MALINCHE: LA MUJER QUE FORJÓ SU PROPIO DESTINO

Martha Mejía
Cultura
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Malinche

En el Lienzo de Tlaxcala doña Marina aparece representada de manera más prominente que Cortés, destacando su relevancia en la historia de la Conquista.

Malinche, considerada una de las figuras más importantes de México, debe ser reconocida como una protagonista clave en la conquista de Tenochtitlán, sin necesidad de adjetivos calificativos: su acción y sus decisiones tienen un valor profundo, especialmente en una época tan violenta, dice a Vértigo el escritor y divulgador cultural Enrique Ortiz García.

“Su capacidad para tomar decisiones adquiere aún más relevancia al considerar que fue una mujer que se forjó a sí misma en un contexto histórico tan complejo”, agrega el autor del libro La Conquista para gente con prisa.

Con motivo del estreno del musical Malinche el 28 de marzo en el Frontón México, el escritor subraya la relevancia de este espectáculo, que busca generar un espacio de debate en torno a la figura histórica de doña Marina, como también se le conoce.

“El musical generará una polémica que hará que muchas personas, tal vez indiferentes o poco informadas sobre doña Marina y la conquista de Tenochtitlán, se interesen en investigar más sobre el tema. Este interés podría llevarlas a comprar libros, buscar artículos en internet, asistir a la obra y criticarla, ya sea de manera positiva o negativa. Sin duda, todo esto contribuirá al enriquecimiento de la cultura y la historia de México”, afirma.

Origen

Malinche, expone, nació entre 1504 y 1508, probablemente en la región de Oluta, Painala o Copainalá, cerca de Coatzacoalcos, Veracruz. Su familia era popoluca, por lo que su idioma —“y no su lengua”, aclara el escritor— era el popoluca, aunque también dominaba el náhuatl, posiblemente debido a que su padre pudo haber sido un diplomático del altiplano central o porque el náhuatl era el idioma predominante en Mesoamérica, gracias a la influencia mexica.

Además, hablaba maya chontal, idioma que aprendió después de ser esclavizada en Xicalango (hoy Campeche), un importante punto de contacto entre las culturas maya y náhuatl.

Cuando conoció a Cortés, señala Ortiz García, ella tenía unos 15 años. Alrededor del 14 de marzo de 1519 los españoles lograron la primera gran victoria en estas tierras, al derrotar en la Batalla de Centla a los mayas chontales, dirigidos por el cacique Tabscoob, de donde viene la palabra Tabasco.

Los caciques derrotados se presentaron con Hernán Cortés y le dieron 20 esclavas indígenas, entre ellas a doña Marina.

Se les bautizó para que fueran cristianas, pero también para que los españoles las pudieran tomar como parejas sexuales.

Respeto y prestigio

Doña Marina no solo fue la intérprete de Hernán Cortés, sino también su principal consejera. Este hecho resultó de gran relevancia, señala el divulgador cultural, ya que poseía un conocimiento profundo de las costumbres y tradiciones indígenas, algo que los españoles no tenían.

Ella se convirtió en su guía, su traductora y su consejera más cercana en las decisiones que tomarían para la conquista de Tenochtitlán.

Además, su relación con Cortés fue tan profunda que, aun cuando no se puede afirmar con certeza que haya existido “amor” entre ellos, sí surgió una fuerte pasión, aprecio y cariño mutuo. Esta relación dio como resultado en 1522, en Coyoacán, el nacimiento de Martín Cortés, el primer hijo varón conocido de Hernán Cortés. El conquistador quiso tanto a este hijo, que en 1527 solicitó al Papa Clemente VII una bula papal para legitimarlo, lo que le permitiría gozar de ciertos privilegios tanto en vida como después de la muerte de Cortés.

Hay que aclarar, apunta el autor, que el nombre “Malinche”, asociado comúnmente a doña Marina, es un tanto inexacto y en algunos casos peyorativo, dado que está relacionado con el término “malinchismo”.

“Malinche era don Malinche: se le llamó así a Hernán Cortés, el que se hacía acompañar de Malinalli. Desde el siglo XIX, ya con el paso de los siglos, a Marina se le llamó Malinche. Pero es don Malinche quien se hace acompañar de Marina o Malintzin”, explica.

Expone que el nombre correcto es Marina, aunque Malintzin —que proviene de Malinalli, su nombre indígena, con el sufijo reverencial “zin”— sería también adecuado, ya que denota respeto y prestigio, algo similar a un “don” en español, “pero que solo es reservado para personas de cierta estima social”, dice.

Figura

Doña Marina, agrega, fue la que principalmente transmitió la información a Cortés, facilitando la comunicación en momentos cruciales. “Por ejemplo, en 1519, cuando Cortés llegó a los arenales de Chalchihuecan (actual puerto de Veracruz) y comenzó a hablar con los embajadores de Moctezuma, estos hablaban náhuatl, lengua que doña Marina dominaba. Ella traducía sus palabras al maya chontal, idioma que conocía, para que Gerónimo de Aguilar, un náufrago español que hablaba maya yucateco, pudiera transmitirlas al castellano para que Cortés las entendiera. Este proceso de traducción entre tres idiomas demuestra la complejidad y habilidad de Marina. Con el tiempo, y tras casi dos años de convivencia cercana con Cortés, es probable que doña Marina ya hablara castellano y dejara de depender de Aguilar para la traducción”.

Para 1521 doña Marina superó a Gerónimo de Aguilar, cuya utilidad como traductor era cada vez menor. Incluso, destaca Ortiz García, “en el Lienzo de Tlaxcala, un importante documento gráfico del siglo XVI, doña Marina aparece representada de forma mucho más prominente que Cortés, lo que subraya su relevancia en la historia de la Conquista”.

Cuando Tenochtitlán cayó el 13 de agosto de 1521 doña Marina era la mujer más poderosa del continente americano; sin embargo, explica el escritor, con la independencia de México en el siglo XIX surgió una narrativa imprecisa que la tildaba de traidora por haberse aliado con los españoles.

“Es crucial aclarar que ella nunca juró lealtad a los mexicas; nunca había vivido en Tenochtitlán y su región natal era tributaria de los mexicas, bajo una constante presión y posible ocupación militar desde 1428. Por lo tanto, al aliarse con Cortés no estaba cometiendo traición. En su lucha por sobrevivir y mejorar su condición social, vio en los españoles una oportunidad para adaptarse a este nuevo mundo en formación”, explica.

Se convirtió en encomendera y cacica, y se estima que murió entre 1526 y 1527 debido a la viruela o el sarampión. Sin embargo, el historiador británico Hugh Thomas sugiere que pudo haber sobrevivido hasta 1551, basándose en cartas encontradas en archivos españoles.

En este sentido, añade que el musical Malinche generará un amplio debate sobre doña Marina, alentando a redescubrir a esta figura histórica, a interesarse nuevamente en su historia, a leer libros y a investigar sobre la conquista de Tenochtitlán y el papel que desempeñó. “Poner este tema sobre la mesa es de gran importancia y relevancia, al igual que lo hacen los políticos”, concluye.