El 5 de abril el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en la capital del país, fue el escenario del Piano Day en México: una fiesta dedicada al rey de los instrumentos musicales.
La iniciativa tiene su origen en Alemania, cuando hace diez años el músico Nils Frahm inauguró una serie de conciertos, clases magistrales y conferencias a cargo de reconocidos pianistas, promotores y amantes del instrumento para conmemorar esta máquina a la que durante más de tres siglos le han dedicado más horas de ingeniería que a una nave espacial.
Por tercera vez consecutiva el festival, conmemorado alrededor del día 88 del año —en honor al número de sus teclas—, se presentó en México gracias al esfuerzo del compositor y multiinstrumentista Daniel Aspuru, quien en esta ocasión tocó música de su autoría acompañado del cuarteto de cuerdas Polaris, integrado por Sam Salgado y Gregory Diorditsa en los violonchelos, y por Dann Salgado y Alicia Hernández en los violines.
En exclusiva para Vértigo, el declarado “amante del piano” contó que supo de esta propuesta porque muchos artistas que admiraba eran participantes regulares del evento, de modo que no dudó en hacer lo que estuviera a su alcance para que México se uniera a la fiesta.
Viaje sensorial
“Mi música no es nada compleja, es más bien emocional. Te pega directo al corazón y es para todos los públicos”, confesó Aspuru, quien agregó que el concierto fue “un espacio para que los oyentes pudieran conectar consigo mismos”. Algo así como “un oasis en medio de toda esa vorágine de cosas y de ruido que vivimos en esta caótica ciudad”.
Las composiciones que se presentaron están inspiradas en la música minimalista de Philip Glass, Max Richter, Ólafur Arnalds, Hania Rani y Joep Beving. De esa tradición, lo que el músico recuperó es el efecto de tranquilidad que produce. “Trato de hacer canciones que causen eso en las personas. Cuando escucho ese género me relajo mucho, me da paz y calma. Incluso, me puedo poner, no sé, a lavar los trastes y me permite conectar y reflexionar un poco”.
El concierto fue un viaje sensorial y afectivo, algo que el multiinstrumentista tomó en cuenta a la hora de seleccionar las piezas elegidas. “Lo que escucharon entra en el género del minimalismo, sí, pero más allá de eso me propuse crear algo que produzca emociones y logre traspasarte, pues puede haber música minimalista o muy compleja, pero que no te transmite nada”.
El festival no fue solo una celebración dedicada al piano “a secas”, sino que “los encargados de organizarlo en distintos países del mundo —siendo México el segundo en Latinoamérica— ven a esta máquina como un núcleo creativo con el que se puede experimentar con otro tipo de herramientas y mezclas”.
Justo por ello el compositor fusionó el piano con la música electrónica. Para lograrlo, el instrumento estuvo equipado con unas pastillas que modificaron su sonido, de modo que se pudo escuchar el piano, “pero (como si estuviese) dentro de una catedral, por ejemplo, con una reverberación muy larga, algo así como una burbuja que se expande y luego se revienta”.
También utilizó sintetizadores analógicos y ritmos electrónicos con una tecnología que se llama live looping, “que es la grabación de muestras de audio que se reproducen una y otra vez, como si el sonido girara en un bucle infinito”.
A través de la mezcla de esos elementos, sumada a las cuerdas de los violines y de los violonchelos haciendo “armonías y melodías”, el concierto, mencionó Aspuru, “juntó lo mejor de todos los mundos”.
Por si eso no fuera suficiente, el evento estuvo equipado con audio cuadrafónico, un sistema que reproduce los sonidos divididos en cuatro altavoces, uno en cada extremo de la sala. A diferencia del formato estéreo, “que normalmente viene de dos bocinas ubicadas frente a los espectadores”, esta tecnología crea el efecto de que lo que escuchas “te puede llegar por todos lados”, lo que produce la sensación de que “el instrumento te rodea todo el cuerpo”. Con esta producción técnica, Aspuru busca que los asistentes “realmente se sientan dentro de la música”.
Además, para reforzar la atmósfera inmersiva, el concierto contó con unas pantallas digitales gigantes que proyectaron imágenes y contenido visual que a su vez potencializó el efecto envolvente de la música.
La escenografía e iluminación estuvieron a cargo de Philippe Amand, mientras que el ingeniero Chacho Peniche fue el encargado del sonido.
Amante del piano
Con 30 años de trayectoria, Daniel Aspuru se ha destacado como intérprete de piano, saxofón, batería, clarinete, bajo y tabla hindú.
Su habilidad y talento le han permitido presentarse en todo el mundo, tanto en solitario como con su banda El Gabinete y con Nine Rain, al lado de Steven Brown.
Es autor de 12 álbumes, algunos de ellos editados en sellos internacionales.