El Colegio Nacional, en colaboración con el Centro Ricardo B. Salinas Pliego y Arte & Cultura, presenta la exposición Correspondencias. Diálogos entre la letra y la imagen, integrada por obra artística original de escritores mexicanos o piezas alusivas a ellos en distintas técnicas y formatos.
Desde Octavio Paz, pasando por Carlos Fuentes, Alfonso Reyes, José Emilio Pacheco, Fernando del Paso y Salvador Elizondo, hasta escritores actuales como Francisco Hernández, Alberto Blanco y Jorge Esquinca, se ofrece un mosaico de autores mexicanos que incursionaron de diversas maneras en el lenguaje plástico.
Sergio Vela, director de Arte & Cultura, destaca que el montaje fue concebido por Vicente Quirarte y Vicente Rojo. “Presenta una serie de ejemplos de las incursiones de escritores en las artes visuales y da cuenta del vínculo histórico entre la imagen y la palabra. Recordemos que la escritura en sus albores empezó con pictogramas y es a partir de ahí, aunada a esta idea de que la pintura es poesía muda, que esta exposición se vuelve algo muy importante”.
Vicente Quirarte, escritor e integrante de El Colegio Nacional, recuerda que Vicente Rojo comenzó a desarrollar el proyecto, pero fue poco antes de su fallecimiento cuando se sumó a la iniciativa.
El recorrido permite apreciar diversas maneras en el lenguaje plástico, ya sea a través de la pintura, la caricatura, el libro de artista, el arte objeto, la fotografía, el collage u otras formas de expresión donde el escritor muestra constancia y dedicación, haciendo del lenguaje plástico otra segunda forma de comunión artística.
Para Quirarte “el artista posee una segunda mirada que le permite conocer lo que otros han querido ver; esta segunda mirada se demuestra en la concreción plástica”.
Agrega que ya sea por medio de collage, trazos, costuras, imágenes fotográficas o cuadernos intervenidos “la cuestión pragmática o inmediata convertida en obra de arte se trata de ocupar el espacio con herramientas más allá de las palabras, que le sirven al poeta como instrumento primario de expresión. El poeta busca el silencio. Al emprender su aventura con el lenguaje plástico propone respuestas que a su vez abren nuevas interrogantes, nuevas formas de dialogar con el otro”.
No es casual, puntualiza, “que los artistas reunidos en la última parte de la exposición Correspondencias… sean fundamentalmente poetas, es decir, que han practicado la forma literaria más exigente, la más pura, la más contundente. Los poetas presentes reflexionan sobre otras formas de mirar, su aventura rebasa los límites impuestos por la fortuna crítica”.
Los asistentes encontrarán una selección de caricaturas elaboradas por Carlos Fuentes o Augusto Monterroso, bocetos originales de los Topoemas y Discos Visuales de Octavio Paz y Vicente Rojo, así como libros de artistas como Carmen Boullosa, Kenia Cano y Myriam Moscona, entre otros ejemplos de experimentación plástica.
De la letra a la plástica
Para Boullosa los trazos funcionan como un laboratorio a través del cual encuentra su territorio. “Nunca quise ser pintora, la plástica es un espacio que pertenece a un espacio de silencio, a un territorio de silencio”.
Detalla que en su caso escribe a mano. “Manuscribo mis páginas desde muy jovencita, buscando cómo obtener mi voz, lo que yo quería decir, mi liga con la página, con la tinta; iba de hoja en hoja repitiendo el mismo texto, buscando encontrar cuál era la forma de ese texto, más que una correspondencia usando imágenes, usando las formas de las letras”.
A partir de los bocetos desechados por un artista fotorrealista neoyorquino, Boullosa explica su interés “por ese espacio del creador que no llegaba al otro lado de la obra terminada, de la obra ya fija, de la obra en imagen completa; me dio a mí la manera de entrometerme y jugar con mis propios borradores; a escribir una historia en un espacio que no estaba terminado y donde yo fijaba ese camino de la creación que es tan difícil de reproducir”.
Dice que “empecé a escribir cuando tenía 14, 15 años de edad; ahora tengo casi 68. En todos estos años de mi trabajo como escritora he usado la página como un espacio de exploración. Después incluso mis manuscritos finales los termino a mano, los corrijo a mano, pero al tiempo voy explorando sobre la página con la tinta, a veces con imágenes, sí mucho con tijeras, a veces en la novela que estoy trabajando”.
El poeta Jorge Esquinca participa con una serie de fotografías tomadas durante la noche en los alrededores de su casa, muy cercana al lago de Chapala, en Jalisco. “Con mi proximidad y mi fascinación por el agua estuve haciendo fotografías durante paseos al caer la noche en la ribera del lago de Chapala. Lo hice entre enero y febrero de este año, en muchos paseos y caminatas fotográficas, porque en ese momento la marea del lago se mueve, arroja los lirios hacia la orilla y crean una especie de estanque donde sueltan una especie de sustancia entre verdosa y amarillenta que va creando una suerte de espejismo visual”.
Esa aventura que, dice, “no quiere ser otra cosa que buscar una alternativa de expresión”, incluye dos maneras de caminar: “Una de ellas es cuando algo que uno está escribiendo, un pequeño poema, un ensayo, una columna para un diario, recibe una suerte de stop, de no puedo pasar; entonces hay que salir, hay que dejar la pluma y uno se va caminando con estas palabras que están atoradas, que están bloqueadas; el hecho de caminar de alguna manera influye en que ese bloqueo se destrabe y el flujo, el agua de las palabras, vuelva a tomar su cauce y aquello casi misteriosamente se resuelve”.
Pero hay otra manera, que “es la que me gusta más, que es cuando salgo a caminar sin palabras, sin pensar en palabras y salgo a caminar pensando en imágenes, pensando qué imagen voy a encontrar para atraparla, en la medida de lo posible, con la red de la cámara fotográfica; y eso me parece uno de los procesos más gozosos que puedo disfrutar en este momento de mi vida”.
Vicente Quirarte agradece la invaluable colaboración del Centro Ricardo B. Salinas Pliego y Arte & Cultura. Subraya que varias de las piezas incluidas se exhiben en público por primera vez. Además, Correspondencias: Diálogos entre la letra y las imágenes es una forma de mantener vivo el trabajo de Vicente Rojo, “con su entusiasmo contagioso y su energía infantil de siempre. El hecho de que también aparezca como curador no es un homenaje sentimental nada más, sino una demostración de que su actividad sigue viva”.