Presentan libro clave para la arqueología mexicana

Reúne textos de Eduardo Matos y Leonardo López Luján

Redacción
Cultura
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(FIL Minería).

Ciudad de México, México, 4 de marzo 2025. Lorenzo Boturini, Carlos de Sigüenza y Góngora, Guillermo Dupaix y Antonio de León y Gama son algunas de las personas que influyeron en la arqueología mexicana. Sus contribuciones a esta disciplina están recopiladas en el libro Arqueología mexicana, sus orígenes y proyecciones (El Colegio Nacional, 2024), de Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján, miembros de El Colegio Nacional.

Los autores presentaron este volumen en el Salón de la Academia de Ingeniería del Palacio de Minería, durante la 46 edición de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

El libro reúne siete textos: cuatro de López Luján y tres de Matos Moctezuma. En estos artículos, los especialistas hacen un recorrido histórico por la disciplina arqueológica en la Nueva España, desde el siglo XVII hasta el XIX, etapa que constituye el antecedente de la arqueología contemporánea.

El volumen inicia con un capítulo escrito por Matos Moctezuma, donde el arqueólogo analiza las aportaciones de Sigüenza y Góngora y de Lorenzo Boturini, quienes compartieron su fervor por la Virgen de Guadalupe y su interés por las ciencias y las artes.

De acuerdo con Matos Moctezuma, la contribución arqueológica más significativa de Sigüenza y Góngora fue su intento por excavar en Teotihuacan: “la referencia de que estuvo allí nos la da Boturini”. En cuanto a Boturini, el galardonado con el Premio Princesa de Asturias explicó que el italiano llegó a la Nueva España tras naufragar en Veracruz. Su aportación radica en haber sido un coleccionista meticuloso de piezas precolombinas.

Al regresar a Europa, su barco fue atacado por piratas y, al llegar a España, fue encarcelado por haber viajado a la Nueva España sin el permiso de la Corona. Durante su reclusión, escribió La idea de una nueva historia general de la América septentrional (1746), donde ofrece una descripción detallada de las más de 300 piezas que recopiló en su viaje.

Matos Moctezuma también abordó el trabajo de José Antonio Alzate y Antonio de León y Gama, destacando su contribución al descubrimiento de la Piedra del Sol. Este hallazgo se produjo tras los trabajos ordenados por el segundo conde de Revillagigedo en el actual Zócalo de la Ciudad de México. Las autoridades virreinales dispusieron que la pieza fuera colocada en la torre poniente de la Catedral Metropolitana, con el fin de demostrar a los detractores de España que la civilización mesoamericana “no era de pueblos bárbaros”.

Sobre el hallazgo de la Coatlicue, Matos Moctezuma señaló que la escultura fue depositada en uno de los patios de la Real y Pontificia Universidad, donde los indígenas acudían a rendirle reverencia. Para evitar estos actos de idolatría, la Iglesia ordenó sepultarla nuevamente. Dos siglos después, Matos Moctezuma gestionó la colocación de placas conmemorativas en los sitios donde fueron halladas estas piezas.

Leonardo López Luján expuso que las noticias sobre los hallazgos arqueológicos de Pompeya y Herculano, a mediados del siglo XVIII, llegaron a la Nueva España mediante hojas volantes. El interés por el pasado remoto en Italia motivó las primeras excavaciones arqueológicas en el actual territorio mexicano.

“Estas publicaciones no trataron de la arqueología mesoamericana ni de las grandes civilizaciones de nuestro pasado remoto, como los olmecas, los zapotecas o los mayas, sino de las excavaciones que en ese momento se realizaban en el sur de Italia”, explicó López Luján.

Según el también director del Proyecto Templo Mayor, a la Nueva España también llegaron libros sobre los descubrimientos en Herculano y Pompeya, los cuales inspiraron el aprecio por rescatar las antigüedades.

En este contexto, “Antonio de León y Gama, anticuario y astrónomo, habló sobre Herculano y Pompeya, y sugirió que se debían realizar excavaciones similares en la Ciudad de México, particularmente en el Zócalo”. Otro personaje clave en el desarrollo de la arqueología en México fue Guillermo Dupaix, capitán de dragones al frente de la Real Expedición Anticuaria de 1805, encargada por el rey español Carlos IV.

López Luján detalló que Dupaix recorrió diversas regiones de México, como Veracruz, Xochicalco y la Ciudad de México, y registró gráficamente sus hallazgos. Aunque carecía de una educación formal en artes plásticas, capturó con gran detalle piezas que hoy se encuentran en el Museo Nacional de Antropología e Historia.

El libro Arqueología mexicana, sus orígenes y proyecciones, de 307 páginas, está ilustrado con imágenes históricas y análisis gráficos detallados de piezas fundamentales. Según sus autores, este volumen es un “testimonio del pasado arqueológico, así como de los desafíos y logros en su preservación”.