EL DIÁLOGO COMIENZA DESDE LA FAMILIA

Dialogar implica no solo expresar las ideas de uno sino también saber escuchar lo que dice el otro.

Redacción
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Foto: Especial
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Por Tomás Caparroso

Uno de los temas relevantes en la mediación es la comunicación y el diálogo que se busca generar entre las personas que intervienen para la búsqueda de las soluciones a sus problemas.

Los seres humanos somos seres sociales que a diario nos comunicamos y nos relacionamos con otras personas, generando múltiples relaciones interpersonales y grupales en cada lugar donde interactuamos, sea en ámbitos políticos, jurídicos, económicos o culturales, entre otros, con la finalidad de satisfacer las necesidades y mantener un orden y progreso social.

El primer grupo donde interactuamos es la familia, lugar en el que comienza todo. Cada persona adquiere una identidad, sus primeros aprendizajes, así como los principios y valores básicos para poder desenvolverse de la mejor manera en sociedad. Esto desde una perspectiva ideal.

Una sociedad con personas que se hayan formado en este tipo de familias será el resultado de buenos ciudadanos. Sin embargo qué sucede cuando desde la familia no hay una planeación y organización, no existe identidad, no hay respeto, solidaridad, ni se cubren las necesidades básicas. El resultado será fatal ya que, en primer lugar, no se tendrán los recursos necesarios para sobrevivir y, segundo, para formar personas con educación.

Y nos referimos a que comienza en la familia porque, como dice el conocido refrán: la educación empieza por la casa. Así que lo idóneo es que desde que las personas son niños se les debe enseñar a comunicarse, a poner límites, a respetar y cumplir con sus obligaciones; de lo contrario crecen con la idea de que podrán obtener lo que ellos quieran de la forma que sea, incluso con violencia.

Pilar

Hoy vivimos una situación de constante violencia que afecta a todas las personas sin distinguir edad, sexo o condición social; tampoco importa el lugar: sea en la familia, en la escuela, en el trabajo, etcétera.

Pareciera que como sociedad somos incapaces de encontrar el camino a soluciones de fondo, que solo nos comprometemos a buscar respuestas superficiales y que no estamos enfocados en encontrar diálogos eficaces y eficientes que abonen al respeto de todos los derechos de las personas, y así poder vivir en armonía.

Lo más preocupante es que parece que día a día va en aumento, sin poder encontrar soluciones para tan aberrantes situaciones.

Dentro de las herramientas de la mediación está saber generar una buena comunicación, por lo que sería de vital importancia, y como un buen punto de partida, retomar a la familia como ese pilar fuerte para el desarrollo personal de los individuos, en el que se busque concientizar de las implicaciones de vivir en sociedad, de entender que hay otras personas y que debe imperar siempre el diálogo con un clima de libertad, pero también de respeto, de solidaridad, de cordialidad y de empatía.

Dialogar implica no solo expresar las ideas de uno sino también saber escuchar lo que dice el otro. Estas herramientas de la mediación no solo deben servir como un bombero apagando incendios sino de manera preventiva contribuyendo a generar una cultura de la paz, que al final de cuentas nos beneficia a cada uno de nosotros.