que en algunos casos el paciente no acude por temor, pero en otros —en especial en las comunidades en las que el hospital está lejos— las personas tienen muchas dificultades para acceder a los servicios de salud.

Explica, por otro lado, que muchos de los pacientes no sabían que tenían alguna de estas enfermedades o lo sabían pero no tuvieron tratamiento para controlar la enfermedad, lo que considera se relaciona con los hábitos y la calidad de vida de los pacientes.

“La calidad de vida y los ingresos de los pacientes pudieran influir en qué tanto se tardan en acudir al médico. Y no solo en el caso del Covid-19 sino también en otras enfermedades”, asegura.

Estrategias

En México la Secretaría de Economía está a punto de llegar a la meta de un millón de apoyos financieros denominados Crédito a la palabra, que consisten en la entrega de 25 mil pesos por familia y que tienen como objetivo apoyar a empresas familiares inscritas en el censo de Bienestar.

En total se han dispersado ya 24 mil 358 millones de pesos. Con esta estrategia se busca incidir sobre todo en las economías locales, con un total de 974 mil 312 beneficiarios que tienen tres meses de gracia antes de iniciar los pagos del crédito.

Asimismo se lanzó la plataforma digital Mipymes MX, cuya finalidad es ofrecer a las micro, pequeñas y medianas empresas información sobre cómo crear una empresa y cómo hacerla crecer, además de ofrecer cursos de capacitación para administrar y gestionar mejor los recursos de esa empresa.

Y en lo internacional la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que la pobreza, el racismo y la desigualdad hacen que los más vulnerables, entre ellos los pueblos indígenas, tengan menos posibilidades de sobrevivir si enferman de Covid-19.

Para el director de emergencias de la organización, Michael Ryan, aún se desconoce si una etnia o la genética hace a algunas personas más susceptibles al Covid-19, pero afirma que es un hecho que los efectos de la enfermedad son mucho peores al pertenecer a una etnia, ser indígena, vivir en la pobreza, vivir durante años sin un buen acceso a los servicios de salud o tener enfermedades previas como diabetes e hipertensión.

“Estas desigualdades que ocurren y se ven durante periodos largos, al final se reflejan en malos resultados cuando aparecen enfermedades como el Covid-19”, advierte.

Peter Winskill, especialista de la Imperial College de Londres, estima por su lado que existe una probabilidad de 32% mayor de morir por coronavirus entre los hogares más pobres en comparación con los hogares con mayores ingresos: la razón principal es la capacidad de ir a un hospital y a centros de cuidados intensivos.

Winskill considera también que el hacinamiento, que por lo general se da en los hogares más pobres, complica el aislamiento y el cuidado, sobre todo de las personas mayores.

Por todo ello los especialistas coinciden en señalar que la carencia de oportunidades, sin duda, incide en el camino hacia la muerte por Covid-19.

Muertos por Covid-19 en México y oficios

Ocupación Porcentaje

Ama de casa 23.4

Jubilado o pensionado 11.4

Comerciante, empleados en comercios y agente de ventas 10.7

Empleado del sector público y privado 7.4

Conductor de maquinaria móvil y medios de transporte 5.1

No ocupados 4.6

Trabajador en la agricultura, ganadería y pesca 4.3

Artesano, trabajador de mantenimiento y reparación 3.2

Ayudante y peón en procesos industriales 2.8

Técnico 1.8

Servicios de protección, vigilancia y Fuerzas Armadas 1.6

Trabajador en establecimientos, como meseros y chefs 1.3

Trabajador de la educación 1.2

Trabajador de apoyo en actividades administrativas 1.1

Vendedor ambulante 0.9

Operador de maquinaria fija 0.9

Trabajador en servicios domésticos 0.4

Estudiante 0.2

Total 82.3

Fuente: Mortalidad por Covid-19 en México. Notas preliminares para un perfil sociodemográfico

Mortalidad por edades

Menos de 40
7.4%
40 a 69
65.7%
70 y más
27.0%

Numeralia

71.5% de los fallecidos tenía estudios máximos de secundaria.

Ocho de cada diez muertes se registran en hospitales públicos.

En el país en general mueren diez de cada 100 contagiados.

En las comunidades indígenas mueren 20 de cada 100 contagiados.

La probabilidad de morir aumenta 32% en hogares pobres.

Las amas de casa representan una de cada cuatro muertes.

Fuentes: Mortalidad por Covid-19 en México. Notas preliminares para un perfil sociodemográfico e Imperial College de Londres