LA VOLUNTAD DE LA TIERRA: LENGUAS VIVAS EN POESÍA

“Sabemos, hablamos, caminamos y vivimos en las dos lenguas”.

Alejandra Moncada
Cultura
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Poesía

En una era en que las lenguas indígenas enfrentan el riesgo de desaparecer y las memorias comunitarias luchan por mantenerse vivas la antología La voluntad de la tierra. Poemas en lenguas originarias que se alzan en 22 voces se erige como un canto de resistencia cultural en defensa de la diversidad.

Más que una colección de poesía, este libro es un mosaico de voces que salvaguarda las tradiciones, los saberes y la riqueza de los pueblos originarios a través de las palabras de autoras y autores indígenas de América Latina.

Coeditado por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Cervantes de España, este volumen bilingüe reúne el trabajo poético de una veintena de autores que escriben en lenguas originarias.

Inspirado en un verso del poema Grito hacia Roma, de Federico García Lorca, el título de la obra, La voluntad de la tierra, evoca un llamado a la justicia y dignidad que resuena tanto en las luchas de los pueblos originarios como en la poesía lorquiana: “Porque queremos que se cumpla la voluntad de la tierra/ que da sus frutos para todos”.

La antología da voz a poetas de México y otros países de América Latina, representando una amplia diversidad de lenguas indígenas. De nuestro país, el libro incluye obras en maya peninsular, mazahua, mazateco, mixe, mixteco, náhuatl, otomí, purépecha, totonaco, tsotsil, zapoteco y zoque.

De otros países destacan el aimara (Bolivia), quechua (Colombia y Perú), kichwa (Ecuador), guaraní (Paraguay) y varias lenguas mayas de Guatemala, como kaqchikel, tz’utujil y q’anjob’al.

Entre las y los poetas mexicanos figuran nombres como Natalia Toledo, Juan Gregorio Regino, Francisco León Cuervo, Mikeas Sánchez, Florentino Solano, Ruperta Bautista, Rubí Tsanda Huerta, Juan Hernández Ramírez, Juventino Gutiérrez Gómez, Manuel Espinosa Sainos, Margarita León, y Feliciano Sánchez Chan.

Toledo, poeta zapoteca, forma parte de esta antología con dos composiciones que evocan las onomatopeyas de su lengua originaria. Por su lado, Sánchez Chan, poeta maya, aporta al libro un poderoso poema fundacional.

En entrevista con Vértigo ambos autores hablan acerca de su participación en La voluntad de la tierra y la riqueza de las lenguas indígenas.

Diversidad poética y lingüística

Uno de los poemas de Toledo se titula Para Francisco Toledo, pues la poeta afirma que hace tiempo, al descubrir en un vocabulario del siglo XVI de Fray Juan de Córdova onomatopeyas zapotecas ya en desuso, su padre la incitó a escribir un poema. Sin embargo, ella terminó realizando todo un libro y ahora, con esta oportunidad, aunque su padre no puede ser testigo de su creación decidió escribir dicha composición.

Al respecto, afirma: “El zapoteco está lleno de onomatopeyas. Cuando hablamos, hablamos con muchos sonidos que solo entre nosotros sabemos qué significan. Cuando alguien se avienta un clavado suena de una manera, pero no es lo mismo un clavado de un flaco al de un gordo; cuando das un puñetazo, cuando cierras la puerta, cuando entra el viento… En fin, tenemos esos sonidos actualmente en la lengua hablada”.

Por su lado, Sánchez Chan incluye en la antología el poema El primogénito, donde la voz que habla es de una mujer que le indica a su esposo qué hacer con el cordón umbilical de su hijo recién nacido. “Existe la creencia de que cuando se corta el cordón umbilical sobre una mazorca guardada para semilla, esta semilla se vuelve a guardar y llegado el tiempo se tiene que desgranar y sembrar en una milpa que está en el terreno donde está la vivienda, en una milpa pequeña, y dependiendo de la producción de esa milpa también es una especie de premonición de cómo le va a ir al hijo en la vida”, cuenta Sánchez.

Además de compartir sus creaciones literarias en su lengua originaria, los autores también las traducen al español para alcanzar a más público. Al momento de preguntarles qué significa para ellos navegar entre ambas lenguas y visiones del mundo, Toledo comparte que “con los sonidos del zapoteco mi cuerpo se acomoda de una manera; con los sonidos del español, de otra forma. Se me hace muy divertido y muy seductor entrar y salir de una casa a otra. Y eso es algo que me ha permitido cavar en las palabras como si fuera un topo, estar viendo de qué están hechas las raíces. Y creo que esa es la parte más bonita de ser poeta: sentir las palabras más que entenderlas”.

Sobre el mismo punto, Sánchez opina: “Siempre hemos asumido esa responsabilidad histórica de autotraducir nuestros textos. En primera instancia porque es un mensaje al resto del mundo para decir que nuestras lenguas son lenguas vivas, son lenguas creativas, lenguas actuantes, lenguas en las que uno puede expresar cualquier tipo de percepción y sensación. Por otro lado, es buscar un reconocimiento a la práctica literaria que no es nada nueva entre nuestros pueblos”.

Dentro de la literatura la poesía es probablemente el género que más evoca sensaciones, aromas, sonidos, sabores… y en las lenguas originarias esta característica parece realzarse aún más.

Para Sánchez el olor a tierra mojada es un anuncio de “el inicio de un ciclo más de la vida, y la vida en el universo entero, no solamente la posibilidad para nosotros de cultivar, sino de la tierra misma para regenerarse; todas las especies que dependen de la naturaleza: plantas, animales, aves, insectos, incluidos nosotros como humanos”.

En cuanto a gusto se refiere, Toledo afirma que “yo podría decir que mi poesía huele a mar. Si pudieras probarla creo que sabría a mar, a nona, a nanches, a palmeras, a cocos, a ese viento dulce y cálido, pero a veces marrón del Istmo de Tehuantepec cuando nos sacude.

La voluntad de la tierra no busca solamente preservar las lenguas indígenas, sino también promover una convivencia con base en el respeto a la diversidad cultural. Este esfuerzo editorial es un ejemplo de cómo la poesía puede ser un vehículo para el entendimiento mutuo uniendo las tradiciones indígenas de América con la tradición literaria en español, creando un espacio de diálogo intercultural que celebra lo que nos hace humanos.