Luciana Kaplan, directora, productora y editora de cine documental, aborda en sus obras diversos temas sociales, políticos y culturales desde un enfoque crítico y profundo, a la vez que retrata historias complejas con sensibilidad y precisión narrativa.
Ejemplos de esto son La revolución de los alcatraces, Rush Hour y La vocera. Asimismo, su más reciente trabajo, Tratado de invisibilidad, es un filme que expone la precariedad de las trabajadoras de limpieza en la Ciudad de México (CDMX).
Miles de mujeres se encargan en la capital de nuestro país de limpiar espacios públicos. A pesar de ser un trabajo esencial, lamentablemente suele pasar desapercibido. La falta de contratos formales, servicios médicos gratuitos, prestaciones de ley, así como salarios insuficientes son algunas de las condiciones laborales precarizadas que viven estas mujeres.
No es necesario recalcar que también hay hombres en este sector, que de igual forma sufren malas condiciones en sus trabajos, pero este documental retrata el acoso y la vulnerabilidad que sufren las mujeres, siendo ellas la población de riesgo.
En entrevista con Vértigo, Kaplan afirma que al enterarse de que estas personas son subcontratadas sintió la necesidad de llevar a cabo la película.
“Son mujeres y hombres que uno ve todos los días y se sabe que es un trabajo difícil, pero cuando por casualidad me contaron lo que pasaba con las trabajadoras, que no recibían un sueldo digno y tampoco un sueldo a tiempo, que no tenían contratos y no les daban los utensilios de trabajo... en fin, una situación tremenda, decidí hacer el documental para que la gente se entere de lo que está pasando”, comenta.
Es tanta la violencia que se ejerce en contra de estas trabajadoras, que Kaplan tuvo que buscar actrices para interpretar los papeles del documental. No les es permitido, obviamente, hablar acerca de los malos tratos que reciben, porque pueden ser despedidas.
Al respecto, la directora opina: “Es una cuestión muy bien pensada para que ellas no se puedan quejar, para que no puedan buscar otro trabajo”.
Agrega: “Es difícil encontrar trabajo, sobre todo para personas que no han acabado la secundaria, que son muchísimas. Es un sistema organizado para que las empresas ganen mucho dinero y los trabajadores estén en una constante situación de explotación”. Por esto, los relatos son completamente reales, pero están contados por otras mujeres.
Casos representativos
En medio de la pandemia por Covid-19 la directora comenzó a realizar entrevistas vía celular para seleccionar los testimonios. Fueron más o menos 50 entrevistas hasta que decidió realizarlas en cámara, de las que salieron unas 15. De esta manera el público conecta con trabajadoras del Metro, de la Cineteca Nacional, de las calles citadinas y del aeropuerto.
Rosalba, Claudia y Maribel son las principales protagonistas de Tratado de invisibilidad. Aunque son pocas, su situación representa la de miles de trabajadoras de limpieza, pues, como dice Kaplan, se repiten los casos.
Al preguntarle cómo logró contactar a estas mujeres si estaban en constante vigilancia, contesta que “empecé a ir a todos estos espacios: las calles, el Metro, el aeropuerto, lugares como la Cineteca, y tratar de dialogar con ellas; les pedía sus teléfonos celulares, les contaba un poco lo que yo estaba haciendo”.
Pero si Kaplan tuvo problemas contactando a estas mujeres, ¿cómo funcionó la filmación? Hay escenas que claramente fueron filmadas en el Metro y en las calles. Al preguntarle a Kaplan sobre esto, responde: “Podía filmar en el Metro, pero no a las mujeres de limpieza. Entonces pedí un permiso para filmar una ficción y después hice un casting con actrices y empecé a trabajar con ellas para que salieran en la película”.
Puntualiza que “en la Cineteca nos dieron bastante más apoyo. Ahí llevé a la trabajadora del aeropuerto para que hiciera como si estuviera en el aeropuerto, pero lo que está limpiando es la Cineteca; pusimos sonido de altavoces y cosas así, para que pareciera que está en aquel lugar. Estos juegos narrativos se crearon un poco por la imposibilidad de hacer las cosas de otra manera. Digamos que algo que fue un tropiezo acabó volviéndose una herramienta creativa”.
Un rasgo estético que resalta de la película es que está filmada en blanco y negro, lo que permite al espectador observar desde otro lugar. Es también una cuestión de temporalidad, como señala Kaplan: “Esto lleva mucho tiempo pasando, por lo que podría estar sucediendo en los setenta. Este maltrato y esta precarización del empleo se ha vuelto peor, pero me da esa sensación de que no sabes muy bien en el fondo en qué época puedes estar”.
Si bien esta situación existe desde hace mucho tiempo, no por ello debería estar normalizada. ¿Qué podemos hacer nosotros como espectadores? Kaplan opina que “debemos empezar por nosotros mismos, hacer el ejercicio de mirar y escuchar, y ser conscientes de que su trabajo es muy importante, empezando por el trato que les damos a ellos. Podemos dejar de tirar basura, dejar de pasar por encima de los pisos recién limpiados”.
La difusión es una vía muy poderosa. “Entre más gente la vea y comente, no solo los medios, sino todo tipo de personas, se sabrá que todos estamos al tanto de lo que está pasando y que quienes están detrás de todo esto no van a poder mirar hacia otro lado”, menciona la directora.
Tratado de invisibilidad estuvo en cartelera durante los últimos días de noviembre en 28 salas de cines de la República Mexicana. Aunque todavía no se encuentra en plataformas digitales, se espera que el público pueda acceder a este documental pronto para que se genere una conciencia mayoritaria de lo que pasa con las mujeres que sostienen nuestro país.
En palabras de Kaplan: “Es un asunto que nos concierne a todos, porque esto no pasa únicamente en la limpieza, sino que involucra todos nuestros derechos laborales”.