HERNÁN CORTÉS, NI ÁNGEL NI DEMONIO

Cultura
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Hernán Cortés

“Quiero contar otra historia de Hernán Cortés porque México la necesita”, dice Juan Miguel Zunzunegui en las primeras páginas de su libro sobre uno de los personajes más polémicos y menos queridos de nuestro país.

En Hernán Cortés. Encuentro y conquista, el autor invita a pensar esta figura no como ese “hombre deforme, jorobado, sifilítico y contrahecho”, descrito por Diego Rivera, o como aquel “saqueador, ladrón, asesino, ignorante, salvaje” y causante de todos los problemas que hoy, a casi cinco siglos de su muerte, aquejan al país.

Para acercarse a él, no basta con saber algunos aspectos de su biografía: “Hay que conocer la historia de su historia. Esto es, saber quiénes fueron los responsables de contar esos mitos, en qué época y con qué fin”, menciona Zunzunegui en entrevista para Vértigo.

Cuenta el autor que, por ejemplo, de su vida se oculta que provenía de una familia de nobles, que fue hijo único al que nunca se le negó nada, un hecho impensable para el siglo XVI: “Cortés fue el equivalente a un niñito berrinchudo que quería que se cumpliera lo que su santa voluntad. Pero sin eso ¿cómo conquistas un imperio?”, se cuestiona.

Todavía más: tuvo el privilegio de estudiar en la Universidad de Salamanca —la escuela de estudios superiores más antigua de España—, fue jurisconsulto y latinista, lo que ya estando en Mesoamérica “le permitió, a través de una estrategia legal, fundar Veracruz, poniéndose directamente por debajo de Carlos V y encima de Diego de Velázquez”.

Además, dicho personaje “citaba a Salustio con soltura, pues fue escribano, un hombre —¿por qué no decirlo?— valiente y brillante, que luchó contra la Inquisición y se indignó terriblemente por la destrucción de Tenochtitlán. Además, tuvo un amor profundo por Marina, y tal vez todavía más por Martín, su hijo, a quien le puso el nombre de su propio padre. Murió en España deseando regresar a México, pero no pudo...”

Nuestro país, afirma el también doctor en Humanidades, es lo que es “por la vida y obra de Hernán Cortés, así como por la vida y obra de Moctezuma, Cuitláhuac y Cuauhtémoc, de los tlaxcaltecas y todo el legado mesoamericano, de Colón y Tlacaélel, de los Reyes Católicos y de Itzcóatl, de Nezahualcóyotl y Platón, de Teotihuacán y de Roma”, apunta.

Otra cara de la historia

“Es muy triste que en el mundo moderno usemos la historia para recordarnos los conflictos, los enemigos, y los odios del pasado”, dice Zunzunegui, quien señala que contar la historia de este modo “nos condena y esclaviza, pues ahí donde podríamos ver el nacimiento de México preferimos ver la Conquista, ahí donde podría haber mestizaje vemos genocidio”.

Resalta que a causa de esta lectura poco inocente de la llamada Conquista —en la que no hay “hechos desnudos, provistos de significado, sino interpretaciones de estos muy a la Nietzsche— es que nos han educado para sentir vergüenza de nosotros mismos”, pues “los mexicanos de hoy somos el desenlace de ese encuentro y de esos conflictos que tanto repudiamos”, explica el entrevistado, quien además es un estudioso de la Filosofía y las religiones.

Autor de varios bestsellers, afirma que el problema de esa visión histórica es que “no se puede sacar un país adelante contándole esa basura. Es como si le dijeras a un niño: ‘mira, hijo, el cabrón de tu padre atravesó el océano, violó a tu madre, le robó su oro, se regresó y te dejó pobre para siempre’”.

Para él no es casualidad que a partir de esas interpretaciones se construyan ciertas realidades: “De ahí que nos contemos una historia donde estábamos destinados a ser los más fregones de la galaxia, pero por culpa de los españoles, ahora somos lo que somos”.

Al no tomar la responsabilidad de nuestros actos “básicamente asumimos que la decadencia, la miseria y la podredumbre de México no es algo que podamos cambiar, pues es culpa de un acontecimiento que sucedió hace 500 años”.

Como ejemplo de lo anterior, el autor recuerda que la expedición del llamado “conquistador” no fue una expedición militar sino “una empresa privada del propio Cortés. Tan es así que vendió todo lo que tenía para comprar los once barcos que llenó de caballos, gallinas, bueyes, burros y semillas —que no de armas y ejércitos—, pues Cortés no exploró para conquistar: exploró para quedarse”.

Ante ese desolador panorama, en donde la historia se usa para “regenerar conflictos”, el escritor propone que ese conocimiento sea utilizado para “comprender el pasado, perdonar, y soltar”, pues está convencido de que “solo desde ahí es posible construir un futuro diferente”.

Si somos “lo que decimos ser y si todos los pueblos cuentan mitos, narrativas que apuntan a la cohesión de la sociedad y al engrandecimiento de la nación, ¿por qué no contarnos una historia distinta? Una libre de caídas, derrotas y eternos conflictos”, concluye Zunzunegui.

RECUADRO

Ciudadano del mundo

Juan Miguel Zunzunegui es un escritor y conferencista reconocido por publicar más de 20 libros sobre algunos de los episodios más relevantes de la historia de México.

Con un estilo de escritura gentil y ameno para todos los públicos, el autor ofrece una perspectiva distinta a la oficial, debido a su enfoque crítico y revisionista.

El autonombrado ciudadano del mundo, por tener ancestros mexicanos, españoles, austriacos y otomíes, es autor de los bestsellers Falsificar la historia (2023), Los mitos que nos dieron traumas (2012), El misterio del águila (2010), entre otros.