OTRA ÉPOCA

Cultura
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Libros 2025

Carlos Boyero. No sé si me explico. Espasa. 195 pp.

Hace unos años, varios ya, en que los jueves decenas de personas nos sentábamos ante la computadora para leer los chats de Carlos Boyero (Salamanca, 1953), el crítico de cine español más corrosivo de los últimos 30 años.

Desde la mesa de redacción de los periódicos donde escribía —él mismo se reconoce como analfabeta tecnológico—, Boyero se ocupaba de responder preguntas, algunas auténticos disparates.

El caso es que para todos tenía respuestas incómodas, incorrectas, pero siempre honestas y llenas de un humor involuntario que solía hacer más llevaderos los días.

Quienes hemos seguido las columnas o comentarios del crítico sabemos que es un hombre que no pertenece a esta época, cosa que queda demostrada en No sé si me explico, una suerte de memorias escritas en colaboración con el periodista Borja Hermoso.

Boyero creció en una época en que España vivía bajo la dictadura franquista y aun así encontró la forma de abastecer sus inquietudes artísticas, de entretenimiento y demás. Nunca lo hizo con actitud de víctima; es más, ostentaba cierto cinismo que todavía refrenda.

Sin remordimientos

Fue el director Fernando Trueba quien lo encaminó al mundo del periodismo. Comenzó con una columna de vida nocturna en la época de la conocida “movida madrileña”. En el libro Boyero no se anda con medias tintas y admite lo que tiene que admitir sin arrepentimiento. Poco después comenzó a colaborar en radio y a escribir en diarios sobre cine; en poco tiempo se convirtió en la voz más influyente de la crítica cinematográfica de su país.

Si su comentario sobre una película era negativo, la venta de boletos en taquilla lo resentía. No fueron pocas las ocasiones en que las distribuidoras presionaban mediante publicidad para rasurar sus comentarios. Incluso Pedro Almodóvar, en compañía de decenas de cineastas, enviaron una carta al periódico El País solicitando que despidieran a Boyero; por supuesto, el diario no aceptó. Quien piense que la censura solo existe en el periodismo político se equivoca.

No sé si me explico se puede leer como un libro de anécdotas, que las hay y muchas, pero sobre todo refleja una forma de ver al periodismo y al mundo. Al autor le tocó una época donde asistir a festivales de cine era glamouroso hasta para la prensa. Ahora muchos colegas necesitan pagarse sus viáticos y la crítica se limita a poner estrellitas, salvo algunas excepciones. Le tocó una época donde no había que cuidarse tanto como ahora de lo que se escribe producto del progresismo Woke.

Es verdad que vivimos en una época distinta y que hemos avanzado en muchas causas y derechos, pero hay otras en las que se ha retrocedido. Si busca un libro que no provoque ni cuestione sus valores, este no es el título indicado; en cambio, si busca una obra que muestre a un hombre que se exhibe tal cual y asume el costo de vivir a su manera, adelante.

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