Piedad Bonnett. La mujer incierta. Alfaguara. 250 pp.
A veces no hay más que abrir la gaveta de la memoria para que todo fluya. Ese fue el método que utilizó Piedad Bonnett (1951) para escribir La mujer incierta, su libro más reciente.
No es la primera vez que la colombiana se acerca al testimonial; anteriormente lo hizo con Lo que no tiene nombre, escrito a partir de la muerte de su hijo Daniel. Sin embargo, ahora la autora de 74 años y ganadora del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana hace un recuento de daños. A lo largo de las páginas habla de su infancia, sus padres —ambos vivos—, sus hijos, su vida en la academia y en la literatura, pero también sobre los cambios en la situación de la mujer.
En su relato no hay melodrama ni victimismo, todo lo contrario, lo hace de una manera transparente, casi sin adjetivos, aunque eso sí, con sentimiento y ánimo, mucho ánimo, de conocer más de la condición humana.
Más que seguir un orden cronológico, Bonnett hila un conjunto de recuerdos, seguramente los que más la marcaron. Más que tomar partido sobre familiares, lo que hace es espejear una época pasada con la presente a fin de construir un mosaico de lo que hoy se ha conseguido en materia de equidad, pero no solo eso. Su testimonio lejos de apelar a un ajuste de cuentas pone las cosas en perspectiva.
Vivir para la literatura
Con un tono emotivo, sí, pero no melodramático, la narradora nos lleva a reflexiones sobre lo que implica el cuerpo y sus mutaciones. Al mismo tiempo hace una aproximación a cuestiones como la presencia de los padres, en este sentido el testimonio se intercala con pasajes en los que Piedad Bonnett visita a papá y mamá.
Digno de destacar es la dimensión ética de La mujer incierta. Lejos de juzgar, la narradora expone situaciones y circunstancias, y es el lector quien deberá sacar conclusiones. Es respetuosa con su hermana cuando cuenta un episodio complejo con un hombre que pide una dirección y lo es también al hablar de conocidos. Cuando lo que cuenta es el hecho, los nombres y los calificativos sobran, esto lo sabe Bonnett y lo lleva hasta las últimas consecuencias.
En conclusión, el testimonio si bien es autobiográfico, es ante todo una indagación sobre sí misma, pero una indagación muy personal en la que la autora va a pecho descubierto y a través de la cual nos habla de una época pasada, pero también del costo que supone vivir para la literatura.
Otros títulos de Piedad Bonnett son: Donde nadie me espera y Qué hacer con estos pedazos.
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