México, 19 de diciembre. A lo largo de los años, México se ha caracterizado y es reconocido por forjar atletas en deportes de combate que se destacan a nivel mundial y, en el último lustro, el kickboxing ha entrado en esa tendencia con múltiples campeones mundiales y continentales, tanto a nivel mayor como juvenil.
Hace apenas unos meses, Luyan Castro, Eduardo Sánchez, así como los hermanos Iván y Diego Durón se consagraron en el Mundial Juvenil de la especialidad 2024, celebrado en Budapest, Hungría, haciendo ondear la bandera tricolor en lo más alto y reafirmando al país entre las potencias de esta disciplina.
Cada uno de ellos, con sus propias historias y motivaciones, dieron un golpe de autoridad para dejar claro ante los mayores exponentes de este deporte que México seguirá pegando fuerte en los eventos que se haga presente, incluso si llega a ser considerado para formar parte de los Juegos Olímpicos, que es el objetivo de todos los involucrados en el kickboxing.
Luyan Castro, una leyenda viviente con apenas 8 años
El bajacaliforniano aterrizó en territorio húngaro sin saber que escribiría su nombre en las páginas doradas del deporte azteca, ya que se coronó campeón en cinco diversas categorías de formas (creativas, creativas con armas, musicales, musicales con armas y musicales por equipos), con lo que rompió el récord de toda la historia en este certamen, el cual era de cuatro podios de primer lugar.
“Cada que subía al podio sentía mucha emoción, porque hay veces que ganas y no piensas en qué fallaste porque solamente te felicitan, pero los que quedan en segundo o tercer lugar se sienten mal y lloran. Este lugar es de mucho esfuerzo”.
“Desde los cinco años empecé esta carrera de mucho esfuerzo y dedicación, tuve que darlo todo en los entrenamientos, toda la fuerza y el carácter. Quiero seguir rompiendo récords, que en vez de mis cinco medallas ahora sean seis y después siete”, dijo en entrevista.
Luyan Castro, también apasionado del futbol, aprovechó para destacar la importancia de hacer deporte, cualquiera que éste sea, pues los sacrificios que se hacen al final tendrán una recompensa.
“Lo más difícil del kickboxing es que hay veces que no se tiene ganas de entrenar, pero hay que seguir adelante. Hay veces que me siento derrotado totalmente, y mi motivación es decirme a mí mismo que yo puedo, que soy el mejor, que soy campeón del mundo y que nada me puede vencer. Aquí está mi familia y no estoy solo”, finalizó.
Eduardo Sánchez, campeón mundial sin límites en la frontera
El originario del Estado de México también brilló con luz propia en Budapest con la medalla de oro en formas creativas musicales por equipos junto al ya mencionado Luyan Castro.
“Me preparé mucho porque siempre había soñado con ser campeón del mundo, mi primer Nacional no lo gané y fue hasta el segundo; ese fue mi pase a las concentraciones, luego hubo más torneos de fogueo para prepararme hasta llegar al Mundial. Llevó ocho años practicando el kickboxing, y cuando gané estaba muy feliz por todo lo que he hecho en mi vida desde los dos años”, dijo.
Pese a ya haber tocado el cielo mundialista, Eduardo Sánchez, de solo 10 años, aseguró que debe pasar página y mejorar, ya que su siguiente objetivo es subir a lo más alto del podio en un Campeonato Panamericano, torneo al que no ha tenido la oportunidad de asistir.
“En el kickboxing he dejado toda mi vida y tiene toda mi experiencia. El deporte es algo que me gusta a mí y a muchas personas, pero hay muchas profesiones que también pueden ser. Hay tiro con arco y puedes hacer cualquier cosa que te gusta a ti”, concluyó
Hermanos Durón, nacidos para conquistar la gloria
El futuro del kickboxing mexicano está seguro en los puños y movimientos de los hermanos Iván y Diego Durón, quienes no solamente comparten la misma sangre, sino también la calidad para dominar en sus respectivas pruebas y categorías.
Iván, de ocho años, se desempeña en modalidad de combate, mientras que Diego, de 16 años, practica formas. Ambos son parte de ese “monstruo de cuatro cabezas”, junto a Luyan Castro y Eduardo Sánchez, que conquistó el Mundial de Budapest.
“Cuando fui campeón del mundo sentí mucha emoción de traer una medalla de oro para México, fui el mejor por haber ido a muchos torneos nacionales e internacionales. Mi inspiración son mi hermano y mi papá, me ayudan a motivarme porque me dicen cómo hacerlo y si me equivoco”, reveló Iván.
Por su parte, Diego también compartió la gran responsabilidad de representar al País, pero sobre todo de ser una guía para su hermano pequeño, quien busca seguir sus pasos y cosechar incontables éxitos en el panorama internacional.
“Cuando quedé como campeón mundial fue un orgullo, ya que fue el reflejo de todo el esfuerzo que he hecho, tanto de mí como de mis padres y mi equipo de trabajo. Es una emoción increíble que no se puede expresar, el escuchar el himno nacional en otro país no se puede describir con palabras.
“Mi inspiración sale principalmente de mi hermano, ya que sé que él sigue mis pasos, y trato de ser y mostrarle mi mejor versión para que él me pueda superar, quiero que sea mejor que yo y de ahí saco la motivación para mi día a día”, expresó.
“Mi hermano y yo tenemos ciertos momentos de juego, pero también hay ciertos momentos serios en donde me pongo a platicar con él para decirle cómo se ve en algún momento y qué debe hacer para mejorar. Nos ponemos serios y hablamos juntos para distinguir lo que es el juego y lo que no. Es una responsabilidad y un camino que seguir, dar lo mejor de mí para que mi hermano me siga”, puntualizó.