La carne de cerdo tiene un lugar protagonista en la gastronomía mexicana. Es parte de la memoria colectiva, antojo cotidiano y las celebraciones más entrañables. En la cochinita pibil que reina el sureste, los tacos al pastor que nos regala la capital, carnitas que huelen a Michoacán y en el pozole guerrerense que nunca falta en septiembre. Más allá del placer que ofrece al paladar, esta proteína representa una opción saludable, versátil y bien adaptada a las necesidades actuales de alimentación.
En términos nutricionales, la carne de cerdo ha evolucionado con la crianza responsable. Según datos del Consejo Mexicano de la Carne (COMECARNE), México produce aproximadamente 1.69 millones de toneladas de carne de cerdo al año, consolidándose como uno de los principales consumidores de esta proteína en América Latina.
¿Sabías que su valor nutricional está ampliamente documentado? La carne de cerdo se está posicionando como una opción saludable y nutritiva, rica en proteínas magras, vitaminas del complejo B y minerales esenciales como el zinc, hierro y selenio.
Un corte magro de cerdo, como el lomo, contiene en promedio entre 21 y 22 gramos de proteína por cada 100 gramos, con un contenido de grasa que puede ser tan bajo como 3 gramos, dependiendo del corte. Esta proporción lo hace comparable al pollo o al pavo, con el añadido de un sabor más pronunciado que lo vuelve ideal para múltiples preparaciones.
Además, es fuente natural de vitaminas B1, B3, B6 y B12, esenciales para el metabolismo celular, la producción de energía y buen funcionamiento del sistema nervioso.
Estudios recientes han señalado que ciertos cortes magros pueden formar parte de una dieta balanceada, integrándose en una alimentación completa. En porciones adecuadas y acompañada de frutas, verduras y cereales integrales, esta proteína es aliada del bienestar cardiovascular con aminoácidos esenciales como la leucina, que favorece la recuperación muscular, y el triptófano, que se vincula con la producción de serotonina, elemento importante en el estado de ánimo.
Entre los beneficios menos conocidos de la carne de cerdo está su impacto positivo en la salud del corazón. Gracias a su contenido de ácidos grasos monoinsaturados, algunos cortes contribuyen al equilibrio del colesterol.
Su consumo hasta tres veces por semana es recomendable, priorizando cortes magros y métodos de cocción sencillos que respeten el sabor natural de la carne. Así, es posible obtener una proteína de alta calidad, con beneficios para el rendimiento físico y cognitivo.
En Bachoco lo vivimos todos los días: la carne de cerdo sorprende en la gastronomía, pero también nutre. Forma parte de esas recetas que se heredan por generaciones, de los sabores que identifican regiones y de los platos que construyen comunidad. Su versatilidad lo ha llevado a mantener vigente la cocina ancestral y ahora integrándose a propuestas actuales, siempre reinventándose.
Las distintas presentaciones actualmente disponibles en Bachoco están pensadas para acompañar estos cambios. Desde cortes frescos, hasta soluciones prácticas, pasando por selecciones parrilleras para los amantes del asador y recetas premium listas para comer como la consentida cochinita pibil. Bachoco cuenta con 11 certificaciones nacionales e internacionales que respaldan sus procesos. Cada una es resultado de un trabajo riguroso que cuida la sanidad, la trazabilidad y el bienestar animal.
Incluir carne de cerdo en la alimentación diaria también es una forma de conectar con el entorno y con nuestras raíces. En cada estado hay una receta emblemática y un sabor que nos acompaña en todo tipo de momentos.
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