La imagen del líder siempre disponible, que responde correos a cualquier hora y resuelve problemas sin descanso, ha sido admirada durante años. Sin embargo, hoy sabemos que esta idea de liderazgo no solo es insostenible, sino que impacta negativamente en la salud mental y en la productividad de los equipos.
“Poner límites saludables en el trabajo no es un lujo ni una debilidad; es una estrategia esencial para el alto rendimiento. Sin embargo, muchos líderes temen que al hacerlo puedan ser percibidos como poco comprometidos o inaccesibles. La realidad es que aprender a decir que no genera confianza, mejora la comunicación y evita el agotamiento”, explica Saskia de Winter, socia fundadora y directora general de Saskia de Winter Training, firma de capacitación empresarial e individual.
El costo de no poner límites
Cuando los managers no ponen límites claros con respecto a su tiempo, sus equipos adoptan ese mismo patrón de comportamiento, creando una cultura de cansancio crónico donde la productividad cae y la rotación de personal se dispara. Este ambiente de desgaste se refleja en cifras alarmantes, como las reflejadas en el Informe sobre el estado del lugar de trabajo a nivel mundial 2021 de Gallup, donde el 43% de los encuestados en más de 100 países dijo haber experimentado estrés durante gran parte del día anterior.
El reto está en que los líderes comprendan que decir que no, está muy lejos de desentenderse de sus responsabilidades y se trata más de dirigir con inteligencia y empatía. Por ello, Saskia de Winter Training comparte una serie de consejos para ayudar a los managers a poner límites saludables y aprender que decir que no, en ocasiones, es lo mejor que le puede pasar a la empresa.
Define expectativas con claridad
Establece las reglas sobre la disponibilidad y atención de temas urgentes. Por ejemplo, aclara que las solicitudes fuera del horario laboral solo se atenderán si cumplen con criterios previamente definidos. Comunica claramente qué constituye una emergencia y qué puede esperar hasta el siguiente día. Un ejemplo de esta situación pueden ser los correos enviados después de las 6 de la tarde, los cuales serán revisados al día siguiente, salvo que indiquen que son urgentes.
Actúa como esperas que actúen los demás
Tus acciones tienen más peso que tus palabras. Si dices que valoras el equilibrio entre vida y trabajo, pero envías mensajes a medianoche, tu equipo asumirá que debe responder de inmediato. Una acción concreta es evitar enviar mensajes fuera del horario laboral y, en caso de hacerlo, incluir frases como: “No espero que respondan fuera de su horario. Por favor, atiéndanlo durante su jornada laboral”.
Aprende a delegar
Distribuye tareas de manera estratégica y equitativa para evitar el agotamiento personal y del equipo. Identifica las fortalezas de cada colaborador y asígnales responsabilidades con la autonomía necesaria para tomar decisiones. Un ejemplo de esto es cuando somos capaces de decir: “Confío en tu experiencia para liderar la presentación de la próxima reunión con el cliente. Necesito que tomes las decisiones”.
Crea espacios de conversación abierta
Fomenta un ambiente donde los colaboradores puedan expresar sus necesidades sin temor a represalias. Define reuniones periódicas para hablar sobre la carga de trabajo y los límites y responde con acciones, no solo con palabras.
Busca acompañamiento y capacitación
Reconoce que aprender a establecer límites claros requiere un desarrollo continuo. Participar en talleres de inteligencia emocional o coaching ejecutivo te ayudará a gestionar mejor la dinámica de poder, las expectativas y la salud del equipo. Un líder que se capacita constantemente adquiere más herramientas para establecer límites, potenciar la productividad de su equipo y lograr los objetivos que espera la empresa.