William Friedkin, uno de los directores más famosos y destacados de los años setenta y ochenta, murió este lunes a los 87 años en Los Ángeles, California.
Nacido en Chicago en 1935, Friedkin se dio a conocer gracias a su trabajo en el filme de terror El exorcista (1974), una de las películas de culto más aclamadas del siglo XX, así como por The French Connection (Contra el imperio de la droga ) de 1972, con la que ganó cinco premios Oscar, entre ellas el de mejor película y mejor director, el único de su carrera.
Su fallecimiento fue confirmado por el deán de la universidad de Chapman, quien además es amigo de su esposa, la productora y exdirectora ejecutiva de Paramount Sherry Lansing. Friedkin pertenece a la generación de modernizadores del cine de Hollywood que llegaron a las salas en la década de los sesenta y setenta, al lado de otros grandes realizadores como Brian de Palma, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Michael Cimino. Durante su larga carrera, Friedkin se aventuró en el cine documental y en la televisión.
Legado
La carrera del célebre director se basó, a lo largo de cuatro décadas, en cuatro decenas de películas. Su edad dorada tuvo lugar desde principios de los sesenta hasta finales de los noventa. El cine oscuro, a menudo con las ciudades de EE.UU. de fondo, fue su firma.
Empezó su carrera en 1962 con telefilms como The People vs. Paul Crump (El pueblo, la fiscalía, contra Paul Crump), así como capítulos para algunas series, y rápidamente su carrera fue en ascenso. Eso le permitió dirigir su primera película, Buenos tiempos, que sería una nota discordante con respecto al resto de su carrera: era un musical con Cher y Sonny Bono, en 1967. Poco después llegó su primer gran éxito en la pantalla grande, en 1970, gracias a la adaptación al cine de la obra de teatro Los chicos de la banda, una de las primeras películas comerciales en Estados Unidos en mostrar abiertamente la homosexualidad, ´pues en ella, un grupo de amigos gais le llevan como regalo a uno de ellos a un joven prostituto, pero la fiesta comienza a enturbiarse con el alcohol y con juegos peligrosos. Tras este proyecto, a Friedkin se le abrieron las puertas del cine comercial estadounidense y llegaron, casi seguidos, sus dos grandes éxitos.
Contra el imperio de la droga, un thriller policíaco con Nueva York de fondo, fue la película del año en 1971, con las interpretaciones de Gene Hackman (ganador de un Óscar y un Globo de Oro por su papel de Jimmy Doyle), Roy Scheider y, sorprendentemente, el español Fernando Rey, con quien mantuvo una intensa amistad. Asimismo, gracias a su trabajo en la película, Friedkin obtuvo el Oscar a mejor director, ganando ni más ni menos que a Peter Bogdanovich por La última película (1971) y a Stanley Kubrick por La Naranja Mecánica (1971). El título le dio pista libre para hacer la que sería la obra cumbre de su carrera en 1973: El exorcista. Fue él quien quiso a Max Von Sydow como el padre Merrin, en vez del reconocido actor Marlon Brando, pensando que la entonces superestrella acapararía demasiado protagonismo en un filme que él pretendía más coral.
De igual forma, llegó a lograr una docena de nominaciones al Oscar, entre ellas mejor película, director, guion, actriz principal y de reparto, así como actor de reparto, alcanzando únicamente el de mejor guion adaptado —lo logró William Peter Blatty, que también había escrito la novel original— y mejor sonido.
Su gran filme de terror (El Exorcista) lo situó en el olimpo de los grandes directores de cine de todos los tiempos y le supuso un puñado de premios y reconocimientos, incluidos varios premios de honor: el de Palm Beach en 2000, Locarno en 2009, Karlovy Vary, en República Checa, en 2014, o el de honor de Sitges en 2017. Desde agosto de 1997 tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Por si fuera poco, Friedkin inauguró el festival de cine de Venecia en agosto de 1013 con el pase de Carga maldita, película que dirigió en 1977. Entonces, en el día que cumplía 78 años, recibió el León de oro por toda su carrera como cineasta. “Revolucionó géneros populares como los policiacos o terror”, afirmaba entonces Alberto Barbera, director del festival.
Friedkin también tenía una fuerte conexión con Italia por el mundo de la ópera, del que era un gran conocedor. Tanto que en 2017 el director italiano Federico Salvetti realizó un documental llamado Puccini y yo donde narraba su pasión por este compositor y músico italiano. Este hecho le valió en 2016, ser reconocido con un premio por su pasión operística en la localidad italiana de Lucca.
En su última película, El diablo y el padre Amorth (2017), intentó filmar un exorcismo real, como llevaba esperando durante 45 años. En primavera de 2016, mientras estaba en ese viaje en Italia y gracias a la intervención de un amigo teólogo en Roma, consiguió una cita con el padre Gabriele Amorth, el exorcista de El Vaticano durante más de tres décadas, lo cual resultó ser un gran fan de El exorcista. Esto le permitió grabar un exorcismo a una mujer llamada Cristina, que luego convirtió en película documental con la ayuda de testimonios de expertos, psicólogos y médicos. “Entiendo que haya escépticos. Yo no lo soy”, dijo en abril de 2018, durante la promoción de la que sería su última película.