Proveniente de la palabra náhuatl huipilli, que significa blusa o vestido adornado, el huipil se ha convertido en uno de los elementos más representativos de la cultura mexicana. No obstante, su uso ha sido una tradición por siglos entre las mujeres indígenas, y la carga simbólica y social que tienen los bordados que los adornan difieren según la comunidad que lo usa.
Con el objetivo de difundir la belleza de estas prendas y celebrar a las mujeres artesanas que se han encargado de preservar esta tradición textil, el Museo Nacional de las Culturas Populares (MNCP) exhibe Mujer huipil. Urdimbres y puntadas, una muestra con más de 200 piezas, entre las que se incluyen telares, fotografías, muñecas y 60 trajes típicos provenientes de las comunidades totonaca de Veracruz, rarámuri de Chihuahua, otomí de Querétaro, mazahua del Estado de México, entre otras.
Para Amparo Rincón, curadora de la exhibición, más allá de ser una simple prenda, el huipil se convierte en un elemento identitario para quien lo usa; se convierte en una suerte de segunda piel capaz de contar su historia personal o la de su comunidad. Así, aunque en tiempos recientes se ha comenzado a comercializar de forma masiva, al grado de que empresas trasnacionales han plagiado diseños de algunas comunidades indígenas, hay un aspecto íntimo y cultural que no debe ser olvidado.
Según explicó la directora del MNCP, Yessica Morales Vega, las mayorías de las piezas textiles forman parte del acervo del recinto, aunque algunas otras instituciones como el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart) y el Museo Nacional de Antropología (MNA) también colaboraron para la exhibición.
Además, Morales Vega señaló que la idea detrás de Mujer huipil es poder rendir “un homenaje a las mujeres transmisoras de dicha prenda, que a través de los textiles y diferentes iconografías muestran su cosmovisión, su historia, sus tradiciones y el legado que han recibido de generación en generación”.
Por si fuera poco, la encargada de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), Adriana Hernández Ocampo, señaló que algunas de las piezas de la exposición se exhibieron el año pasado en Lisboa, Portugal; una muestra del compromiso institucional por difundir la cultura mexicana.
“Es importante que con esta muestra, con cada urdimbre y puntada reconozcamos el trabajo de las mujeres artesanas, que son mujeres que día a día transmiten estos saberes tradicionales a través de técnicas, de su lengua y todo lo que tiene que ver con el lenguaje iconográfico”, destacó.
De igual manera, la apertura de la muestra se enmarca dentro de la conmemoración de tres fechas: el Día Nacional del Huipil, que se celebró el 7 de marzo; el Día Internacional de la Mujer, conmemorado el día 8; y el Día Internacional de la Artesana y el Artesano, celebrado el 19. Además de que forma parte de los múltiples eventos que festejan al 2025 como el Año de la Mujer Indígena.
Tradición textil
Además de los 66 huipiles, destacan de entre las piezas una serie de fotografías realizadas por Walter Reuter, en las que se retratan a mujeres indígenas que tejían. Reuter fue uno de los fotoperiodistas más importantes del siglo pasado y, en nuestro país, se encargó de retratar en más de 35 mil imágenes a las distintas comunidades indígenas. Más aún, en 1946 viajó a Oaxaca con el escritor Juan Rulfo como parte del proyecto Papaloapan.
La serie de 44 imágenes fue donada al MNCP por el propio Reuter, quien falleció en 2005 a la edad de 99 años. Así, la colección se titula “Las mujeres en la vida de Walter Reuter”, pues fueron las mujeres las que lo alimentaron durante sus viajes por México. Muchas de sus fotografías muestran a mujeres cocinando, tejiendo o realizando otras actividades cotidianas y constituyen, a su vez, un testimonio visual e invaluable de la indumentaria en distintas regiones de nuestro país.
Mujer huipil está dividida en cuatro ejes temáticos. El primero, Prendas que identifican, exhibe piezas textiles que forman parte de la colección del MNCP y que subrayan la relevancia de las prendas como elementos identitarios de las culturas indígenas. El segundo, Mujer y huipil, explora el papel fundamental de la mujer como guardiana y transmisora de la tradición textil nacional; además, exhibe enaguas elaboradas en telar de cintura y otras blusas que, aunque se elaboran con tela industrial, son representativas de pueblos en Veracruz y Morelos, por ejemplo.
El tercer núcleo, Trama y urdimbre: técnicas, procesos y materiales, profundiza en las técnicas de hilado con huso y malacate, así como en el brocado, el teñido del hilo y los distintos tipos de telares. Además de que se presentan trajes típicos infantiles que ilustran la evolución y la preservación de los textiles, esta sección resalta el carácter femenino de los huipiles, pues son las mujeres quienes los elaboran, los transmiten y quienes los portan.
De esta sección destacan algunas piezas como el huipil triqui, adornado con una mariposa y dos listones que cuelgan en la parte trasera de la prenda a manera de alas; una forma de simbolizar la transformación de una niña en mujer. También resalta el huipil ceremonial de San Andrés Larráinzar, que retrata a la fauna local como figuras protectoras de la comunidad. En ambos casos, el huipil aparece como un reflejo de la identidad y la cosmovisión de sus comunidades.
El último eje, Herencia y continuidad de una tradición, busca continuar promoviendo y distribuyendo huipiles a través de la venta, misma que se realiza en colaboración con el Fonart y que permanecerá abierta hasta el final de la exposición, en agosto de este año.