Ciudad de México, México, 5 de agosto. En el marco del 50 aniversario luctuoso de la escritora Rosario Castellanos, una de las escritoras más importantes del siglo XX, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) y el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, realizaron el conversatorio Rosario Castellanos, 50 años de su legado, el cual fue protagonizado por la poeta Sara Uribe.
La autora de Rosario Castellanos. Materia que arde (2023) afirmó que su primer acercamiento con la obra de la escritora capitalina fue a los 13 años con Bella dama sin piedad y otros poemas (1984), una antología que le reveló a Sara Uribe la fascinación de Castellanos por el presente y la nostalgia del pasado, en un lenguaje que Uribe podía comprender a su corta edad.
“Esto tiene que ver con que los poemas recogidos ahí hablaban sobre diferentes modos de ser mujer, poemas que hablaban también un poco de sublevarse de aquello que nos habían dicho que teníamos que ser las mujeres, todo esto con un lenguaje coloquial”, indicó.
Aunque su interés inicial fue la poesía de Rosario Castellanos, Sara Uribe afirmó que en los cuentos, ensayos y novelas de esta autora considerada una de las pioneras del feminismo mexicano se observa el tránsito de la poética a la narrativa: “Yo empecé a viajar en las cartas de Rosario Castellanos, después vino su narrativa, su ensayo. (…) Al principio y gran parte de la escritura de Balún Canán (1961) es altamente poética, es como si estuviera transicionando -y de hecho así fue- de la poesía a la narrativa”.
La coordinadora de la Cátedra Extraordinaria Rosario Castellanos de Literatura y Géneros en la UNAM señaló que el universo narrativo de la autora de Ciudad Real (1960) se centra en narrar dos aspectos de su visión literaria: “Si en su poesía estaba atenta a aquellas cosas poco visibles, como los fantasmas y la ausencia, en la narrativa su mirada se dirige hacia aquellas realidades vulnerables: las opresiones a los pueblos originarios y sobre las mujeres”.
Al respecto, la autora de Antígona González (2012) resaltó el perfil feminista de Rosario Castellanos en obras como El eterno femenino (1975) donde plantea la reescritura de personajes femeninos icónicos; así como en las columnas publicadas en el periódico Excélsior entre 1964 y 1974 -previo a su muerte-, donde se plasma su trayectoria como mujer feminista: “Como muchas mujeres feministas al inicio, hay una reticencia a admitir, a formar parte, pero en sus últimas columnas ella lo dice textualmente ‘si hay una causa que yo me arrastraría hasta el ridículo, es el feminismo’”.