NUEVA YORK (AP) — Entre las amenazas que los aranceles representan para la economía de Estados Unidos, ninguna podría ser tan extraña como la venta masiva del dólar.
Las monedas suben y bajan todo el tiempo debido a temores de inflación, movimientos de los bancos centrales y otros factores. Pero a los economistas les preocupa que la sorprendente caída reciente del dólar refleje algo más inquietante en un momento en que el presidente Donald Trump intenta remodelar el comercio global: una pérdida de confianza en Estados Unidos.
La predominancia del dólar en el comercio transfronterizo y como refugio seguro ha sido fomentada por gobiernos de ambos partidos durante décadas porque ayuda a mantener bajos los costos de endeudamiento de Estados Unidos y le permite a Washington proyectar poder en el extranjero, enormes ventajas que podrían desaparecer si la fe en el país resultara dañada.
“La confianza global y la dependencia en el dólar se construyeron durante medio siglo o más”, afirma Barry Eichengreen, economista de la Universidad de California, campus Berkeley. “Pero se pueden perder en un abrir y cerrar de ojos”.
Desde mediados de enero, el dólar ha caído 9% frente a una serie de monedas, un desplome raro y pronunciado, a su nivel más bajo en tres años.
Muchos inversores asustados por Trump no creen que el dólar sea desplazado rápidamente de su posición como la moneda de reserva mundial, sino que más bien prevén un declive lento. Pero incluso eso es lo suficientemente atemorizante, dados los beneficios que se perderían.
Gran parte de los bienes del mundo se intercambian en dólares, ante lo cual la demanda de la moneda se ha mantenido fuerte incluso mientras Washington ha duplicado la deuda federal en una docena de años y hace otras cosas que normalmente harían huir a los inversores. Eso le ha permitido al gobierno estadounidense, a los consumidores y a las empresas pedir prestado a tasas anormalmente bajas, lo que ha ayudado a acelerar el crecimiento económico y elevar los estándares de vida.
El predominio del dólar también le permite a Estados Unidos presionar a otros países como Venezuela, Irán y Rusia al excluirlos de una moneda que necesitan para comprar y vender con otros.
Ahora ese “privilegio exorbitante”, como lo llaman los economistas, está repentinamente en riesgo.
La caída del dólar es extraña
“Las propiedades de refugio seguro del dólar están siendo erosionadas”, hizo notar Deutsche Bank en una nota a sus clientes este mes, advirtiéndoles de una “crisis de confianza”. Y un informe más cauto de Capital Economics añadió: “Ya no es una hipérbole decir que el estatus del dólar de moneda de reserva y su papel predominante más amplio están en cuestión, cuando menos hasta cierto punto”.
Tradicionalmente, el dólar se fortalecería a medida que los aranceles hunden la demanda de productos extranjeros.
Pero el dólar no sólo no se fortaleció esta vez, sino que cayó, desconcertando a los economistas y perjudicando a los consumidores. El billete verde perdió más del 5% frente al euro y la libra, y 6% ante el yen desde los primeros días de abril.
Según sabe cualquier viajero estadounidense en el extranjero, se puede comprar más con un dólar fuerte y menos con uno débil. Ahora el precio del vino francés y los productos electrónicos surcoreanos y una serie de otras importaciones podrían costar más no sólo debido a los aranceles, sino también a una moneda más débil.
Y cualquier pérdida de estatus de refugio seguro podría afectar a los consumidores estadounidenses de otra manera: tasas más altas para hipotecas y acuerdos de financiamiento de automóviles, ya que los prestamistas exigen más interés por el riesgo adicional.