Con más de 30 años de trayectoria y dirigida por el músico y bailarín Duane Cochran, la compañía Aksenti Danza Contemporánea estrena la puesta dancística Tepalcates, una obra multidisciplinaria que aborda el problema de los movimientos migratorios.
“Estoy a punto de estrenar esta pieza de danza que representa el difícil tema de las migraciones humanas, pero desde una perspectiva de lo masculino. La obra se adentra en las experiencias y las emociones de hombres en busca de su esencia. Además, es una pieza que nos llevará a reflexionar sobre la condición humana y nuestra búsqueda constante de identidad y pertenencia”, dice el maestro.
La palabra tepalcates proviene del náhuatl tepalcatl, que quiere decir “piezas rotas de una vasija de barro”.
En este sentido, Cochran refiere que “Tepalcates es la metáfora del hombre fisurado en contacto pleno con su esencia más profunda, con los polos más opuestos de la masculinidad y su correspondiente feminidad, la rudeza con tintes de ternura y oculta develación de un lado femenino y, por otro lado, la debilidad que conlleva una agresividad no palpable pero presente; los brazos que se tienden en un laberinto de posibilidades infinitas y llevan a tantas salidas como la imaginación crea posible hacia la búsqueda constante de pertenecer y tener una identidad”.
Esta palabra, agrega, “se utiliza en la obra como metáfora para hablar de cualidades masculinas como la rudeza y la ternura oculta, revelando así los diferentes polos de la masculinidad y su relación con la feminidad”.
En la parte musical el pianista y bailarín señala que “la música fue compuesta especialmente para esta obra por tres extraordinarios compositores mexicanos: Rodrigo Sigal, Jean Angelus Pichardo y Alejandro Escuer, y la interpretan con danza cinco bailarines maravillosos”.
Multidisciplinaria
Con una duración de 70 minutos y música original, la obra coreográfica está estructurada en siete escenas, interpretadas por cinco bailarines, en los que se verán plasmados también temas como la nostalgia, la incertidumbre, la esencia masculina y el amor distante.
Hay una “nostalgia causada por las cicatrices de los objetos que dejan huella y la historia tras ellos. ¿Qué dejamos atrás si no el valor verdadero de los sentimientos, los recuerdos y del tiempo mismo?”, dice Cochran.
Por otro lado, detalla que “la propuesta escenográfica y de iluminación se inspira en espacios laberínticos físicos y ocultos, con rejas, barreras y espacios sofocantes a través de los cuales deambulan seres errantes, inconexos y divagantes, espíritus quebrantados, constantemente sumergidos en claroscuros, o para ser más exactos, rayos de luz que se filtran a través de las sombras”.
Otro elemento fundamental que ayudará a dar sentido al discurso de la obra es la inclusión de dispositivos multimedia que acentuarán por medio de imágenes tridimensionales proyectadas en diversos planos escénicos la profundidad de los espacios, las texturas de las superficies, así como la sensación del paso del tiempo.
Por si fuera poco, esta obra incorpora elementos multimedia de los que el director apunta que se trata de una “propuesta escénica que se diseñó de tal modo, que cuando uno llegue tome asiento como lo hacíamos en los cines de antes, esos de pantalla grande, aguarde la tercera llamada y, de pronto, se halle observando un video con imágenes bastante fuertes que, a su vez, forman parte de lo que se interpretará con danza en vivo”.

En el arte, la danza comunica su mensaje por medio de la expresión corporal, añade, “pero, ¿cómo se representa una emoción por medio de la danza? En realidad, es una combinación de armonía entre la música y los movimientos del cuerpo”.
Para Cochran, una prueba de ello se puede ver “cuando tratamos de expresar un grito sin emitir un solo sonido; es decir, únicamente abriendo la boca y dejando que las expresiones faciales lo digan todo. No es necesario el sonido de la voz para dar a entender que estás gritando. El cuerpo puede expresarse perfectamente como lo hacen los mudos, por ejemplo”.
En este sentido, cuenta que en una ocasión “estaba en un restaurante y miraba hacia una mesa que, a decir por los movimientos y gesticulaciones de los ocupantes, parecía ser una reunión de amigos: movían las manos, reían, se cambiaban de asiento, se abrazaban y brindaban. No necesitaba escuchar lo que decían para deducir que bien podrían estar celebrando algo. Lo mismo sucede con la danza: la expresión corporal tiene la capacidad de comunicar sin tener que pronunciar palabra”.
El estreno será el viernes 28 de julio a las 20:00 horas en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la UNAM, donde continuará el sábado 29 a las 19:00 y domingo 30 a las 18:00 horas.
“Me atrevo a asegurar que los asistentes van a salir distintos de como entran, ya que es una obra que realmente nos invita a la reflexión; ahonda en temas esenciales para la vida como la existencia, la deconstrucción de nuestro propio origen y muchas cosas de la experiencia y lo que es tener que hacer cambios radicales, como hacen aquellos que han tenido que migrar”, subraya el coreógrafo.