LOS CINCO DIABLOS MEZCLA DRAMA FAMILIAR CON THRILLER SOBRENATURAL

Francisca Yolin
Cultura
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La guionista y directora francesa Léa Mysius (guionista de Claire Denis y Jacques Audiard) ofrece una atractiva cinta de brujería con relaciones queer y problemas familiares en Los cinco diablos. En este, su segundo largometraje, cuenta una historia sobre racismo, sexismo, provincianismo y homofobia, todo ello dentro del atractivo remolino de un thrillersobrenatural.

Sally Dramé interpreta a una niña de ocho años llamada Vicky, quien crece en el pintoresco pueblo al pie de los Alpes donde su madre, Joanne (Adèle Exarchopoulos), fue campeona de gimnasia y abeja reina en su juventud.

Ahora Joanne se dedica a enseñar gimnasia acuática a los ancianos en la piscina local. Vicky es birracial —su padre, Jimmy (Moustapha Mbengue), es bombero y originario de Senegal—, lo que la convierte en blanco de acosadoras. En soledad, es una hija única que disfruta de su propia compañía y se dedica a coleccionar objetos en frascos por los recuerdos que le evocan sus olores. Tiene un sentido del olfato sobrenatural.

Dramé tiene una presencia intrigante y una sabiduría superior a la de su edad, pero su interpretación no tiene nada de cursi o precoz.

La sencilla vida de la familia se ve alterada cuando la hermana pequeña de Jimmy, Julia (Swala Emati), regresa tras una década de ausencia. Su llegada también causa conmoción en el pueblo, donde no solo tiene mala fama sino además es una paria por un acto devastador que cometió hace mucho tiempo. Joanne y Julia están en tensión desde el principio.

Contrastes visuales

Pero Vicky no tarda en descubrir que tiene una conexión inesperadamente poderosa con esta pariente a la que nunca había conocido. Al oler la ropa y los objetos personales de Julia se desmaya y se traslada al pasado, donde puede echar un vistazo a su futura madre, su padre y su tía en momentos cruciales de su historia común. Es un concepto interesante, pero que como estructura tiene algunos fallos en su lógica interior.

Solo Julia puede ver a Vicky durante estos interludios en el pasado. ¿Por qué no le dice nada a la niña en el presente, ya que todos viven bajo el mismo techo? Nos queda la duda: ¿sabe Julia en el presente que Vicky está invadiendo su pasado? Y cuando Vicky trae objetos de acontecimientos que ocurrieron hace una década, ¿qué impacto tiene eso en las experiencias compartidas de todos?

Mientras reflexionamos sobre estas cuestiones, al menos podemos apreciar el espectacular paisaje. Trabajando con el director de fotografía Paul Guilhaume, que también es su coguionista, Mysius crea contrastes visuales vibrantes que cuentan una historia por sí solos.

A medida que la película se adentra más en el terreno de los viajes en el tiempo, pierde fuerza y se acerca a un final excesivamente sentimental; pero hay más que suficiente intriga brujesca, una interesante realización cinematográfica y una serie de sólidas interpretaciones para mantener al espectador cautivado. Además, hay una escena de karaoke inolvidable.