París, Francia, 11 de julio 2024. Compiten bajo la misma bandera, pero hablan diferentes idiomas y vienen de diferentes partes del mundo. Tras huir de la guerra y la persecución en su nación, 36 atletas de 11 países participarán en los Juegos Olímpicos como parte del Equipo de Refugiados Olímpico.
El equipo fue creado para los Olímpicos de Río 2016 como un símbolo de esperanza y para atraer la atención a la difícil situación de los refugiados en todo el mundo.
En París, los deportistas refugiados participarán en un momento de migración global récord y en donde cientos de millones de personas —muchas desplazadas de sus hogares— se ven en la necesidad de reinventarse al igual que estos atletas.
Los atletas refugiados participarán en 12 deportes, pero para muchos, el camino a París ya es un triunfo.
FERNANDO DAYÁN JORGE, CANOTAJE (CUBA)
Fernando Dayán Jorge pasó su infancia andando al lado de barcos pesqueros y casas coloniales en la bahía cerca de su casa en Cienfuegos, Cuba. Desde que empezó a entrenar con su padre a los 11 años, asegura que siente como si ha vivido cientos de vidas.
El deportista de 25 años participó dos veces con el equipo olímpico de cuba en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020. Campeón olímpico. Desertor del equipo cubano. Migrante. Trabajador de mantenimiento. Refugiado. Ahora continúa avanzando velozmente en su canoa rojo y blanco, esta vez pasa junto a suburbios y canales en Cape Coral, Florida.
“Tras haber descartado los Olímpicos de París 2024, es una gran oportunidad”, reconoció. “Hay muchos cubanos que vienen a este país y pierden sus sueños de competir una vez aquí, simplemente por que no saben como volver a este lugar”.
Jorge estaba en la cima de su carrera tras ganar los 1.000 metros en el sprint de canotaje cuando tomó una enorme decisión en marzo 2021. Durante un entrenamiento en México, Jorge desertó y se unió al creciente número de atletas cubanos que desiertan su país en medio de una oleada migratoria.
Muchos esperan hacer más dinero que en la comunista isla. Otros, como Jorge, dicen que decidieron irse por el trato de su gobierno a sus deportistas y ciudadanos.
MANIZHA TALASH, BREAKDANCE (AFGANISTÁN)
Manizha Talash no teme al Talibán. “Estoy aquí por quiero alcanzar mi sueño, no por que tenga miedo”, declaró desde España, en donde le dieron asilo. En las afueras de Madrid, Talash, de 21 años, entrena fuertemente para los Juegos y que por primera vez incluirán al breakdance como deporte oficial.
Hace algunos meses estaba trabajando en una estética en la población de Huesca. Talash fue parte de los cientos de afganos que llegaron a España en aviones militares tras el retorno de los Talibanes al poder en agosto 2021. Talash encontró al breakdance a los 17 años mientras veía videos en redes sociales de un hombre dando vueltas sobre su cabeza y pensó —esto debe ser falso, debe ser Inteligencia Artificial. Pero las imágenes eran reales y rápidamente se obsesionó con el deporte.
“Lo quería practicar, lo quería aprender”, indicó. Encontró un club en Kabul y tocó a la puerta. “Habían 55 chicos y la única chica era yo”, relató. “Me dije a mí misma, ¿por qué las chicas no pueden hacer esto?”. El breakdance de alguna forma la liberó de los problemas que enfrentaban las mujeres en Afganistán. Ella entrenó en su casa a puerta cerrada hasta que los talibanes regresaron al poder.
MOHAMMAD AMIN ALSALAMI, ATLETISMO (SIRIA)
Cuando Mohammad Amin Alsalami llegó a Berlín en octubre del 2015, tenía frío, se sentía solo y extrañaba su casa. El refugiado sirio había dejado atrás su ciudad natal Aleppo, que había sido golpeada por la guerra y se dirigió a Turquía y luego caminó hasta Alemania. Como millones de migrantes buscaba un lugar en el que pudiera construir un futuro alejado de las bombas y la violencia.
Casi una década después, Alsalami, de 29 años, recibió asilo, aprendió alemán y tiene nuevos amigos. Y está cumpliendo su sueño de convertirse en un atleta de clase mundial. Hace un mes recibió la luz verde para participar en los Juegos de París. “Ese momento fue increíble”, admitió. “Puedo asistir a los Olímpicos. Lloré mucho, fue increíble”.
Alsalami descubrió su pasión por el atletismo durante una prueba física en su escuela a los 15 años. Un profesor se percató de su talento para el salto de longitud y lo empujó a participar en competencias locales y nacionales. Pero cuando comenzó la Guerra Civil ya no pudo entrenar. Su familia —como el menor de nueve hermanos— fue desplazada en Siria y terminó huyendo a Turquía. Alsalami decidió continuar su camino a Europa.
Él asegura que su pasión por el atletismo le ayudó a superar las penurias en su nuevo país.
IMAN MAHDAVI, LUCHA (IRÁN)
Iman Mahdavi sonríe y se prepara un platillo iraní que se cocino en su departamento en Milán. “Si mi madre me pudiera ver ahora”, dijo riéndose, “no lo podría creer”. Mahdavi no ha visto a su madre desde octubre 2020 cuando el peleador iraní salió de su país por temor por vida.
Con la ropa que traía puesta, Mahdavi hizo el desgarrador viaje a pie desde Irán hasta Turquía y luego voló a Italia en donde pidió asilo. “Realmente no sabía a donde estaba volando”, indicó Mahdavi, de 29 años. “Afortunadamente fue Italia”. Una vez que le dieron asilo, una de sus principales metas fue seguido peleando. Su padre, que también fue peleador, le inculcó la pasión. Mahdavi fue siete veces campeón juvenil y suma 50 medallas.