ZIUTA TRAVESÍAS: LAS AVENTURAS DE UNA CIUDADANA DEL MUNDO

“En una historia personal así, todo es importante; cada detalle, cada historia, cada anécdota”.

Alejandra Moncada
Cultura
AVENTURAS

Carolina Kerlow, pintora, productora de televisión y documentalista, estrena su más reciente película documental, Ziuta Travesías, donde relata la historia de su propia madre, Ziuta Grzybowska, quien huyó de su natal Polonia debido a la Segunda Guerra Mundial.

Entre otras cosas Ziuta fue comunista, enfermera, refugiada, actriz, esposa, madre, abuela, guerrillera y luchadora incansable.

Kerlow logra retratar todos estos aspectos en el filme, que estará en la cartelera de la Cineteca Nacional durante las próximas seis semanas.

No es la primera vez que la artista explora a través del cine la vida de ciertos personajes. Dentro de sus proyectos se encuentra Cada cosa tiene su historia (2012), donde Max Kerlow, actor, pintor y arquitecto, es el encargado de contar sus memorias.

Años después, en 2017, ella dirigió La memoria es un músculo, en la que Farnesio de Bernal —destacado actor mexicano— relata su historia.

Con estos trabajos Kerlow no solo destaca por su labor como cineasta sino también resalta la importancia de recordar y honrar el legado de quienes han contribuido a la riqueza cultural e histórica de nuestra sociedad.

Ziuta Travesías sigue los pasos de Ziuta desde su infancia en Polonia, la adolescencia que fue cortada por la guerra y su llegada a México, donde encontró un nuevo hogar y continuó su lucha. A través de entrevistas, material de archivo y dibujos, Kerlow nos ofrece una mirada íntima y profunda a la vida de su madre, resaltando no solo su resiliencia y valentía, sino también su inquebrantable compromiso con sus ideales.

La historia de Ziuta es un testimonio de resistencia y esperanza, mientras que su legado es un llamado a la acción para las generaciones presentes y futuras.

En un mundo donde las historias personales a menudo se pierden en el olvido, este documental actúa como un recordatorio poderoso de la necesidad de preservar nuestras raíces y aprender de las experiencias de quienes nos precedieron.

Más que un documental, la cinta se devela como un acto de amor y un homenaje a una mujer extraordinaria, que siguió sus ideales y fue congruente con ellos hasta el final.

La huella que dejó en todas las personas que la conocieron es innegable y el filme de Kerlow es prueba de ello.

ZIUTA

Memoria viva

En entrevista con Vértigo, Kerlow habla sobre la producción de esta cinta y la importancia de difundir la vida de Ziuta.

—¿Cómo surgió la idea de crear Ziuta Travesías?

—Yo conocía mucho de la historia de mi mamá. Claro, desde niña me contaba. Pero muchas cosas yo no acababa de entenderlas. Con la edad me seguía contando algunos fragmentos y me interesó. Le platicaba yo a Luisa Riley y dijimos: “Hay que entrevistarla”.

La entrevista se hizo en 1998. “En total fueron ocho horas de audio, mínimo, y decidimos grabarla en casetes para guardar esa historia. Pensábamos hacer un libro, por lo que Luisa transcribió y yo iba a hacer unos dibujos e ilustraciones. En eso nos quedamos, pero yo pensé que tener el audio y no usarlo… Los audios son la base de la historia, la historia. Así que poco a poco se fue cosechando la idea de un documental. En 2018 me dieron la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) y así pude hacerlo”.

—¿Cómo eligió qué elementos tomar de las ocho horas de audio de sus entrevistas?

—El primer corte duraba tres horas, porque todo es importante. En una historia de vida, en una historia personal así, todo es importante; cada detalle, cada historia, cada anécdota. Así que para resumir y seleccionar me pregunté: “¿Qué quiero contar?” Y bueno, pensé en la infancia, luego la adolescencia que se corta con la guerra, la entrada de la guerra, la guerra y la huida… Esos eran los temas que tenían que estar porque son quién es Ziuta, dónde nació, cómo creció, cómo la educaron y todo eso.

Además, puntualiza la creadora que se enfrentó “a que durante la investigación hice muchas entrevistas a historiadores, a amigos, cineastas como Paul Leduc, que sí quedó un fragmento… Yo quería meter todo, porque todos tenían una opinión de Ziuta. Y era muy interesante oír no solo la historia de Ziuta contada por ella, sino lo que pensaban los otros. Pero tuve que ir quitando muchos testimonios para acortar el documental”.

—En este documental hace uso de otras técnicas y disciplinas artísticas como dibujos. ¿Por qué tomó esa decisión?

—En otros trabajos yo tenía imagen. Por ejemplo, en el de Max, grabé videos con él hablando, que es muy divertido y no para; y también imágenes como dibujos suyos, fotos familiares, la casa misma… Entonces, estaba ya esa parte resuelta. Lo mismo en el de Farnesio, que es un monólogo y también tengo mucha imagen que apoya, empezando por su propia imagen en la entrevista. En el caso de Ziuta, como eran casetes de audio, yo no tenía imagen, porque muchas de sus fotos se quedaron en Polonia a la hora de salir y otras se perdieron en el viaje. Entonces decidí hacer dibujos y acompañarla así en el viaje con mis intervenciones, ser como un intérprete en un sentido gráfico.

De esta manera, Kerlow crea un collage de imágenes. Agrega: “En el caso de Ziuta también quería hacer un autorretrato como en los dos otros monólogos, pero con todas estas intervenciones ya cambió. Decidí también hacerle un retrato, por lo que es como un retrato doble”.

¿Le gustaría hacer algo con todo el material que quedó fuera?

—Sí, ahora no tengo mucha cabeza para pensarlo, pero sí lo quiero pensar. Creo que ya como película es muy caro. Afortunadamente tuve la beca del SNCA y la financié con la beca. Pude pagarles a los colaboradores, a la editora, al investigador de imagen, el diseño de la carpeta… Si no, imposible. Pero quizás ahora sí hacer esta parte del cuento, un libro y hacer ilustraciones. Porque son historias únicas, conmovedoras, divertidas y sí es triste dejarlas afuera.