Melbourne, Australia, 25 de enero 2025. Cuando Madison Keys entró en la cancha central Rod Laver a las 7:37 p.m. del sábado para la final del Abierto de Australia, pasó directamente junto a la Copa Conmemorativa Daphne Akhurst, el trofeo que se otorga a la campeona femenina y que estaba colocado en un pedestal cerca de la entrada a la cancha.
Keys no frenó su paso. No se detuvo a mirar. Ese trofeo fue luego colocado cerca de la red para el sorteo antes del partido, a unos cuantos pasos de donde estaba la estadounidense. Lo suficientemente cerca para tocarlo. Lo suficientemente cerca para sentirlo real. También estaba allí su oponente, Aryna Sabalenka, número 1 del mundo y bicampeona defensora en Melbourne Park, quien no le facilitaría las cosas en esta fresca y ventosa noche.
Exactamente 2 horas y media después —y tras conquistar una victoria por parciales de 6-3, 2-6, 7-5 sobre Sabalenka— allí estaba Keys, con la sonrisa más grande mientras sostenía ese trofeo de plata con ambas manos, campeona de un Grand Slam por primera vez a los 29 años. Esta fue la segunda oportunidad de Keys de jugar por un título importante: la primera terminó en una derrota abrumadora en el Abierto de Estados Unidos de 2017, una experiencia que le enseñó que necesitaría poder jugar bajo presión.
“He deseado esto durante tanto tiempo”, dijo Keys, quien nació en Illinois y ahora reside en Florida, “y he estado en otra final de Grand Slam, y no salió como esperaba, y no sabía si volvería a estar en esta posición”.
Y vaya que lo logró. Es la mujer de mayor edad en convertirse en campeona de un Grand Slam por primera vez desde que Flavia Pennetta lo logró a los 33 años en el Abierto de Estados Unidos de 2015. Esta fue la 46ta aparición de Keys en un major, la tercera mayor cantidad antes de ganar un título mayor femenino, sólo detrás de los 49 de Pennetta y los 47 de Marion Bartoli cuando ganó Wimbledon en 2013.
El camino de Keys tampoco fue fácil.
Antes de esta victoria en tres sets, vino una contra la número 2 del mundo, Iga Swiatek, en las semifinales, en las salvó de un punto de partido en el camino. Desde Serena Williams en 2005, ninguna jugadora había derrotado a las dos mejores mujeres del ranking de la WTA en Melbourne Park.
“Madison: Wow, qué torneo”, le dijo Sabalenka.
“Disfruta la celebración”, recomendó la bielorrusa a Keys. “Disfruta la parte realmente divertida”.
Keys, que ocupa la 14ta posición del escalafón mundial y era la 19na preclasificada del torneo, impidió que Sabalenka obtuviera lo que habría sido su tercer trofeo consecutivo en el Abierto de Australia —algo que Martina Hingis logró de 1997 a 1999— y su cuarto título de un major en general.
Cuando terminó, Keys se cubrió el rostro con las manos y luego levantó los brazos. Pronto, estaba abrazando a su esposo, Bjorn Fratangelo —quien ha sido su entrenador desde 2023— y a otros miembros de su equipo, y posteriormente se sentó en su banca y se echó a reír.
Sabalenka lanzó su raqueta, se cubrió la cabeza con una toalla blanca y abandonó brevemente la cancha, y más tarde regresó para la ceremonia posterior al partido.
“Sólo necesitaba... ese tiempo para mí misma para desconectar y olvidar y... ser respetuosa”, explicó Sabalenka más tarde. “Simplemente no era mi día”.
Keys rompió tres veces el saque de la bielorrusa en el primer set, ayudada en parte por las cuatro dobles faltas y 13 errores no forzados totales de Sabalenka. Pero no piensen que esto fue simplemente un caso de Sabalenka siendo su propia perdición.
Keys tuvo mucho que ver con cómo iban las cosas. Compiló una ventaja de 11-4 en tiros ganadores en el primer set, logrando superar repetidamente a la potente Sabalenka.
Por un momento, parecía que cada tiro de la raqueta de Keys —la que cambió al inicio de esta temporada por insistencia de Fratangelo para proteger su hombro derecho a menudo lesionado y para facilitar el control de su considerable poder— aterrizaba precisamente donde ella quería.
Cerca de una esquina. En una línea. Fuera del alcance de Sabalenka, una joven de 26 años.
También fue importante la forma en que Keys, cuyo muslo izquierdo estaba vendado para el partido, cubrió cada parte de la cancha, corriendo para llegar a las pelotas y devolverlas sobre la red con intención. En una secuencia defensiva excelente, corrió por un revés que provocó un error de revés de Sabalenka, sellando un quiebre para colocarse 4-1.
Nunca una para ocultar sus emociones, Sabalenka pateó una pelota después de fallar una volea y dejó caer su raqueta después de fallar un smash.
Fue al vestuario antes del segundo set, y si eso ayudó a despejar su mente o a frenar el ímpetu de Keys —o ambos—, la tez de la final cambió pronto. El porcentaje de primer servicio de Keys bajó del 86% en el primer set al 59% en el segundo. Sabalenka aumentó su total de tiros ganadores a 13 en el segundo set y comenzó a acumular y convertir puntos de quiebre.
Cuando envió un revés por la línea para forzar un error de Keys y lograr un quiebre y una ventaja de 2-1 en el segundo, Sabalenka sacudió su puño izquierdo y apretó los dientes. La acción en el tercer set fue ajustada y tensa, sin un solo punto de quiebre hasta su juego final, cuando Keys logró un último tiro ganador de derecha.
Así de cerrada estuvo esta final femenina: Keys ganó sólo un punto más que Sabalenka, 92-91. Ambas terminaron con 29 tiros ganadores.
Keys tuvo que esperar este momento, sí, pero finalmente llegó.