Ana Carrasco-Conde. La muerte en común. Galaxia Gutenberg. 388 pp.
¿Por qué la muerte de un ser querido nos duele tanto?, ¿qué es el duelo y cuál su importancia a nivel colectivo? A lo largo de la historia de la humanidad los ritos han servido como experiencias de contención que nos acompañan en los procesos de pérdida y resignación.
Tanto en las culturas prehispánicas como en las orientales la muerte ha sido concebida como parte de un trayecto vital, los mitos o celebraciones alrededor de ella encuentran parte de su razón de ser en el consuelo de quienes seguimos vivos. Es decir, el duelo o los rituales funerarios funcionan también como acompañamiento para disminuir el dolor de la pérdida e invitarnos a comprender que es parte del ciclo de vida.
Digamos que esta es la columna de La muerte en común, el nuevo ensayo de Ana Carrasco-Conde (España, 1979). Filósofa de formación, la escritora parte de una experiencia cercana para llevarnos a través de un recorrido histórico, poético y, desde luego, filosófico sobre la forma en que los vivos reaccionamos ante la ausencia de quienes queremos.
Inevitable
“La muerte nos convierte en niños/ desconsolados/ desubicados/ desconcertados/ que cantan en una ciudad sin muros/ dentro de una prisión/ palabras de consuelo/ ante lo irremediable./ Como quien derrama el dolor/ en el interior de un poema/ su contorno es el vaso que llenamos/ la caja negra que construimos tras el golpe./ En nosotros. Y allí por donde vamos/ un océano interior nos encuentra/ y en ese encuentro/ se abre una ausencia/ Común./ Resonando en re menor/ bajo el peligro de las sirenas/ quedamos suspendidos/ hasta despertar./ Un corte sin tránsito/ que saltamos aislados/ desencantados./ La muerte agazapada en el rellano./ Somos nosotros los cambiados/ en los verbos conjugados/ escuchamos ahora/ el colibrí”. Este, además de ser un poema, es el índice de un volumen que apuesta tanto por la estética como por la reflexión, el abrazo y el consuelo.
Convencida de que la muerte es uno de los grandes problemas de la filosofía Carrasco-Conde no brinda recetas para salir del trance de tristeza: al mirarla como una experiencia inevitable y extrema nos exhorta a vivir de una manera más plena; de conseguirlo podremos dejar de ver la vida del otro como una pertenencia, algo muy propio del hedonismo contemporáneo; y podremos recuperar la noción de transitoriedad que tiene nuestro paso por el mundo.
Otros títulos de Ana Carrasco-Conde son Decir el mal: comprender no es justificar y Presencias irReales.
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