SEBASTIÃO SALGADO:UNA VENTANA AL UNIVERSO AMAZÓNICO

Cultura
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Sebastião Salgado

Con un panorama ambiental cada vez más desolador, la capacidad que tiene el arte para explorar el mundo y el corazón humano se convierte también en un medio para concientizarnos o para, en el peor de los casos, conocer lo que estamos por perder.

El pasado 7 de febrero se inauguró en el Museo Nacional de Antropología (MNA) la exposición Amazônia, del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, con la que busca abrir una ventana al principal pulmón de la Tierra y las comunidades originarias que lo habitan.

La exhibición, compuesta por 230 fotografías, es totalmente gratuita y se encuentra en la Sala de Exposiciones Temporales. Las imágenes son resultado de siete años de trabajo en los que Salgado se adentró más de 50 veces en la selva amazónica para poder capturar los bosques, los ríos, las montañas y la vida cotidiana de los pueblos originarios.

“Es la prehistoria de la humanidad que vive dentro de este bosque. Pero lo estamos perdiendo y tenemos que mantenerlo. Ahora, yo soy solo un fotógrafo: la solución tiene que venir de nosotros todos”, señaló el brasileño.

Por si fuera poco, la exposición está acompañada por un montaje sonoro donde se reproducen sonidos de la selva: el canto de las aves, el tenue murmullo de los árboles, los gritos de otros animales, la lluvia en sus múltiples cantidades y el agua que, a su vez, desciende en caudales desde las montañas. Dicho ensamble sonoro fue compuesto por el músico francés Jean-Michel Jarre.

De igual manera, hay una sección para personas con discapacidad visual titulada Amazônia Touch, en la que 22 fotografías táctiles se exhiben en planchas de resina acrílica para poder ser experimentadas.

Finalmente, todo el material fotográfico se enriquece con siete videos testimoniales de los líderes de las comunidades indígenas, quienes relatan aspectos de su vida cotidiana, sobre sus principales dificultades y respecto de la importancia de preservar su hábitat.

“Estamos perdiendo la Amazonia: 18% de ella ya se fue, la hemos destruido y difícilmente la vamos a recuperar otra vez. Estas fotografías representan 82% de la Amazonia: aquí está representado lo que tenemos y que debemos cuidar”, detalló Salgado.

La selva amazónica la conforman nueve países en la parte sur del continente: Brasil, Guyana, Guyana Francesa, Surinam, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, además de que es hogar de alrededor de 300 comunidades originarias, de las que casi ninguna ha tenido un contacto con el exterior.

La tala, la contaminación, la agricultura, la minería y en general el desplazamiento ecológico constituyen amenazas de proporciones incalculables.

“Queremos que todos los mexicanos vengan (a la exposición); ustedes son uno de los países más importantes de América: la opinión mexicana, el peso de su política, podría lograr ayuda a la protección de la Amazonia”, exhortó el fotógrafo.

Vocación Social

El interés de Salgado por el medio ambiente no es nuevo, ni producto de algún capricho pasajero. Luego de vivir en París, Francia, se mudó de vuelta a su natal Minas Gerais, Brasil, con su esposa Lélia Wanick.

Al ver el impacto ambiental que la deforestación había tenido en el rancho de su padre decidieron comenzar a reforestarlo: así nació en 1998 el Instituto Terra.

Parte del proceso de recuperación ecológica puede verse en el documental La sal de la tierra, dirigido por Wim Wenders. El filme explora la carrera de Salgado, que comenzó luego de que Lélia comprara una cámara, con la que el brasileño se convirtió en uno de los artistas visuales más importantes del mundo gracias a sus impactantes fotos de las condiciones de vida de migrantes, trabajadores explotados y refugiados en Rwanda, Etiopía y la ahora extinta Yugoslavia.

Luego del éxito logrado en recuperar el sistema ecológico de su rancho familiar, Salgado decidió comenzar un nuevo proyecto fotográfico para retratar los paisajes prístinos, la flora, la fauna y las comunidades del Amazonas brasileño. Dicha aventura lo llevó a conocer a tribus como los zo’es, que no tuvieron un contacto con el mundo exterior sino hasta el final de los ochenta.

Además, Salgado impartió clases en la escuela de fotografía más importante de Tokio, Japón, algo que recordó durante la inauguración de Amazônia en el MNA. De los 30 alumnos que tenía, solo dos o tres mostraban cualidades necesarias para ser fotógrafos: “Cuando identificábamos a esos aspirantes les decíamos que hacían buenas fotos y que ahora debían dedicar un tiempo de su vida, tres o cuatro años, para volver a la universidad y estudiar un poquito de antropología, geopolítica, historia y sociología, a fin de comprender la sociedad de la cual forman parte, y luego podían volver a la fotografía”.

El consejo, compartió, era para que su trabajo tuviera una vocación social, algo que aportase al mundo y a la sociedad contemporánea. “Les decíamos: ‘Tu foto va a tener otro sentido, porque podrás comprender a la sociedad y tus imágenes la van a involucrar’. El consejo que daría ahora a los jóvenes que quieran hacer el tipo de fotografía que hago, humana y social, es que tengan una formación completa”.

De hecho, según compartió Salgado, muchos grandes fotógrafos que han trabajado para agencias como Zelig, Gamma o Magnum han brillado en aspectos técnicos, pero les ha faltado aprender a situarse en el contexto político y social, por lo que solo estaban “perdidos, esperando la imagen. El fotógrafo es una raza. No es que todo el que quiera hacer fotografía va a hacer fotografía. Porque hay que tener ganas de viajar. Hay que amar la fotografía, hay que vivir la fotografía 24 horas al día”, agregó.

Con más de ocho décadas de existencia, Salgado tiene claro que los próximos años de su vida no hará otro proyecto grande, aunque continuará con la fotografía. “Hoy estoy viajando adentro de mi propia vida, ¿entiende? Y fotografiando. Mi cámara está aquí conmigo, fotografío mucho. ¿Entiende? Continúo, pero un proyecto a largo plazo, no puedo más”.